miércoles, 23 de julio de 2008

Andrés

"..., se nos ha muerto Andrés. Siempre le recordaremos" se podía leer en mi móvil el domingo por la noche. Lo leí justo antes de irme a la cama, lo leí tres veces, la última en voz alta y la mirada se me perdió. Fui al salón donde aún estaba mi hija mayor y le dije... "se ha muerto Andrés" y me preguntó que quién era. A ver cómo le podía yo explicar a mi hija que Andrés era como de la familia. Qué digo... era de mi familia, de esa familia que uno crea sin darse cuenta, sí. Era de mi familia. De la que creamos hace más de 25 años en la calle Miguel Ángel 21 y 23 en Madrid allá en el año 82. Madre mía!, si aún puedo verle. Veinte años de trabajo con una persona, compartiendo de lunes a viernes y de 7:12 a 14:45 todas las semanas de todos los meses de todos esos años.

Mientras cruzaba esta mañana el Puente Carranza camino de la oficina y sintiéndome muy triste porque Andrés ya no está aquí he conseguido decirle en voz alta que me alegro de haberle conocido y que no olvidaré nunca su franca carcajada y su aspecto lleno de color, me quedo con los momentos compartidos en un mundo de barcos grises.

Todos tenemos una película. En la mía, desde el sábado 19 de junio falta un personaje, Andrés Marcos.

Un besito, Andrés.
Marga.

martes, 22 de julio de 2008

Un Toque de Canela

Un toque de CanelaHoy acabo de ver otra vez la película greco-turca “Un toque de canela” del director Tassos Boulmetis. Es una película del año 2003 que vi por primera vez en el Cine Club Hannibal de Cartagena hace unos años y salí realmente emocionado. Hay una profunda sensibilidad que se refleja en toda la historia y las imágenes que nos la narran. Es la sensibilidad de dos pueblos antiguos, cargados de historia, que han vivido grandes convulsiones entre ellos pero tienen ese aliento profundo del Mediterráneo. Nos habla de cómo debajo de todos los conflictos nacionalistas, de las diferencias religiosas y políticas están los seres humanos con sus historias personales, sus recuerdos, sus sentimientos, que trascienden esas barreras.
Es una película digna de ver.

Pedro.

Caos Calmo o "sin argumento"

A mitad de camino entre un drama y una comedia, se queda en nada.

El protagonista derrocha encanto personal sin proponérselo, de manera que liga todo lo que quiere, que no es mucho, pero sí lo suficiente para justificar el guión. Total, lo que podía haber pasado en la segunda escena (la primera es cómo conoce a la chica) y nos habría ahorrado una espera lenta y aburrida, ocurre casi al final.
Si el titulo significa algo; el caos esta en la oficina, pero no dentro de él. Muy astutamente, aprovecha la preocupación por su hija (totalmente inventada, la niña no demuestra ninguna frustración por la muerte de su madre) para distanciarse de los dimes y diretes de la empresa y al final sacar la mayor tajada.
En la última escena se levanta del banco del parque, donde se ha pasado casi toda la película, se sube a su coche, por cierto un BMW, y se va feliz y nosotros nos levantamos de nuestras butacas pensando que este señor nos ha tomado el pelo.
En fin, si queréis ir a verla, os recomiendo que llevéis palomitas.

Ana D.

Macbeth Lady Macbeth

TEATRO

Adaptaciones


Cualquier obra, puesta en escena, es una adaptación, pues el autor que escribe un texto y que en algunos casos da indicaciones, por ejemplo: interior de un castillo, bosque, se ve el mar etc., también sobre la época o el vestuario nos puede poner condiciones, pero no puede decir mucho más, es el director el que tiene la ultima palabra, por eso es tan importante su trabajo, es él quien tiene que dar forma a todos los problemas que se le plantean a la hora de representar.
Hoy en día, no se puede, ni se debe, representar igual que en la época de Shakespeare, porque vivimos en una sociedad completamente diferente. El texto de Shakespeare es totalmente actual; las mismas pasiones, los mismos personajes, las mismas acciones se repiten en nuestra época, pero tiene distinto efecto sobre el espectador y aquí es donde entra la intervención del director. ¿Qué es lo que quiere representar, a quién quiere dar más importancia, por qué lo hace, es decir, qué importancia tiene elegir una u otra obra de un clásico en pleno siglo veintiuno? Todas estas preguntas, tiene que hacerse el director, porque también nosotros nos las hacemos cuando vamos al teatro.
Nosotros, los espectadores: ¿Qué esperamos, cuando vamos a ver a un clásico?
Esperamos, algo más, es decir, el texto lo podemos leer cómodamente en nuestra casa y disfrutarlo, pero el teatro nos aporta: primero de todo, compañía (amigos, conciudadanos, en definitiva, gente de nuestra época dispuesta a escuchar), importantísima porque en el escenario hay unos actores chillándonos unas verdades como puños y no podemos hacer oídos sordos; segundo, deleitarnos con un texto, que no está pasado de moda y que bien dicho, no se puede comparar, con sólo leerlo y tercero, salir cambiados del teatro. ¿Cómo se consigue esto ultimo?. Estando muy atentos: en ocasiones saldremos felices, porque hemos aprendido algo (cada uno descubrirá su propia enseñanza) y otras veces decepcionados, porque las expectativas no responden a lo esperado. Pues bien, una y otra sensación fue la que yo he experimentado este año: la primera, se refiere al “Rey Lear” del pasado mes de Abril y la segunda, con “Macbeth” de este mes de Julio.
Del “Rey Lear” ya no voy a decir más que lo que dije en su momento, sólo añadir que tardaré mucho tiempo en volver a sentirme tan feliz, y en “Macbeth” la decepción fue tan grande que si en algún momento hubo algo parecido a la obra de Shakespeare fue pura coincidencia, ni el texto, ni la ambientación, ni los actores estuvieron a la altura de un Shakespeare. El texto, porque metieron tantas licencias que provocaba la risa del público en bastantes ocasiones. La ambientación, porque le faltaba coherencia. Los actores, porque se inventaron los personajes, aunque pienso que no es de ellos toda la culpa.
En fin, el Teatro es muy distinto al Cine; la película, la cinta, queda hecha para, casi, el resto de la vida, la obra teatral es efímera, pasajera, dura el tiempo que dura la representación, luego sólo queda en el recuerdo.

lunes, 14 de julio de 2008

La familia Savage

La vejez es fea, muchas veces espantosa, en esto estamos todos de acuerdo. La muerte también aunque en este caso tenemos que reconocer que nuestras opiniones se basan más en conjeturas que en datos puesto que nadie ha venido a contarnos lo que pasa después y dado que la mayoría de la gente reduce la discusión al proceso que conduce hasta la muerte.

Perdón por la presentación, pero es que de esto va la película. Resulta que dos hermanos que llevan existencias mas bien anodinas tirando a lamentables tienen que afrontar los últimos días de su padre. A partir de aquí nada más así que yo os recomendaría que fueséis a ver una de esas películas de "Lio en el Colegio Mayor" o algo por el estilo.

Una de las ventajas de la sociedad actual es que puedes elegir entre morirte "plugged" or "unplugged", en este caso no se trata del hilo musical que quieres en tu habitación sino del tiempo de conexión a una máquina de respiración asistida.

En resumidas cuentas, la impresión que yo saco es que esto de morirse está cada vez peor, quién pudiera, como el padre de Jorge Manrique decir

"Non tengamos tiempo ya
en esta vida mesquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
e consiento en mi morir
con voluntad plazentera,
clara e pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
es locura."

PD. Cuando iba a colgar mi entrada pensé que a lo mejor alguien había escrito ya sobre esta película y usando el buscador encontré un comentario anterior de Javier Luengo, el comentario está inserto en una entrada sobre la película ONCE. Pienso que en cada entrada se debería comentar una sola película para después colgar comentarios y hacer un foro. Cómo todo esto es un lío y con permiso de Javier, reproduzco su comentario a continuación:

"También encontré interesante “La familia Savage”. Sin ser una gran peli pone el dedo en la llaga sobre el miedo visceral que tenemos a la muerte. Ninguna generación ha sido tan reticente a afrontar la muerte natural como la nuestra. La peli pone encima de la mesa todos los temores e hipocresías. Y sin embargo, la escena final no deja de ser una provocación luminosa."

domingo, 13 de julio de 2008

Los Cuernos de Don Friolera (con perdón)

Queridos cinéfilos:

Aunque este foro es de cine, no me resisto a haceros un pequeño comentario de la obra de teatro que vi ayer: los cuernos de don Friolera, uno de los cuatro esperpentos de Valle Inclán, que se representa en el Teatro Español de Madrid.

Los Cuernos de Don FrioleraEl argumento es conocido: D. Friolera, teniente de la guardia civil, está casado con Loreta, que es cortejada por Pachequín, el peluquero del cuerpo. Por todo el pueblo circulan rumores acerca de la supuesta infidelidad de Loreta, hasta el punto que un grupo de oficiales convoca un tribunal de honor para velar por el honor ultrajado de la guardia civil. Los hechos se disparan, D. Friolera reacciona a la tremenda, la acción se precipita y la obra culmina con la muerte de Manolita, la inocente hija de D. Friolera y Loreta.

Los cuernos de Don Friolera es una tragicomedia divertida, donde el tema del honor, clave y trágico en nuestra literatura del Siglo de Oro, se trata en valle Inclán en clave de humor. 300 años de evolución a mejor de un tema tan caro a los españoles.

Entre los actores merece la pena destacar a Rafael Núñez en el papel de D. Friolera: para mi, extraordinario.

Si tenéis la oportunidad, verla. Pasaréis un rato muy entretenido.

Saludos,
José Ramón

lunes, 7 de julio de 2008

A propósito de... 'Antes que el diablo...'

Otro comentario sobre "Antes que el diablo sepa que has muerto"
Desde Shakespeare no hay nuevas historias, sino distintas formas de contarlas y esta película es una excelente forma de contar "El rey Lear". Si acaso tenéis alguna duda, la niña pequeña nos recita el final de dicha obra, pronosticando el final de su tío y de su padre, así como el sufrimiento de su abuelo. No hay nada superfluo en esta película, cuando repite una escena lo hace desde distinto personaje, es decir la historia la cuenta desde distintos puntos de vista y ésto que en una novela se leería fácilmente, con entrecomillados o separados por capítulos (Faulkner) aquí emplea el distinto encuadre además de sobre impresionar (para que no nos perdamos) el lugar y la acción de la siguiente escena.
Es una película para guardar, tenerla entre las favoritas y disfrutarla de vez en cuando.
Un abrazo a todos y gracias por estos minutos de atención.
Ana

jueves, 3 de julio de 2008

CAOS CALMO

Nanni MorettiNanni Moretti es un personaje cinematográ- fico. No quiero decir que sea una ficción literaria, Moretti es real , existe y es actor y director.

Después de Fellini, Antonioni, Visconti... hay que tener mucho coraje para hacer películas en Italia y Moretti lo sabe y no se pone ni demasiado histrioníco, ni demasiado crítico ni demasiado poético. Decía que es un personaje porque se interpreta a si mismo, cuenta sus neuras y a veces actúa en sus propias películas. En este caso el director es Antonio Grimaldi, pero la película tiene el sello de Nanni Moretti.

En todo lo que he visto de Moretti apenas hay acción ( CALMO ), pero hay una gran vida interior ( CAOS). En este caso un padre trata de conquistar a su hija pequeña tras la muerte de la madre, a partir de aquí reorganiza sus prioridades y sus valores y en vez de ir él mismo persiguiendo las cosas, son las cosas las que giran en torno a él.

Debo decir que pasé un buen rato viendo cómo durante dos horas y sin pretensiones desfilaban por la pantalla toda una galería de situaciones que si no son verdad están bien contadas.

miércoles, 2 de julio de 2008

Carta a Charlton Heston


Buenas noches, Charlton:

No me conoces, pero como creo que “es de bien nacidos ser agradecidos” te envío esta carta porque ... estoy en deuda contigo. No es una deuda de dinero, es de gratitud porque me proporcionaste inolvidables momentos de felicidad en mi niñez, ilustraste la vida de mi héroe favorito y, aunque parezca extraño, me orientaste en la elección de profesión. Te lo voy a explicar:

Ir al cine en los años 50 y primeros 60 en España, antes de la llegada masiva de la televisión, era un placer casi total, absolutamente inconcebible para la gente que nació después de esa época (y me pega que también en tu tierra, como muestra Woody Allen en su entrañable “La Rosa Púrpura de El Cairo”, aunque allí el cambio debió llegar más de una década antes que aquí). Los niños de entonces al entrar en el cine nos sumergíamos en un universo, ya en color, en el que nos identificábamos con los héroes de las aventuras que se desarrollaban delante de nuestros ojos y vosotros, los actores, os transformabais en los personajes que protagonizaban las historias que, magnéticamente, nos mantenían hipnotizados en nuestros asientos cada sábado por la tarde en los cines de barrio de sesión doble, gracias a Dios sin las odiosas palomitas (la peor cosa llegada al cine desde tu tierra, perdona, Charlton). Así te recuerdo como el supuesto nieto de un faraón que conducía a su pueblo real en su escapada a la libertad hace más de tres mil años, como un príncipe judío que caía en desgracia de los romanos para luego volver a su tierra convertido en hijo adoptivo de un noble general del César (por cierto, chapeau por dos escenas que me impactaron y me siguen impactando de esa película: cuando el espolón de la nave pirata atraviesa en la batalla naval el costado de la trirreme en la que ibas remando como galeote y la no superada carrera de cuadrigas, ni siquiera en “Gladiator”, que precisamente no está mal hecha, pero con toda su informática no llega a la bestial carrera; ¿es verdad que no tuviste un extra que rodase esas escenas en tu lugar?), como un capitán americano en el Pekín de la guerra de los boxers en ¿1900?, como un general inglés en Khartoum luchando contra el “Mahdi”, como un astronauta llorando ante la Estatua de la Libertad semienterrada en la arena de una playa (cuando se estrenó esta película, yo ya era un jovenzuelo) y muchas más, pero sobre todo, como mi héroe favorito de la Historia: Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid.

Me imagino que Ramón Menéndez Pidal, el ya entonces anciano historiador español (tan volcado en el estudio de El Cid que a su única hija le puso Jimena; era un nombre inusual en la España de la mitad del siglo XX, hoy no tanto) que actuó de asesor histórico de la película, tendría buena parte de responsabilidad en el tratamiento en el guión de la escena que más me gusta de la película: cuando Rodrigo le hace jurar a Alfonso VI en su coronación en Santa Gadea de Burgos que no ha conocido ni tenido intervención en la muerte de su hermano mayor, el rey Sancho II.

A mis diez u once años me impactaba cuando en la escena el todavía príncipe hurtaba poner su mano encima de los Evangelios y Rodrigo (con tu cara y gesto) se la cogía y, aplastándola contra libro, exclamaba imperiosamente “¡¡¡Jurad!!!”.... para acatar a continuación del “Sí, juro” al nuevo rey, que lo desterró de inmediato. Durante el resto de su vida, Rodrigo actuó como leal seguidor se su señor, negándose a que lo coronaran rey de Valencia tras tomarla, ciudad que aceptó solo como formando parte del Reino de Castilla (por mucho que se fastidie el Sr. Carod-Rovira), aunque se perdió una vez muerto y solo la recuperó Jaime el Conquistador más de 100 años después, para la Corona de Aragón formando parte del Reino de Valencia (por mucho que se fastidie de nuevo el Sr. Carod-Rovira).

Es un ejemplo perfecto, al menos para mí, de la honestidad y lealtad de una persona:
Honesto por que no duda en arriesgar su fortuna, carrera y vida ante un hecho por el que no quiere “pasar de puntillas mirando a otro lado”, que era lo política y mercantilistamente correcto, que diría Arthur Andersen. ¿Hay hoy en día muchos casos iguales de honestidad y hombría de bien?.
Leal: Hoy en día la lealtad parece que no se lleva nada de nada. Todo se mercantiliza hasta límites denigrantes.

Modestamente siempre he pensado que honestidad y lealtad deberían ser las principales virtudes exigibles y premiadas en cualquier organización humana, pero siempre bidireccionales: de abajo a arriba y de arriba abajo. Si falla en una dirección no se puede demandar en la otra.

Por otra parte, Charlton, también hiciste un papel secundario de una persona honesta y, sobre todo, leal: En “Horizontes de grandeza” de Willian Wyler (debiste gustarle por que al año siguiente te dirigió en "Ben-Hur”, donde ganaste el óscar) eras el fiel mayoral del terrateniente (Burl Yves, óscar a actor secundario por esa película) que después de no ser aceptado como marido por/para su hija (hombre, el escogido era Gregory Peck, que iba de protagonista), sigue fielmente en su puesto, es capaz de advertir a su dictatorial jefe que está cometiendo un error ... pero no le abandona cuando el viejo terco decide ir hasta el final en su secular disputa con el otro terrateniente.

Pero lo que te resultará más sorprendente es lo que te voy a decir ahora: muchas gracias, porque una película tuya ayudó ¿mucho?, creo que sí, a que escogiera mi senda profesional. No, nunca hiciste de ingeniero naval, que yo sepa, pero tu película “El misterio del buque perdido”, mejor en inglés “The Wreck of The Mary Deare” (tuya y de otro monstruo, Gary Cooper, que también está en los cielos, como dijo una directora española que hizo mejores películas que muchos directores de aquí, Pilar Miró. Dale un beso a ella de mi parte y un respetuoso abrazo a Gary...y, ¡ahora que me acuerdo!, extiéndelo a Richard Harris que se estrenó también en esa película, ¡el mundo es un pañuelo!) me maravilló a mis 10 años. El tema tenía mucho que ver con barcos: abandono de buques, intento de hundimiento para estafar a la compañía aseguradora y cobrar la póliza por la carga de motores de aviación ...sustituidos por cajas con piedras, un vetusto mercante (creo que un carguero Liberty con máquina alternativa de vapor, la repera), un juicio sobre la presunto pérdida y los derechos de salvamento, etc.. Me dije: ¡Cómo me gusta esto!. Y siete años después entraba nerviosillo en mi Escuela de la Ciudad Universitaria donde empecé a contactar con unos amiguetes, que junto con otra buena gente, formamos ahora un grupo de “Cinéfilos” (otro día te lo cuento).

Por último, Charlton, permíteme entrar en un tema delicado: a lo peor no llevas razón, desde mi óptica y en la fecha actual, en algunas de tus opiniones. Me refiero al tema de las armas. Pero a pesar de ello, me parece una injusticia profunda que gente que no me consta, ni de cerca ni de lejos, que sean superiores a ti te descalifiquen por esa opinión olvidando cosas como por ejemplo que, si estoy bien informado, fuiste de los poquísimos actores de fama que apoyaste públicamente a Luther King en su lucha contra la segregación racial, presionaste a la industria para que Orson Welles dirigiera “Sed de mal” e, incluso, financiaste su terminación (que no es una película de la extrema derecha republicana, precisamente) o te opusiste a que la productora intentase cambiar el guión de la ¿primera? película de Sam Peckimpah, “Mayor Dundee” en la que tú eras el mayor reclamo comercial.

Bueno, Charlton, como le dije a Sydney, guárdame un sitio en las verdes praderas y, con tiempo y paciencia, a lo mejor me enseñas a montar a caballo y a utilizar la espada. Como soy mucho más bajo que tú, nunca podría ser Rodrigo, pero a lo mejor, con un poco de trucaje podría ser Álvar Fáñez, el leal compañero de aquel leal vasallo que se merecía mejor señor.

¡Nos vemos!.
Manrique

PD: La misma semana que tú te ibas a las verdes praderas, cerraban el cine de Madrid que llevaba el nombre de Rodrigo: “Cid Campeador”. En mi barrio ya solo queda el Conde-Duque, personaje incomparablemente menos atrayente (un abrazo a Quevedo, que te puede hablar del Conde-Duque. Búscale en la sección caballero-poeta-honesto-español-siglo_XVII, seguro que sólo hay uno con esa especificación).