martes, 22 de julio de 2008

Macbeth Lady Macbeth

TEATRO

Adaptaciones


Cualquier obra, puesta en escena, es una adaptación, pues el autor que escribe un texto y que en algunos casos da indicaciones, por ejemplo: interior de un castillo, bosque, se ve el mar etc., también sobre la época o el vestuario nos puede poner condiciones, pero no puede decir mucho más, es el director el que tiene la ultima palabra, por eso es tan importante su trabajo, es él quien tiene que dar forma a todos los problemas que se le plantean a la hora de representar.
Hoy en día, no se puede, ni se debe, representar igual que en la época de Shakespeare, porque vivimos en una sociedad completamente diferente. El texto de Shakespeare es totalmente actual; las mismas pasiones, los mismos personajes, las mismas acciones se repiten en nuestra época, pero tiene distinto efecto sobre el espectador y aquí es donde entra la intervención del director. ¿Qué es lo que quiere representar, a quién quiere dar más importancia, por qué lo hace, es decir, qué importancia tiene elegir una u otra obra de un clásico en pleno siglo veintiuno? Todas estas preguntas, tiene que hacerse el director, porque también nosotros nos las hacemos cuando vamos al teatro.
Nosotros, los espectadores: ¿Qué esperamos, cuando vamos a ver a un clásico?
Esperamos, algo más, es decir, el texto lo podemos leer cómodamente en nuestra casa y disfrutarlo, pero el teatro nos aporta: primero de todo, compañía (amigos, conciudadanos, en definitiva, gente de nuestra época dispuesta a escuchar), importantísima porque en el escenario hay unos actores chillándonos unas verdades como puños y no podemos hacer oídos sordos; segundo, deleitarnos con un texto, que no está pasado de moda y que bien dicho, no se puede comparar, con sólo leerlo y tercero, salir cambiados del teatro. ¿Cómo se consigue esto ultimo?. Estando muy atentos: en ocasiones saldremos felices, porque hemos aprendido algo (cada uno descubrirá su propia enseñanza) y otras veces decepcionados, porque las expectativas no responden a lo esperado. Pues bien, una y otra sensación fue la que yo he experimentado este año: la primera, se refiere al “Rey Lear” del pasado mes de Abril y la segunda, con “Macbeth” de este mes de Julio.
Del “Rey Lear” ya no voy a decir más que lo que dije en su momento, sólo añadir que tardaré mucho tiempo en volver a sentirme tan feliz, y en “Macbeth” la decepción fue tan grande que si en algún momento hubo algo parecido a la obra de Shakespeare fue pura coincidencia, ni el texto, ni la ambientación, ni los actores estuvieron a la altura de un Shakespeare. El texto, porque metieron tantas licencias que provocaba la risa del público en bastantes ocasiones. La ambientación, porque le faltaba coherencia. Los actores, porque se inventaron los personajes, aunque pienso que no es de ellos toda la culpa.
En fin, el Teatro es muy distinto al Cine; la película, la cinta, queda hecha para, casi, el resto de la vida, la obra teatral es efímera, pasajera, dura el tiempo que dura la representación, luego sólo queda en el recuerdo.

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