lunes, 19 de julio de 2021

Monday, Monday.

Bah-da bah-da-da-da.

“Monday, Monday” está sonando en mi Spotify mientras cruzo el puente sobre la Bahía camino del Astillero.
Lunes, lunes; no habrá otro lunes como este lunes jamás. Fin de una etapa. Los lunes serán otra cosa; no sé qué, pero serán algo distinto.
Sonrío y abro la ventanilla para que entre el aire fresco del amanecer y, seguidamente, subo el volumen del aparato de audio.

Lunes, lunes, tan bueno para mí; lunes por la mañana, era todo lo que esperaba.
La mañana del lunes, no podía garantizar que ese lunes por la noche aún estarías aquí conmigo.
Lunes, lunes, no puedo confiar en ese día. A veces resulta de esa manera.
Mañana del lunes, no me diste ninguna advertencia de lo que iba a suceder.
¡Oh, lunes, lunes!, ¿cómo te fuiste, sin llevarme?

Cualquier otro día de la semana está bien, sí; pero cada vez que llega el lunes me puedes encontrar llorando todo el tiempo.
Lunes, lunes, tan bueno para mí.
¡Oh, lunes, lunes!, no va a desaparecer; lunes, lunes, que está aquí para quedarse.
Oh lunes, lunes.
Oh lunes, lunes.

Y me quedo pensando en el sentido de estas estrofas. El sentido de las voces empastadas de Cass Elliot que amaba sin ser correspondida a Denny, que estaba enloquecido de amor por Michelle, que, tras su belleza sin igual, ocultaba al mundo entero su romance con Denny y también a su marido John, que consideraba a Denny el mejor tenor de los 60 y al que prefería liado con Cass.
Es posible que lo que suceda en un lunes marque drásticamente los días de la semana que le siguen. Los lunes dejan atrás los fines de semana en los que la gente suele comportarse como se espera de ella socialmente cumpliendo fielmente su patrón. Cuántos lunes no habrán deseado con anhelo los amantes furtivos. Cuántos lunes llorados porque no trajeron lo deseado.
En fin…; Monday, Monday, so good to me.
Bah-da bah-da-da-da.

jueves, 15 de julio de 2021

"Mi vida sin mí" de Isabel Coixet, película que Marta me aconsejó ver en 2003

 

Querida Marta:

Te escribo a través de este Foro al recordar un  curioso hecho que aconteció hace 18 años y que por estar íntimamente relacionado con una entrañable película, “Mi vida sin mí”, sobre la que creo que nunca hemos escrito un cometario aquí, me gustaría poder compartirlo con mis colegas, los "Cinéfilos", de los que al menos un par de ellos ya te conocieron y trataron mucho hace 40 años, por contarse entre los más amigos vecinos de nuestro añorado edificio San Bernardo en la Avenida del Mar de Ferrol, ¿verdad que sí, Ana D. y José María de J-G?, donde transcurrieron los más felices años de mi vida y al que nos mudamos el día que cumplías un mes.


Doy por hecho que aprobarás que lo haga porque se basa en una recomendación tuya sobre ella y, por otra parte, aseguro a los "Cinéfilos" y a ti que todos los detalles que ahora desvelo constituyen una historia absolutamente real que, salvando las distancias, creo no le hubiera disgustado al gran Frank Capra como base para escribir un guion de su estilo predilecto (aclaro la referencia para los cinematográficamente imberbes, aunque ya no insultantemente jóvenes, "Cinéfilos" del Brat Pack, por si alguno no lo recuerda, que Capra fue el director, nada menos, de “¡Qué bello es vivir!”,  cuyo título admirativo tú literalmente asumiste como lema de vida, mira por dónde, especialmente tras ser madre por segunda vez).

 

Aunque yo hubiera visto mucho más CINE (con mayúscula) que tú, fuiste la persona que me descubrió el de Isabel Coixet en 1996, porque te gustó mucho la primera película suya que obtuvo éxito de crítica y bastante de público, “Cosas que nunca te dije”, y nos la recomendaste vivamente. 


Tan pronto la vi entendí por qué te había gustado tanto: la historia que narraba su guionista/directora trataba, cosa que me parece sigue haciendo en todas sus películas, de problemas esencialmente humanos, temática que, tras abandonar la adolescencia y ejerciendo ya de pediatra y madre, siempre te ha importado infinitamente más como guion de las películas que las tramas de “acción” o de puro entretenimiento, predilección que comparte tu hermana Virginia, aún más aficionada al CINE que tú. Fíjate que desde hace un año eligió como "lema" para su "contacto" en WhatsApp exactamente el título de la película que hoy comentamos, claro que cambiando a la segunda persona el pronombre con que termina...

 

Marta pequeña

Pero hoy vamos a hablar de otra película de Coixet, “Mi vida sin mí” de 2003, considerada como la mejor de toda su carrera por la mayoría de la crítica y también en la muy amplia votación popular de Filmaffinity (con casi 58.000 votos sobre ella), que también nos aconsejaste, incluso con más énfasis que la anterior.

 

Adelanto su tema, para los “Cinéfilos” que no hayan tenido la oportunidad de apreciarla, “copiando y pegando” la sinopsis que aparece en esa web para ser lo más aséptico posible, habida cuenta nuestra concomitancia con su trama: 


Cena de la familia de Ann e invitada
Cena de la familia e invitada

“Ann tiene 23 años, dos hijas, un marido que pasa más tiempo en paro que trabajando, una madre que odia al mundo, un padre que lleva 10 años en la cárcel, un trabajo como limpiadora nocturna en una universidad a la que nunca podrá asistir durante el día... Vive en una caravana en el jardín de su madre, en las afueras de Vancouver. Esta existencia gris cambia completamente tras un reconocimiento médico. Desde ese día, paradójicamente, Ann descubre un inusual placer de vivir, guiada por un impulso vital: elaborar una lista de cosas que quiere hacer antes de morir”


Para complementar la sinopsis de Filmaffinity, no me resisto a “pegar” también la crítica propia de esa web, firmada por Pablo Kurtz:

 

Por las venas de los adictos al cine corre un líquido rojo y espeso: se llama curiosidad. Como en la vida, el espectador acude a un encuentro, cargado de preguntas, intentando resolver ciertos misterios de la existencia y los sentimientos. "Mi vida sin mí" es una invasión de respuestas. Conmovedora hasta el aliento, hermosísima de principio a fin, la historia de esta joven que exprime la vida ocultando al mundo su destino es un deslumbrante ejercicio de sutileza, un impagable despliegue de emociones sin parangón en el cine español reciente. Puede que no sea un film perfecto, pero la cámara de Coixet y la actuación de Polley -una de las mejores interpretaciones femeninas que se han visto en mucho tiempo- consiguen una intensidad y un realismo que traspasa el tiempo e inunda el corazón... y tan grabada queda que su recuerdo se hace melancólicamente imprescindible.

 

Oti R. Marchante, crítico con el que suelo coincidir, opinó en ABC: "Una obra liberadora, sensibilísima, de una reparadora tristeza."

 

Carlos Boyero, entonces en El Mundo: "Coixet seduce y hace llorar (...) palabras e imágenes se complementan fraternalmente, te meten dentro, te solidarizan con el hermoso ritual de una despedida tan realista como poética, tan lúcida como emotiva. 'Mi vida sin Mí' regala ozono, supone un acto de afirmación en la puta vida."

 

Ángel Fernández Santos en El País: "Intensa y emocionante película (...) los intérpretes son más que el añadido de una decena larga de magníficos rostros, son un todo, un prodigio de unidad colectiva, de delicada interacción."

 

Ramón F. Reboiras en Cinemanía: "Pertenece a ese tipo de historias que nunca se olvidan y que deberíamos recomendarnos a nosotros mismos y a nuestros seres queridos. Ayuda a entender el misterio de la vida. La vida absurda, la vida breve, la vida aparcada en la roulotte de los sueños."


Sólo como una mínima ilustración, ya que hay muy pocas fotos de esta película disponibles, inserto aquí un enlace con su tráiler.


Años felices en Ferrol, con Virginia y Marta

Esas críticas hacen casi innecesario que yo añada nada y suscribo lo que opinan sobre esta película, no voy a reinventar la rueda, pero sólo quiero subrayar que para mí la película es fundamentalmente impactante por la inmensa generosidad de su personaje protagonista, joven madre con hijas pequeñas que, tras serle descubierto un cáncer mortal con una prevista supervivencia de menos de un año, intenta reorientar las vidas de su entorno familiar con el objetivo de que empeoren lo menos posible cuando ella ya no esté con ellos.

 

Y ahora llega una referencia “cruzada” que ni tú, Marta, ni casi  ningún "Cinéfilo" miembro de este Foro conoce. El “casi” viene porque uno de éstos protagonizó esa antigua conexión, que supongo va a sorprender a los demás y a ti cuando la descubráis ahora:

 

Tuvo que suceder un domingo indeterminado, de 2003 o 2004, en que yo acompañaba a tu abuelo Luis a la misa dominical en la capilla del colegio Fray Luis de León, como hacía cada semana desde unos cuantos años atrás.

 

Resultaban unas misas muy atractivas porque los sacerdotes que las impartían eran profesores del colegio y se notaba en sus sermones que sabían "hablar” a la gente.

 

Entre mis favoritos estaba Javier L, unos 25 años más joven que yo, empático, optimista, con mesurado sentido del humor y cuyas amenas homilías captaban perfectamente la atención de los fieles asistentes por la humanidad y cercanía de que estaban impregnadas, por las preguntas que siempre dejaba en el aire al final, para que cada uno de los asistentes se las contestara a sí mismo más tarde, y, lo que era un “apreciado valor” en mi caso, descubrí que ¡le interesaba el Cine de calidad!, porque aún recuerdo que al menos en dos ocasiones utilizó como referencia para sus homilías el argumento de sendas buenas películas:

 

Pareja para una vida.

    “Ciudadano Kane” (obra maestra dirigida y protagonizada por Orson Welles en 1941, de la que por ello doy aquí una mínima referencia, aunque no tenga ninguna conexión directa con el tema troncal de esta carta/comentario) para mostrar la futilidad de las riquezas materiales al final de la vida humana: Relataba Javier como poco antes de la muerte del viejo y multimillonario protagonista en su inmenso palacio/castillo, adornado con un gran número de valiosísimas obras de  arte adquiridas en todo el planeta, con otras muchas mostradas por la cámara almacenadas todavía sin desembalar, el moribundo pronunciaba una extraña palabra antes de expirar, Rosebud, cuyo significado ninguno de los presentes sabía descifrar. Era el nombre de su del juguete más querido de su humilde infancia, su trineo que le recordaba los más felices años de su vida, que la película recorría en un larguísimo flash back durante el 95% de su metraje total hasta terminar enlazando con la escena inicial.

 

     Y la otra, la ahora y aquí significativa, le sirvió como caso paradigmático el domingo antes citado cuando puso como ejemplo de inmensa generosidad el tema de una película que entonces acababa de ver, justamente  “Mi vida sin mí”. Ni que decir tiene que estuve de acuerdo al 100% con su opinión, que obviamente no se basaba en la valoración desde una perspectiva técnica, sino puramente humana sobre la trama y su entrañable personaje protagonista. Estoy seguro que a ti te hubiera pasado lo mismo si hubieras tenido la suerte de escucharle.

 

Cuando nuestro Foro ya llevaba casi un par de años en marcha, otro domingo a la salida de misa y tras una pequeña charla le propuse a Javier que se nos uniera como "Cinéfilo" y tras visitar varias veces el Foro aceptó, estableciéndose entre nosotros una corta pero fructífera amistad.

 

Escribió en él comentarios no muy a menudo, haciéndolo siempre sobre películas con problemática humana y desde una óptica solidaria, por lo que rápidamente entró en sintonía con otros "Cinéfilos" de similar orientación. Lástima que no accedieras a visitar el Foro más a menudo, Marta, ni que yo te supiera convencer para que participaras, cosa difícil en tu entonces ya muy ocupada vida, porque estoy seguro que te hubiera gustado leerle.


Desafortunadamente, un par de años después lo trasladaron a otro colegio fuera de Madrid  y a un puesto de mayor  responsabilidad, con lo que nos quedamos sin sus interesantes comentarios, como lo fueron todos desde el primero, en marzo  de 2007, al que podéis acceder en  Conquistado” (un mes antes de que muriera tu abuelo, cuyo funeral él ofició, y a partir de entonces yo ya sólo fuera muy de vez en cuando a aquellas misas en la calle Evaristo San Miguel) sobre “Babel” y “Pequeña Miss Sunshine”, películas que le habían gustado mucho, como a mí, que ya me había declarado enamorado de ellas en el Foro días antes , cuando se me ocurrió incluir mi “receta de cóctel" para conseguir aquella perfecta segunda película: Una mitad de ‘El Gran Lebowsky’ + un cuarto de ‘American Beauty’ + un cuarto de ‘Thelma y Louise’ + unas gotas de 'Los Simpson' + unas gotas de destilado de ’Mi vida sin mí’ resultando,  ¿pura casualidad?, que volvía a aparecer esta última en un comentario mío de 2007. “Remarkable”, calificaría un inglés.

 

Pero, Marta, es que hay otra conexión contigo a través de Javier y Marga. Sí, mi amiga  y creadora informática del blog para el Foro, la que te regaló oportunamente un bien escogido CD de Anastacia en 2012,  pero como esa rama va a través de otra película, que te/les/nos encantó, en todo caso lo dejamos para un próximo comentario monotemático sobre ella en este Foro. ¿Vale? A ti te gustó tanto que es la única de la que me has regalado un CD con su BSO. Y para los "Cinéfilos" una pista:  para no crear confusiones, en español debería haberse llamado “Una vez …” y no mantener el engañoso título inglés, que el 90 % de los españoles interpretaron equivocadamente en nuestro idioma.    

 

Quizás por un designio desconocido, si realmente lo hay, o por puro azar, a veces la vida premonitoriamente nos advierte y presenta ejemplos de actuación respecto a peligros o problemas que nos afectarán más tarde, presagios imaginarios frecuentes en la Literatura y raramente confirmados en la vida real

 

No sé  si te has preguntado si era posible que “Mi vida sin mí” hubiera actuado como un presagio para ti. Ya me lo dirás, pero en cualquier caso déjame asegurarte que tu comportamiento y generosidad en tu vida real, mientras mantenías tan privadamente como te era posible un combate de 16 años, no desmereció nada en intensidad y sacrificio respecto al de Ann, el suyo muchísimo más corto aunque, eso sí, con sus condiciones de entorno  material mucho peores: viviendo pobremente en una caravana, trabajando como humilde limpiadora de oficinas, su padre en la cárcel, etc.

 

Marta con Clara y Sofía, 2016.
Creo necesario subrayar la más importante diferencia de comportamiento entre tú y Ann que, para no desvelar detalles de la trama de la película, señalaré mediante una pista sólo descifrable por los "Cinéfilos" que la hayan visto: Al revés que ella, tú jamás tuviste que ir a una lavandería pública para hacer la colada,  porque todo lo que ella encontraba allí tú lo tenías en tu casa y con una calidad inigualable e imposible de superar fuera de ella. 

Tener una firme y solidaria compañía en las alegrías y tristezas, salud y enfermedad  se basa siempre en la elección vital más importante, la pareja. Hay que felicitarte porque no sólo conseguiste éxito tras éxito en tus estudios, carrera, MIR y oposición como pediatra de la CAM, siempre fuiste defensora a ultranza de la sanidad pública, sino también en la elección de compañero de vida.


Bueno, nada más respecto a “Mi vida sin mí”, salvo adelantarte que les voy a dejar a los  "Cinéfilos" que no puedan conseguirla y quieran verla una copia de la película, que me ha enviado CZ. Sí, mi ex jefe/compañero/vecino y gran amigo en Ferrol, que te regaló allá por 1982 la famosa hucha azul especialmente diseñada y fabricada por él para ti en tu sexto cumpleaños, que sigue estando en la mesa de estudio en casa. 


También pienso compartir con los "Cinéfilos" en este Foro alguna otra excelente película o novela de las que que me aconsejaste en estos últimos años. Para mi gusto, y creo que el tuyo, la mejor novela es la que narra el caso real de Grace, la humilde irlandesa que emigró a Canadá a mediados del siglo XIX y cuyo caso, ampliamente tratado por la prensa, dividió a la opinión pública de ese país.  


La famosa hucha azul de 1982 por CZ
La hucha azul de 1982, por CZ, y Marta con 15 años

Seguiremos hablando más.

 

Un beso muy fuerte de tu

Padre

 

Pd: Si coincides con mi amigo, compañero de curso en la carrera, de trabajo en ASTANO, de piso de solteros en Ferrol durante un año  y como "Cinéfilo" en este Foro, que también te conoció siendo tú todavía  bebé, Santiago Martín Criado, al que desde aquí le escribí una carta, que él te introduzca en el grupo de directores franceses de la "Nouvelle Vague", cuyas películas tanto le/me gustaron y que tú nunca llegaste a descubrir. Dale recuerdos a Santiago de parte de los otros "Cinéfilos" y un muy fuerte abrazo mío.



domingo, 4 de julio de 2021

El balón de Harun. 2º premio de la Feria del Libro de Cádiz

    Selma Sudija ha nacido en un país que ya no existe y quiere guardar para el futuro la memoria de lo que está ocurriendo. Dedica todo su tiempo libre a reunir testimonios de la masacre.

     

     Una noche llamaron a la puerta. Un grupo de hombres nos obligó a salir de casa; entre ellos reconocí al hijo del relojero y a un conserje del colegio. En la calle nos juntaron a todos los vecinos de apellidos bosnios. Nos separaron en tres grupos, a golpes: a un lado los ancianos y los niños; a otro las mujeres; en el medio los hombres. Vaciaron las casas de muebles, vajillas, manteles, comida. Destrozaron metódicamente nuestra memoria: libros, fotos, recuerdos de familia. Era invierno, pero no nos dejaron abrigarnos. A los hombres los hicieron cargar con el fruto del saqueo y meterlo en camiones. Luego los arrearon hacia el bosque. Al cabo de un rato escuchamos tres o cuatro descargas, después solo tiros aislados.

     Las mujeres ya imaginábamos lo que nos esperaba. Fue mucho peor. A las que se resistían demasiado les cortaban el cuello. Mientras, escuchábamos cómo se apagaba el llanto de los niños.

     

     Las historias se hincan en su piel pálida y horadan galerías que le llegan a lo más profundo, donde aferran sus raíces alimentando brotes nuevos.

     De noche, en esas horas frías en que sus vecinos intentan dormir entre el estruendo de las bombas, Selma recorre siempre el mismo sueño.

     

     Los soldados llegaban un amanecer lluvioso. Rodeaban la aldea e iban casa por casa, sacándonos a los bosnios y a un par de familias judías. Nos reunían delante de la iglesia, los hombres a un lado, las mujeres a otro y los niños, unos veinte, en el centro de la plaza.

     

     En la ciudad sitiada la vida no se detiene. En los sótanos de las viviendas golpeadas por las bombas, al abrigo de los francotiradores, resisten los vestigios de la antes intensa actividad cultural. Conciertos de música de cámara, recitales de poesía o conferencias reúnen a quienes osan abandonar sus domicilios, esperando no quedar enfocados para siempre en algún visor nocturno. A veces no lo consiguen.

     Una tarde de primavera, a la salida de un concierto en el que habían sonado los mejores cuartetos de Haydn, a Selma le presentaron a un observador de origen bielorruso, Artem Paznishenko. El grupo se refugió en un café instalado en un garaje subterráneo, cerca de la antigua Biblioteca. El local, pese a todas las carencias, era lo suficientemente acogedor como para hacer olvidar durante un rato lo que estaba pasando fuera.

     A la luz de las velas todos somos más guapos. Selma se sentó al lado de Artem, cuyo cabello rubio, casi blanco, brillaba en la penumbra. Según él, fue un amor repentino, adolescente; según ella, lo que los atrajo fue el exceso de vodka y de café. Salieron juntos y pasaron el resto de la noche en el hotel de Artem, relativamente seguro bajo la bandera de la ONU.

     Durante la primavera y el verano, Selma se refugiaba cada noche en los brazos de Artem, que formaban un círculo de hierro en torno a ella y no dejaban que el sueño maldito la alcanzara.

     Llegó el otoño. Artem tuvo que partir y las pesadillas volvieron.

     

     Nos tenían bajo la lluvia un par de horas, hasta que llegaba otro coche escoltado por varios motoristas. El chófer se bajaba y abría la puerta. El general Borko Zanjanovic salía del coche y miraba a su alrededor.

     

     Cuando una bomba incendiaria impactó en el pequeño apartamento que le servía a Selma de vivienda y de despacho, los documentos y testimonios que había ido reuniendo durante meses se perdieron entre las cenizas.

     Aquella noche Selma soñó el fin de la historia.

     

     El general se acercaba a los niños, que lloraban. Repartía unos caramelos y luego se soltaba del cinturón una granada. Con una sonrisa, le quitaba el seguro y la ponía cuidadosamente en el suelo.

     —Ahora vais a jugar un partido de fútbol. Para el equipo que gane hay otra bolsa de caramelos. Que saque el más pequeño.

     Se adelantaba mi hijo Harun, que tenía cuatro años.

     

     Selma se despierta, aturdida. Un fuerte pitido en los oídos le impide escuchar lo que sucede a su alrededor. Se lleva la mano a la cara y la retira impregnada en un líquido viscoso y oscuro. Intenta incorporarse, pero el cuerpo no le responde.

     Cuando el pitido baja de intensidad oye chillidos, lloros de niños, algún disparo. Busca a Harun con la mirada y solo encuentra uno de sus zapatos nuevos.