martes, 30 de diciembre de 2014

Andrei Tarkovski y su testamento: “Sacrificio” (“Offret”, Suecia 1986), obra profunda y obligatoria para Cinéfilos.



Queridos Cinéfilos


Entre los grandes directores reconocidos universalmente, en los ambientes del Gran CINE, hay un nombre que es muy poco conocido en España, Andrei Tarkovski, lo que opino que se puede deber a que:

Toda su producción (desarrollada entre 1960 y 1986: únicamente siete películas, mas un documental para la RAI y su “opera prima”, un mediometraje que le sirvió como trabajo de fin de carrera, más detalles en http://www.blogdecine.com/directores/la-pasion-de-andrei-tarkovski ) se rodó en la URSS, salvo su última película, “Sacrificio”, que lo fue en Suecia en el año de su muerte (estando ya de facto desahuciado por un cáncer, de ahí que esta película se considere su testamento, por otra parte, bastante concorde por su tema) lo que hizo que si alguna se estrenaba en España lo fuera únicamente en circuidos alternativos. 

Tarkovski es la antítesis de un autor “comercial”, lo que ocurre es que ya cuando ves por primera vez una película suya (en mi caso sólo conozco “Sacrificio”) sientes el pálpito de que estás ante una obra maestra. Yo tuve la primera referencia suya en una emisión del programa “¡Qué grande es el Cine!”, presentado por José Luis Garci, en TVE2 hace 15 o 20 años, en la que medio vi el comienzo de la película, que la emitían muy tarde y, por mi falta de referencia previa, no estaba grabándola. A pesar de descubrirla sólo muy parcialmente con tan corta muestra, quedé impactado (recuerdo especialmente una escena con unas hojas caídas en un tembloroso charco mientras se oían, sin verlos, pasar en vuelo rasante unos aviones de combate cual Jinetes del Apocalipsis nuclear que se desataba…), decidiendo de inmediato que aquello había que conseguirlo. N años después, hace cuatro o cinco, compré el DVD de “Sacrificio” un viernes con la oferta, generalmente de películas muy buenas, que ofrecía el desaparecido diario “Público”, la vi tranquilamente y pude tener una opinión propia. 

 Una vez hace años y comentando “Retorno a Brideshead”, utilicé la comparación entre Varitas de merluza o nécoras de Pontedeume para contraponer una película hasta atrayente pero nulamente profunda contra otra difícil de apreciar pero de un delicadísimo sabor…. siempre que se haya sido capaz de acceder a él. Y para dicha conquista es necesaria una determinada experiencia y, vamos a decirlo sin miedo ni pudor, Cultura, lo que está hoy en día al alcance de una gran cantidad de conciudadanos siempre que hayan tenido el interés y estén dispuestos a realizar el esfuerzo personal imprescindible para dotarse de ella. Y esto es obvio que pasa para todo en la vida: si queremos disfrutar del imaginable placer de “surfear” por un casi túnel de agua envolvente tendremos que estar dispuestos a dedicarle unos cuantos miles de horas, además de ser jóvenes y físicamente dotados para ello. 


La familia
 No sé si el ejemplo es el más claro y ni siquiera si es suficientemente representativo. Seguro que es mucho más complicado llegar a ser un buen “surfer” que tener la experiencia cinematográfica necesaria para apreciar a Tarkovski en general y a “Sacrificio” en particular: Si conocéis un poco y medio al gran Dreyer (su “Ordet”, sobre todo), a Bergman (quizás “El Séptimo Sello” sea el mejor antecedente, entre las suyas) y Lars von Trier (especialmente "Rompiendo las olas" y "Melancolía"), ya tendréis referencias más que suficientes (¡¡y qué referencias!!) para intuir, evaluar y, presuntamente, concluir que “Sacrificio” es una obra maestra del CINE. 

Concluyo mi “crítica” con el apoyo de la inmensamente más fiable opinión de dos Grandes Maestros del CINE

Ingmar Bergman: "Mi primer descubrimiento de Tarkovski fue como un milagro. De repente me hallaba junto a la puerta de acceso a un recinto en el que yo siempre había querido entrar, pero cuya llave jamás me había sido dada, y en el que Tarkovski se movía libre y confiadamente. Me sentí animado, estimulado: alguien había expresado aquello que yo siempre quise decir, sin saber cómo. Tarkovski es para mí el más importante. Ha creado un lenguaje nuevo, que se corresponde con la esencia del cine, porque presenta la vida como reflexión, la vida como un sueño" 

Akira Kurosawa: "Me gustan todas las películas de Tarkovski. Para mí, es el director que mejor ha rodado escenas con agua, en albercas, charcos, etc. Sus obras son muy complejas, pero me parece un director extraordinario. Las películas de Tarkovski son diferentes a todas las demás. Su padre era un importante poeta y él heredó el talento de los poetas. En cierta ocasión, me comentó que le gustaba ver “Los siete samuráis” antes de rodar sus películas; pero yo hago lo mismo, antes de rodar las mías veo “Andréi Rublev”. [...] Tarkovski era un hombre muy simpático y agradable, con quien siempre tuve una relación muy buena. Él fue para mí... como un hermano" 


Tarkovski dirigiendo
Y termino con un aviso al respecto: ¿Por qué justamente hoy me dedico a hablar de Tarkovski?. Porque hoy, martes 30, a las 19:20 proyectan en el Cine Doré (sede de la Filmoteca Española) “Andrei Rublev”, otra muy famosa película suya (8,1 de nota media en Filmaffinity) que estaría encantado de conocerla junto con alguno o todos vosotros, Cinéfilos. La invitación está hecha. 

 Por si fueran de vuestro interés os adjunto los siguientes enlaces: 

Ficha de “Sacrificio”en Filmaffinity (nota media 7,7):

'Sacrificio', la obra maestra de un poeta irrepetible”, muy interesante crítica, casi actual, de Jordi Cuesta en El País:
http://elpais.com/diario/2008/04/18/cine/1208469616_850215.html 

Buen CINE, Amigos

Manrique


lunes, 29 de diciembre de 2014

MIKE NICHOLS NO SOLO FUE “EL GRADUADO”




Foto reciente del cineasta Mike Nichols
Hace pocas fechas, el 19 de noviembre concretamente, dejó de existir en Nueva York el director norteamericano de cine Mike Nichols, conocido principalmente por haber logrado convertir una comedia meliflua y sentimentaloide, “El graduado” (“The Graduate”), en una de las películas más taquilleras de todos los tiempos.

Estrenado en 1967, el film, que se llevó el Oscar al mejor director y estaba protagonizado por Dustin Hoffman, Katarine Ross y Anne Bancroft, contó con el aliciente de la banda sonora en la que se escuchan inolvidables canciones de Paul Simon y Art Garfunkel, un dúo formado por dos músicos de un alto nivel cultural que explotaron en aquel largometraje, con enorme éxito, algunas de sus mejores temas, como “Mrs. Robinson” (compuesta expresamente para el filme), “La feria de Scarbough” (basada en una melodía folk inglesa) y, sobre todo, “Los sonidos del silencio” (“The sounds of silence”).

 Otro dato interesante de la película es su localización en la universidad californiana de Berkeley, el escenario donde coincidían los hijos de las clases más pudientes de Estados Unidos con los primeros “hippies” que comenzaron a anidar por aquellos “campus”.

El que suscribe este comentario tenía menos de veinte años -¡Juventud, divino tesoro, te vas para no volver!, decía uno de los poemas más conocidos del nicaragüense Rubén Darío- cuando le tocó hacer cola de un par de horas matutinas en un cine la Gran Vía madrileña para conseguir las dos entradas y lograr el objetivo de llevar a su chica a ver una película en una apacible tarde dominical. Recuerdo que mi novieta de entonces y un servidor salimos embelesados después de la experiencia audiovisual en aquella sala de las de entonces, con cerca de mil butacas, una vivencia que ya ha pasado a la historia con la llegada de las multisalas y los minicines por el descenso del número de espectadores y la competencia de los DVD´s y las televisiones.

 Hace poco, volví a ver en la tele “El graduado” y, en mi opinión, la película sobrevive en ciertos aspectos al paso del tiempo. La interpretación de la también desaparecida Anne Bancroft –a la que ya había admirado en “El milagro de Ana Sullivan”, de Arthur Penn- me parece que es de lo más interesante de aquella producción. Su papel de madre acosadora del pretendiente de su hija, para evitar que se case con ella, es de una gran solidez interpretativa. Hoffman hizo perfectamente el contrapunto, y su saber estar a la altura de las circunstancias le valió un incremento del caché en las oficinas de los productores hollywoodienses.

¡No es la pierna de Anne Bancroft!
Como anécdota de la producción hay que decir que el fotograma promocional de la película, en la que aparece una larga pierna de mujer ajustándose una media negra, con Dustin Hoffman observando indolente al fondo de la escena, dicha extremidad no fue la de Anne Bancroft, quien al parecer estaba ocupada en otro trabajo cuando fue requerida para hacer el posado, sino de Linda Gray, entonces una modelo incipiente y después muy famosa por haber sido una de las protagonistas de “Dallas”, la serie que se emitió entre finales de los años 70 del pasado siglo y principios de los 90, que narraba las intrigas de un grupo de de tejanos adinerados que fue exhibida en todo el mundo, y que a este comentarista no gustó un pelo.

Considerado como un magnífico “artesano” del cine, Nichols, que tenía 83 años cuando murió y era de origen polaco-alemán, se inició en el teatro en Broadway. Aunque no le quedó más remedio que ir a rodar con frecuencia a Hollywood, a él lo que le iba era la “marcha” de Nueva York, una ciudad que le atrapó desde su llegada a Estados Unidos huyendo del nazismo.

 Rodó una treintena de películas, algunas de ellas para la televisión, y junto a éxitos notorios, cosechó algunos fracasos como “El día del delfín” (The day of the dolphin”, 1973) y “Dos pillos y una herencia” (The fortune”, 1974). Estas catástrofes se debieron principalmente a la necesidad de trabajar a toda prisa sin perfilar previamente los guiones.

Entre los éxitos posteriores a “El graduado”, hay que destacar en la filmografía de Nichols la divertida comedia “Armas de mujer” (“Working girl”), estrenada en 1988, con Melanie Griffith, Harrison Ford y Sigourney Weaver en los papeles principales.

Ella sí es la Bancroft

Como ocurrió en “El graduado”, el tema musical “Let the River run”, de Carly Simon, contribuyó al triunfo de este duelo de ejecutivas agresivas del Manhattan financiero finisecular. Esta canción de Simon llevó también el Oscar a la mejor banda sonora.

Otro triunfo de Nichols fue su última película, “La guerra de Charlie Wilson” (“Charlie Wilson war”, 2007) –fue muy reconocida aunque no logró ningún Oscar-, protagonizada por Tom Hanks, Philip Seymour Hoffman (también desaparecido recientemente) y Julia Roberts. Se trata de un drama político basado en hechos reales, protagonizada por un congresista con la guerra de Afganistan como telón de fondo.

Yo disfruté mucho viendo esta película en la que se mostró, por enésima vez, la capacidad de autocrítica del sistema norteamericano y, en esta ocasión, la evidencia palpable del precio que está pagando Occidente por los errores del planteamiento del abordaje del conflicto en aquella zona, cuna de talibanes y yihadistas al parecer indomables, por parte de la Casa Blanca.

Un año antes de “El graduado”, Nichols hizo un inmejorable trabajo con la adaptación al cine del drama de Edward Albee “¿Quién teme a Virginia Woolf?” (“Who´s afraid of Virginia Woolf?”), con Richard Burton y Elizabeth Taylor como protagonistas y cuando el matrimonio estaba a punto de saltar en pedazos en la vida real, fiel reflejo del texto del autor que retrata a un matrimonio de profesores universitarios alcohólicos que se odian a muerte. A pesar de todo, la película se llevó cinco Oscar y fue nominada (propuesta) para otros ocho. Quizá fue porque el filme se hizo en el momento oportuno con los actores oportunos.

Por si no lo recordáis, la relación Burton-Taylor fue de lo más tormentoso. Se casaron por primera vez –el actor galés fue el quinto marido de la Taylor, y después vendrían otros dos mas- en 1964 y se separaron diez años después. Sin embargo, en 1975 volvieron a celebrar matrimonio pero en 1976 se divorciaron para siempre, si bien durante estas dos etapas rompieron y se reconciliaron varias decenas de veces. Burton por su parte estuvo casado con otras tres mujeres.

Se cuenta que el rodaje de esta película fue de lo más tormentoso, por las borracheras casi continuas de Burton y Taylor, que degeneraban en ocasiones en insultos y agresiones no solo entre ellos sino hacia los miembros del equipo técnico. Los jovencísimos George Segal y Sandy Denis, que hacían los papeles secundarios, no entendían nada de lo que acontecía en el enrarecido clima del plató si bien Nichols les hacía señas por detrás para que aguantaran hasta que Richard y Liz volvieran a estar sobrios.

El título de la obra de Albee es un juego de palabras que suelen repetir los niños anglosajones –y por extensión los niños de todo el mundo- mientras interpretan una canción infantil basada en la vieja película de dibujos animados de Walt Disney “Los tres cerditos”. En ese filme, los animales son asediados por un lobo (“wolf”, en inglés), al que aprenden a distraer con valor e inteligencia, mientras se preguntan “¿quién teme al lobo feroz?”.

Según el escritor británico Anthony Burgess, “el nombre de la santa patrona de las feministas literarias, Virginia Woolf –quien se suicidó por problemas mentales en 1941 arrojándose al rio Oise- es el del animal depredador”.

“Aparentemente –añade Burgess-, hay gente que la teme o, de otra forma, su nombre no estaría en la canción de los tres cerditos. Hoy día, las mujeres nos llaman cerdos machistas a los hombres. Y los cerdos deberían temer a la más intelectual de las mujeres”.

Javier Parra

martes, 16 de diciembre de 2014

MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA (MAGIC IN THE MOONLIGHT)



Ficha técnica:
  • Año: 2014
  • Director: Woody Allen
  • Intérpretes: Colin Firth, Emma Stone, Simon McBurney
  • Guión: Woody Allen
  • Nacionalidad: Americana
  • Duración: 97 minutos

Comentario

Hace un año, por estas mismas fechas, publicábamos en este Foro un comentario sobre “Blue Jasmine”, la película recién estrenada de Woody Allen en aquella época. En aquel comentario, después de ensalzar la película, poníamos de manifiesto que Woody Allen había hecho una película más pesimista que lo que en  él era habitual y nos preguntábamos si la amargura que observábamos en sus personajes era una exigencia directa del guión o de que nuestro admirado director se había hecho mayor y malhumorado con el paso de los años. Terminábamos el comentario invitando a comprobar que pasaría a este respecto en “Magic in the moonlight”, la película que Woody Allen tenía en rodaje en aquellos momentos.

Pues “Magic in the moonlight”, “Magia a la luz de la luna”, ya está aquí y trata sobre lo acontecido al reputado mago Stanley Crawford, Colin Firth, que es invitado a una lujosa mansión en la Costa Azul francesa, propiedad de una acaudalada familia americana, para que ponga en evidencia los embustes de la joven y bella médium  Sophie, Emma Stone, que tiene sometida a la familia con sus dotes extrasensoriales y su capacidad para conectar con los espíritus del más allá. La acción transcurre en los años 20 del siglo XX, cuando la música de jazz y los más suntuosos placeres mundanos se esparcen entre los ricos  americanos residentes en la bonita costa del mediterráneo francés.

Como ocurre frecuentemente en la filmografía de Woody Allen, la película discurre en dos niveles diferentes. Por un lado se desarrollan las difíciles relaciones personales entre Stanley y Sophie y, por otro, se desarrolla un debate entre los  planteamientos vitales antagónicos del pesimista y racional Stanley y la optimista y espiritual Sophie sobre temas tales como el mundo físico y el mundo espiritual, la racionalidad y la ilusión, el amor, la religión, la magia y el ocultismo. Eros y Tanatos,  el Yin y el Yang debatiendo sobre temas tan antiguos como el ser humano.

Mención especial merecen en esta película el esplendoroso vestuario diseñado por Sonia Grande y, especialmente, la magnífica banda sonora, con canciones de Cole Porter y música de jazz, charleston, cabaret (hay una fugaz interpretación de Ute Lemper en un cabaret de Berlín) y  clásica con fragmentos de Beethoven, Ravel y la consagración de la primavera de Stravinsky.

A mi la película me ha gustado y me ha entretenido; seguramente es la mejor película en cartelera de estos momentos. Dicho esto, me parece que “Magic in the moonlight” aporta  poco nuevo a la filmografía de Woody Allen. Sigue manteniendo la mordacidad típica de los diálogos de los personajes de sus películas, pero con menos  frescura e ingenio. Sigue manteniendo la originalidad de sus guiones, pero todo resulta un poco más previsible. Bien, pero menos. Es como si la paleta multicolor de un pintor de campanillas se hubiera transformado con el paso del tiempo en una paleta de grises y colores pastel y su obra perdiera fuerza y belleza, aunque mantenga su calidad. Algo así me parece que le está ocurriendo al cine de  Woody Allen.

Y me parece que el pesimismo que ya se podía vislumbrar en “Blue Jasmine” y al que hacíamos referencia al principio de este comentario, se acentúa en “Magic in the moonlight”.  No recuerdo ningún personaje tan negativo como Stanley en las películas de Allen y, aunque, al final, hay un pequeño arabesco lateral que invita al optimismo, resulta poco creíble. Su (negativo) carácter impregna  la película.

En resumen, muy buena película, muy en la línea del cine de Woody Allen, pero con pocas sorpresas sobre las películas anteriores. Me parece que todos, director y espectadores nos vamos haciendo mayores y cada vez nos es más difícil encontrar en el cine de nuestro querido y admirado Woody Allen cosas nuevas, sorprendentes y originales que nos entusiasmen, como en el pasado. En cualquier caso, me parece obligado recomendar ver esta película, que, sin duda, es muy buen cine, lo mejor de la cartelera de estas Navidades.


JRL (16-12-2014)

sábado, 13 de diciembre de 2014

SINFONIA NUMERO 7 LENINGRADO DE DMITRI SHOSTAKOVICH



El 2 de septiembre de 1941  las fuerzas de la Wehrmacht, al mando del mariscal von Leeb, iniciaron el asedio de San Petersburgo, la Leningrado bolchevique. El asedio duró hasta el 12 de enero de 1943, fecha en la que las tropas soviéticas consiguieron levantar el cerco alemán a la ciudad. 500 días de lucha que despertaron el ardor patriótico de los sitiados, entre los que se encontraba Dmitri Shostakovich, nacido en esa ciudad en 1906 y considerado ya un reputado compositor, aunque cuestionado, en numerosas ocasiones, por los órganos oficiales y oficiosos de la URSS, por su supuesta música decadente y su falta de compromiso aparente con la revolución. Años más tarde Shostakovich acabaría siendo diputado del Soviet Supremo.

Shostakovich escribió  su séptima sinfonía durante el asedio alemán a Leningrado, en muy corto espacio de tiempo para los estándares habituales, con la  intención de que la sinfonía motivara a la resistencia a  los ciudadanos de Leningrado frente al invasor alemán. Se estrenó en marzo de 1942 con un éxito sin precedentes y la sinfonía se convirtió pronto en todo el mundo en un símbolo frente al nazismo. A Shostakovich le gustaba matizar que la sinfonía Leningrado era un símbolo frente a todo tipo de nazismo y un homenaje a la ciudad que “Stalin destruyó y Hitler remató”.

Con estos antecedentes, ya puede adivinarse que la séptima sinfonía de Shostakovich tiene un lenguaje musical apasionado, cercano al ambiente bélico y al totalitarismo que la rodeaba durante su gestación. El primer movimiento, el más famoso, tiene una melodía sencilla, que se repite “in crescendo” innumerables veces, tensionando al extremo al espectador, a la forma, quizá mal comparada, del bolero de Ravel. El segundo movimiento, con protagonismo de la música de viento y las arpas y el tercero, un adagio con momentos de gran sensibilidad, dan paso al cuarto, que comienza con una apabullante marcha fúnebre y finaliza con una espectacular conmemoración de la victoria frente al invasor, con la orquesta, cuerda y viento, a todo volumen y la percusión completamente “desenfrenada”. El final es apoteósico y muy difícil de olvidar para quien lo haya escuchado alguna vez.

La séptima sinfonía Leningrado de Shostakovich dirigida por el americano James Conlon es la composición seleccionada en el programa de la Orquesta Nacional de España de este fin de semana. En la representación del viernes la sala del auditorio nacional estaba al 80 % y el público disfrutó premiando a la orquesta y a su director con fuertes aplausos y numerosos bravos.

Sin duda merece la pena escuchar la Séptima Sinfonía Leningrado de Dmitri Shostakovitch y esta puede ser una buena oportunidad para ello.

JRL (13-12-2014)


domingo, 7 de diciembre de 2014

De “Interstellar”, de Christopher Nolan, y otras insensateces.

Queridos Cinéfilos:

Tenía dudas sobre si ir a ver la muy promocionada “Interstellar” o no, ya que, entre una mayoría de críticas profesionales con una calificación media de 8/10, o más, me llegaron algunas opiniones discrepantes, una de ellas procedente de un ex Cinéfilo, del que me consta que tiene un buen nivel de conocimiento cinematográfico, al que le pareció bastante mala. Lo que pasa es que yo tenía interés en poder conocerla y evaluarla personalmente, hasta tal punto que me “había preparado” para ello. ¿Cómo?: Viendo por primera vez en una sentada, desde hacía más de 40 años, “2001: Una odisea espacial”, la mítica película de Stanley Kubrick (a la que presuntamente Christopher Nolan rinde homenaje en “Interstellar”) que me siguió pareciendo maravillosa y de la que me admiró que se mantenga tan actual como cuando se estrenó, sin envejecer, salvo por el numeral del año de su título. Si no la conocéis, jóvenes miembros del Brat Pack, no sabéis lo que os perdéis, con un complemento que os aconsejo: leed la novela homónima escrita, poco tiempo después del estreno de la película, por Arthur C. Clarke, coguionista de aquélla junto con el mismo Kubrick, donde se dan más pistas para cerrar el final semiabierto del guión filmado.

La segunda parte de mi “preparación” fue volver a ver “El truco final (el Prestigio)” de Nolan (gracias, Susana, por facilitármela) para evaluar su labor de guión y dirección. Mi opinión: creo que es un director muy dotado, que en esta película consigue un producto de acabado intachable, pero como guionista, su obsesión de torcer y retorcer la trama para sorprender permanentemente al espectador hace que acabe aceptando incluir incongruencias y, lo que particularmente me decepciona, aberraciones técnico-científicas como, por ejemplo, la “multiplicación” de sombreros por la imposible máquina de trasmutación (o como se deba denominar) de la que, mira por donde, ni Tesla ni su ayudante se habían percatado, a pesar del montón de “dobles” que se incrementaba sin parar en el jardín a 25 mts de su laboratorio. Vamos, que en vez de ilustrar como un mago se servía de la Ciencia para sus trucos, convierte al extraordinariamente innovador científico Tesla en un medio mago con resultados milagrosos y acientíficos.

Dejando aparte la verosimilitud científica, resulta irracional que en cada ejecución del “truco final” sólo superviviera la “copia” que se obtenía porque previamente el “original” preexistente planificara “inmolarse” (desesperándose cuando se ahogaba, eso sí) a mayor gloria de su sucesora “copia”. ¡¡Un disparate!!. Todo vale para sorprender, incluso destruir un guión incluyendo unas cuantas incongruencias que son insalvables… al menos para los que no somos capaces de encontrar ni un gramo de calidad argumental en “Los juegos del hambre” que tuve el horror (y el valor) de soportar durante una media hora hace un par de domingos en la tele. ¡¡¡Nunca mais!!!.

A pesar de mis conclusiones tras revisar las dos primeras citadas películas y, además, haber leído un demoledor y despiadado comentario de Juan Manuel de Prada sobre “Interstellar” (para el que, más adelante, incluyo un enlace), mi fe en el Cine es tal que fui a verla … y ahora lamento profundamente haber desperdiciado tres horas de lo que me queda de vida en ello.

De vuelta a casa accedí a las críticas de los participantes en Filmaffinity y entre ellas encontré una que me exime de escribir la mía, “Carta de Kubrick a Christopher Nolan” de Giskdan, con la que me identifico plenamente, tanto en la forma (el autor “transcribe” una carta del gran Stanley dirigida a Christopher tras ver “Interstellar”; yo soy menos afortunado, les escribo a mis ídolos muertos pero ellos no me han respondido aún) como con las supuestas opiniones del creador de “2001” que vierte. Tan sólo quiero añadir que “Interstellar” cae, en mi opinión, en superiores incongruencias científicas a las que existían en “El truco final”, desde que un señor vuelva de dentro de un agujero negro (sin explicar ni pío de cómo) y que puestos a enviar desde 10 o 2.000.000 años luz (o 10.000.000.000, que no agotan el tamaño estimado del Universo conocido), a través de un “agujero de gusano”, un mensaje esencial para el futuro de la Humanidad (de contenido presuntamente complejo, vamos que no era trasmitir que E = MC2) a su hija, en el pasado de ambos, para mejorar el embrollo, ¡¡¡elige hacerlo en morse!!!. Por otra parte el episodio de la "ola" es un estúpido homenaje a los comedores de palomitas, fans de Roland Emmerich y sus “cosas filmadas”. Espantoso e irracional hipertsunami.

No os doy más la lata (un solo matiz: en la interpretación, mucho mejor Chastain, Hathaway y la niña preadolescente que "ellos"), pero si os apetece profundizar en el tema después de mi rollo, mejor entrad en los enlaces que adjunto para contrastar opiniones. Reitero: yo me adhiero a la de Kubrick que excelentemente “transcribe” Giskdan (chapeau, chapeau, chapeau también por su insinuación del presunto plagio en la solución para la Humanidad al final de la película de Nolan de la nave de "Cita con Rama", la excelente novela de Arthur C. Clarke en la que encontré, por primera y única vez en mi vida de lector, una referencia a la aceleración de Coriolis, ¿a que os suena, coleguillas dela ETSIN?; es que Clarke SÍ era un científico antes que escritor) donde las incongruencias se comentan, especialmente después del aviso de “spoiler”.

"Interstellar" Comentario de opinión de Juan Manuel de Prada en ABC:


“Un hogar en otros mundos”, crítica de Carlos Boyero en El País:


Crítica de Oti R. Marchante en ABC:


“Carta de Kubrick a Christopher Nolan”, crítica de Giskdan en Filmaffinity:


Buen Cine, Amigos.


Manrique

sábado, 6 de diciembre de 2014

Igor Strawinsky

Igor Strawinsky (1882-1971) y La consagración de la primavera

Le Sacre du Printemps se estreno en Paris en el teatro de los Campos Elíseos en 1913.
Los espectadores empezaron a reírse ya durante la introducción. Luego empezaron a maullar ruidosamente y a hacer apuestas acerca de cómo iría el curso de la representación. Una dama elegantemente vestida dio una bofetada a un joven que, a su lado, se reía a carcajadas. La anciana Contesse de Pourtalés se puso de pie en su palco y, temblando de ira, blandió el abanico gritando: << ¡Es intolerable!  Es la primera vez en sesenta años que alguien se atreve a burlarse de mí>>

Así se cuenta cómo transcurrió el estreno de La consagración de la primavera.
Treinta años después Wald Disney la utilizó (entre otras obras) como fondo musical de su película de dibujos Fantasia, en la lucha de los dinosaurios antediluvianos y de la erupción de los volcanes. Fue un gran éxito.
Desde entonces se representa regularmente en todos los auditorios y suele estar en el repertorio de las principales orquestas.
La escuché por primera vez en los años setenta en el teatro Real de Madrid, a la orquesta de RTVE dirigiendo Igor Markévich (1912-1983) que esa tarde había sido invitado a dirigir. Todo un lujo.
La obra musical comienza con sólo el fagot en un registro agudo que a mí me parece sublime, no me canso de escucharlo y me sigue emocionando como el primer día.
Volviendo a la obra, me parece interesante destacar algunas características importantes:
El ritmo es Aksak (del turco, “cojo”) pulsación desigual y es propia de la tradición de muchos pueblos del este de Europa
La melodía: es frecuente el uso de disonancias. Es importante señalar que para la creación de estas melodías Strawinsky utiliza escalas y modos “antiguos” que no son del todo ni de tonalidad mayor ni menor. También emplea pocas notas de la escala para crear melodías de poco recorrido y pocos saltos. Además son muy repetitivas. Otras se basan en escalas pentatónicas, de cinco notas. 
La armonía se aparta de la tonalidad clásica. La obra está cerca del atonalismo pero con un sentido muy estricto, aunque se usen acordes disonantes, todo tiene un sentido para dar brillo a la obra y sacar la sonoridad que se pretende.
Orquestación predominio de la percusión y los instrumentos de viento, evocadores de una naturaleza salvaje y primitiva. En algunos momentos el uso de instrumentos de viento madera tiene un efecto exótico y evocador. Otro tipo de recurso instrumental utilizado en la obra de Strawinsky es la mixtura de sonidos. Esta en concreto entre flauta contralto y violín solo tocando en armónicos una escala pentatónica. Merece la pena destacar el curioso papel reservado a las cuerdas en esta composición. Los violines, que por lo general son los encargados de llevar el peso de la obra, se limitan prácticamente a funciones de acompañamiento rítmico tocando notas breves y repetitivas, sin participar del protagonismo habitual. De hecho trata a la cuerda como un instrumento de percusión.
Esta obra puede considerarse como una obra inicial de la música clásica del siglo XX y, para mí, es la más importante obra de este siglo.
Quiero destacar a Igor Markévich como gran director de orquesta, que fundó la orquesta de RTVE en 1965. Le recuerdo alto, delgado y que vivió, ese gran día que fue para mí la audición de La consagración de la primavera, un incidente inusual en las salas de concierto. Acababa de comenzar el fagot cuando desde las últimas filas del teatro se oyó una voz gritar: “sin músicos no hay música” y una lluvia de octavillas cayeron por todo el teatro. En esos años los alumnos del conservatorio reivindicaban la titularidad superior para sus estudios. Igor Markévich bajo las manos, los músicos quedaron en silencio y después de unos minutos comenzó nuevamente la obra. No se volvieron a producir más incidentes.
Tengo una devoción especial por  La consagración..., no hay que buscar explicaciones más complicadas, despierta mi sensibilidad más profunda. Supongo que  cada uno de vosotros tenéis una obra musical o una canción que en el fondo de vuestra alma os hace vibrar. Animaos a escribir sobre ella y quizá podamos compartir vuestros gustos.