martes, 16 de diciembre de 2014

MAGIA A LA LUZ DE LA LUNA (MAGIC IN THE MOONLIGHT)



Ficha técnica:
  • Año: 2014
  • Director: Woody Allen
  • Intérpretes: Colin Firth, Emma Stone, Simon McBurney
  • Guión: Woody Allen
  • Nacionalidad: Americana
  • Duración: 97 minutos

Comentario

Hace un año, por estas mismas fechas, publicábamos en este Foro un comentario sobre “Blue Jasmine”, la película recién estrenada de Woody Allen en aquella época. En aquel comentario, después de ensalzar la película, poníamos de manifiesto que Woody Allen había hecho una película más pesimista que lo que en  él era habitual y nos preguntábamos si la amargura que observábamos en sus personajes era una exigencia directa del guión o de que nuestro admirado director se había hecho mayor y malhumorado con el paso de los años. Terminábamos el comentario invitando a comprobar que pasaría a este respecto en “Magic in the moonlight”, la película que Woody Allen tenía en rodaje en aquellos momentos.

Pues “Magic in the moonlight”, “Magia a la luz de la luna”, ya está aquí y trata sobre lo acontecido al reputado mago Stanley Crawford, Colin Firth, que es invitado a una lujosa mansión en la Costa Azul francesa, propiedad de una acaudalada familia americana, para que ponga en evidencia los embustes de la joven y bella médium  Sophie, Emma Stone, que tiene sometida a la familia con sus dotes extrasensoriales y su capacidad para conectar con los espíritus del más allá. La acción transcurre en los años 20 del siglo XX, cuando la música de jazz y los más suntuosos placeres mundanos se esparcen entre los ricos  americanos residentes en la bonita costa del mediterráneo francés.

Como ocurre frecuentemente en la filmografía de Woody Allen, la película discurre en dos niveles diferentes. Por un lado se desarrollan las difíciles relaciones personales entre Stanley y Sophie y, por otro, se desarrolla un debate entre los  planteamientos vitales antagónicos del pesimista y racional Stanley y la optimista y espiritual Sophie sobre temas tales como el mundo físico y el mundo espiritual, la racionalidad y la ilusión, el amor, la religión, la magia y el ocultismo. Eros y Tanatos,  el Yin y el Yang debatiendo sobre temas tan antiguos como el ser humano.

Mención especial merecen en esta película el esplendoroso vestuario diseñado por Sonia Grande y, especialmente, la magnífica banda sonora, con canciones de Cole Porter y música de jazz, charleston, cabaret (hay una fugaz interpretación de Ute Lemper en un cabaret de Berlín) y  clásica con fragmentos de Beethoven, Ravel y la consagración de la primavera de Stravinsky.

A mi la película me ha gustado y me ha entretenido; seguramente es la mejor película en cartelera de estos momentos. Dicho esto, me parece que “Magic in the moonlight” aporta  poco nuevo a la filmografía de Woody Allen. Sigue manteniendo la mordacidad típica de los diálogos de los personajes de sus películas, pero con menos  frescura e ingenio. Sigue manteniendo la originalidad de sus guiones, pero todo resulta un poco más previsible. Bien, pero menos. Es como si la paleta multicolor de un pintor de campanillas se hubiera transformado con el paso del tiempo en una paleta de grises y colores pastel y su obra perdiera fuerza y belleza, aunque mantenga su calidad. Algo así me parece que le está ocurriendo al cine de  Woody Allen.

Y me parece que el pesimismo que ya se podía vislumbrar en “Blue Jasmine” y al que hacíamos referencia al principio de este comentario, se acentúa en “Magic in the moonlight”.  No recuerdo ningún personaje tan negativo como Stanley en las películas de Allen y, aunque, al final, hay un pequeño arabesco lateral que invita al optimismo, resulta poco creíble. Su (negativo) carácter impregna  la película.

En resumen, muy buena película, muy en la línea del cine de Woody Allen, pero con pocas sorpresas sobre las películas anteriores. Me parece que todos, director y espectadores nos vamos haciendo mayores y cada vez nos es más difícil encontrar en el cine de nuestro querido y admirado Woody Allen cosas nuevas, sorprendentes y originales que nos entusiasmen, como en el pasado. En cualquier caso, me parece obligado recomendar ver esta película, que, sin duda, es muy buen cine, lo mejor de la cartelera de estas Navidades.


JRL (16-12-2014)

2 comentarios:

  1. Gracias, José Ramón, por tan buena recomendación. Esta película se me antoja placentera. Acudiré a la sala dispuesta a disfrutarla. Y quiero pensar que aún quedará algo por escudriñar del viejo Allen; intentaré que me sorprenda, me pondré a prueba.
    Un beso.

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  2. Vi esta película hace diez días y coincido prácticamente al 100% con la opinión de José Ramón (muy fino su detalle de identificar a Ute Lemper, cantante que ambos hemos recomendado aquí).

    No tendría sentido que me limitara a la anterior adhesión sin aportar nada nuevo. Lo que añado no es de “mi cosecha”, sino unas declaraciones del propio Woody Allen que despejan cualquier duda sobre lo que pretende trasmitir en “Magia a la luz de la Luna”. Cito varias de sus respuestas en una entrevista relatada por David Martos, que titula “Hago películas para no pensar en la muerte” en el ABC del 5 de diciembre http://hoycinema.abc.es/noticias/20141205/abci-woody-allen-entrevista-magia-201412041445.html):

    Y usted, ¿qué piensa del más allá?

    Yo soy un ateo estricto y no creo en esas cosas. Tengo una visión freudiana del mundo. Una vez coincidí en televisión con Billy Graham, el gran evangelista, y estuvimos discutiendo acaloradamente. Me dijo: «Cuando yo muera, aunque Dios no exista, habré vivido una vida mejor que la suya». Y eso es lo triste, que tiene razón. Yo he llevado una vida muy triste, sin esperanza, aterrorizado, una vida sin significado. Sin posibilidades de que haya un Dios o una vida después de la muerte. Dentro de no mucho tiempo el Sol se consumirá y el Universo entero se esfumará.

    Bueno, al menos sobrevivirán las películas, las obras de arte...

    No, nada sobrevive. Es como una colonoscopia. Te desmayas en un instante y no tienes ni idea de lo que pasa después. Habrá un momento en el que no haya obras de Shakespeare o películas de Marilyn Monroe... ¡porque no habrá planeta Tierra ni habrá gente!

    Con esa mentalidad, ¿qué le mantiene vivo (y haciendo cine)?

    Lo que me mantiene vivo es el sistema de seguridad instalado de serie en las personas, nuestro instinto para sobrevivir. Me doy cuenta de lo absurdo que es, pero si alguien entrase en esta habitación con una pistola... saltaría inmediatamente sobre él para intentar arrebatársela y lucharía por mi vida. Cuando se acabara la pelea usted podría preguntarme: «¿Por qué ha luchado por su vida?». ¡Y yo no podría darle una respuesta razonable! ¡Es que algo dentro de nosotros nos impulsa a hacerlo! La razón por la que hago películas es que, si te distraes, si ves el baloncesto, si practicas magia, si haces películas... te concentras en eso y no piensas en la muerte. Si me quedo en casa y no hago nada, lo que hago es pensar en estas cosas terribles.


    En cuanto al “modo” en que el director-guionista Allen impregna su “mensaje” en sus películas, cito a Oti R. Marchante que comienza y cierra su crítica de la película con los dos párrafos (para mí, muy acertados) siguientes (http://hoycinema.abc.es/critica/20141205/abci-magia-luna-woody-allen-201412041425.html):

    “A estas alturas ya deberíamos saber que hay dos tipos de películas de Woody Allen, y todas buenas: la pequeña película capaz de confundirse con sus obras maestras y la obra maestra capaz de confundirse con sus pequeñas películas. «Magia a la luz de la luna» puede encuadrársela en cualquiera de ellas. Un divertimento, un aire, un gracioso revuelo para hablar de los camelos de la magia real y de lo mágico de los camelos del amor, y todo ello con una sencillez, un precioso juego de mecanismos de personajes y escritura, una soleada narración, una caricatura de lo racional y de lo espiritual, un conocimiento absoluto de cada músculo que pone en funcionamiento la candidez romántica del alma humana y una elegancia exquisita en la membrana, paisaje y clima que envuelve a sus protagonistas y a su historia, situada en la Costa Azul francesa en los años veinte.

    Por lo demás, y una vez encantados con el escaparate, no es difícil que el talento de Woody Allen nos vuelva a hacer el truco de esconder cosas grandes en píldoras insignificantes, y que consideremos unas risas y un mero pasar el rato lo que, en el fondo, es un monumental manoseo a lo que tenemos dentro.”

    Sólo me queda concluir con un ...
    Buen CINE, Amigos.

    Manrique

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