domingo, 23 de noviembre de 2014
“Perdida” (“Gone Girl” 2014) de David Fincher. Una pareja perfecta americana en su Cine: Factura muy profesional + astuto guión comercial.
Queridos Cinéfilos:
He pretendido que la segunda parte del “título” de este comentario resuma mi opinión, que ahora amplío para los que queráis ahondar un punto más en conocerla … y soportéis mis peroratas de cinéfilo terminal (procuraré ser breve esta vez).
Si yo tuviera que proponer el premio a la mejor película comercial americana que he visto este año, creo que lo haría para “Perdida”, porque:
• Su director, David Fincher, conoce perfectamente el gusto del público americano y borda el costillar de cerdo con salsa cajún y la home made apple pie (aunque en este caso, le eche un buen pellizco de jengibre-ginger al final), ya sea con “Seven” (sin up), “Zodiac” (sin playa), en la variante “Benjamin Button” (con el que sintonicé muy bien) o en Facebook (red social que caté en TVE1 una noche de domingo hace un par semanas y, personalmente, me produjo gastroenteritis anímica, quizás por mi alergia a las empanadas mentales colectivas). “Perdida” está, en mi opinión, perfectamente diseñada y elaborada para gustar al gran público americano … y mundial.
• Tiene un muy astuto guión (adaptación del best seller homónimo de Gillian Flynn) con todos los ingredientes para mantener alerta al espectador los 149 minutos que dura la película: pareja y ambiente “cool”, sexo, ambición, venganza, lujo, giros de 180º en las situaciones, asesinato, crítica social (eso sí, superficial)…
• La interpretación es notable: la británica Rosamund Pike, como Amy, actúa muy bien (he tenido que mirar en internet para descubrir que ya la había conocido en sendos papeles secundarios en “Orgullo y prejuicio” y en la excelente “An education”) y Ben Affleck, contra lo habitual, cumple razonablemente.
La crítica la ha calificado muy bien (con alguna punzante excepción, de la que abajo doy referencia) pero, en mi comercialmente insignificante opinión, le pongo principalmente dos “pegas”:
• El guión, en el que se detecta la razonable obsesión por mantener atento al espectador y, al mismo tiempo, dar permanentemente una imagen de modernidad “cool” (perdón por la reiteración del palabro), me parece de verosimilitud más que discutible por la acumulación de acciones difícilmente asumibles en su conjunto, especialmente tras su último “gran giro”, a unos 20 minutos del final.
• No he percibido, y esto es estrictamente subjetivo, el “chispazo mágico” que hace que una película me cautive, como sí me pasó, ¡¡y cómo!!, en aquélla de hace bastantes años (ambas podrían entrar en la misma categoría por su tema) en la que “Matty” (KT) seducía en un cálido y "caliente" ambiente de Florida al baqueteado abogado “Ned” (WH), película de la que no facilito el nombre para no dar más pistas sobre la trama de ésta. Aquélla merecía un 9,5, a ésta yo le daría un 7.
Pero mejor accedéis a las críticas profesionales siguientes, yo me identifico mucho con la de Boyero (algo menos con la última, negativa) que, mira por donde, puso a la “anterior película”, la que no desvelo explícitamente, por las nubes en su día. Luego juzgáis si merece la pena ver la presente (yo aconsejaría hacerlo… si no tenéis otra mejor en vuestra cartelera local):
Tráiler:
https://www.youtube.com/watch?v=qwapS80xTTs
“Retorcido y brillante Fincher”, crítica de Carlos Boyero en El País:
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/09/actualidad/1412880733_122855.html
“Autopsia del matrimonio”, crítica de Federico Martín en ABC:
http://hoycinema.abc.es/critica/20141010/abci-perdida-david-fincher-opiniones-201410091936.html
“Un mago llamado David Fincher”, crítica de Alberto Luchini en El Mundo:
“Absurda, ilógica, con excesiva trama sin sentido y artificial como una alcachofa de cerámica… una de las mayores decepciones del año”, crítica de Rex Reed en The New York Observer:
Buen Cine, Amigos.
Manrique
sábado, 22 de noviembre de 2014
ARNOLD SCHOENBERG Y LOS GURRELIEDER
Arnold Schoenberg fue un compositor y pintor austriaco, de
religión judía, nacido en Viena en 1874 y fallecido en Los Ángeles en 1951. Schoenberg
fue de una generación posterior a
Mahler, también austriaco y judío, y eso se nota en su música. Si Mahler fue el
líder de la denominada Primera Escuela de Viena y se le identifica con la
composición de bellas y emocionantes sinfonías que hemos comentado alguna vez
en este foro, Schoenberg fue el líder de la Segunda Escuela de Viena y se le
identifica con el desarrollo del dodecafonismo, música compleja, de difícil
comprensión y, muchas veces, escaso seguimiento.
Eso quiere decir que los melómanos poco expertos del Auditorio Nacional miramos
a Schoenberg con un ojo entornado, dudando de si su música nos va a gustar o no, cuando le vemos
incluido en algún programa de la OCNE. Y
este era el caso del programa de este fin de semana, dedicado exclusivamente a Schoenberg con la
interpretación por la OCNE de una única composición, “los Gurrelieder”, con el
auxilio del coro de RTVE y cinco solistas internacionales.
Arnold Schoenberg compuso “los Gurrelieder” entre 1900 y
1911 y la obra se estrenó en febrero de 1913, poco después del fallecimiento de
Mahler, cuando Schoenberg emigró a
Berlín, harto del antisemitismo oficial y del provincial nacionalismo austriaco. Se trata de una
composición lírica dividida en tres partes, con poemas del poeta danés Jens
Peter Jacobsen traducidos al alemán, que narra los amores del rey Waldemar y su
amada Tove, fallecida a manos de la reina, desbordada por los celos. Puro
romanticismo, que se traduce en un lenguaje musical apasionado, abundante en
instrumentos de viento y coros inmensos, amorosos y lúgubres y cantatas épicas
y líricas a las que se une en la tercera parte un emocionante y bello
recitativo del narrador en forma de poema. Espléndido Schoenberg que avergüenza
al espectador que ha dudado de la belleza y emoción de sus composiciones.
El concierto de hoy lo ha dirigido el israelita Eliahu Inbal,
experimentado director con numerosos galardones internacionales y han
participado la ONE al completo, su coro y el de RTVE y cinco solistas
internacionales. Aproximadamente 250 personas en total llenaban el escenario
del auditorio ante un público que mayoritariamente ha disfrutado con la representación.
Hacía diez años que no se interpretaban “los Gurrelieder” en
el Auditorio Nacional. Se trata de una obra que se programa relativamente poco
por su complejidad y la enorme magnitud de efectivos que requiere. En mi
opinión merece la pena verla y disfrutarla.
JRL (21-11-2014)
viernes, 14 de noviembre de 2014
El juez
Director: David Dobkin
Guión: Bill Dubuque, Nick Schenk, David Seidler
Reparto: Robert Downey Jr. (Hank Palmer)
Robert Duvall(Joseph Palmer)
Billy Bob Thornton (Dwigth Dickham)
Vincent D’Onofrio (Glenn Palmer)
Jeremy Strong (Dale Palmer)
Vera Farmiga (Samantha Powell)
Leighton Meester (Carla)
Estamos ante un duelo entre un padre y un hijo, entre un abogado y su cliente, y entre dos grandes actores, aunque esto último es muy positivo para el resultado de la película.
Poco importan los hechos, lo verdaderamente importante son los sentimientos. ¿Pero es que los sentimientos se pueden llevar a una sala judicial? ¿No habíamos quedado que la verdad no importa si no se puede probar? Parece que todavía hay jueces que creen en la Justicia aunque se perjudiquen a sí mismos. Jueces, que después de más cuarenta años ejerciendo, no están dispuestos a salir por una puerta falsa, importándoles más su dignidad que su vida. Aunque para ello tengan que enfrentarse a su abogado o a su hijo, y tener que pasar en la cárcel los últimos días de su vida.
Por último, me pregunto quién de los tres guionistas es el responsable de tantas imágenes repetidas, tanto emborrachamiento de secuencias, que lo único que aportan es desviar la atención del tema principal.
Merece la pena ver esta película , sobre todo por algunas secuencias memorables:
1º Secuencia del sótano, con toda la familia reunida a causa de un tifón.
2º Secuencia del baño: el padre ha sufrido una indisposición y su hijo Hark le ayuda.
3º Secuencia en el despacho del joven abogado, a donde han llegado el juez y su hijo.
Y, desde luego, la secuencia en la sala judicial, de la declaración del juez.
Estamos ante un duelo entre un padre y un hijo, entre un abogado y su cliente, y entre dos grandes actores, aunque esto último es muy positivo para el resultado de la película.
Poco importan los hechos, lo verdaderamente importante son los sentimientos. ¿Pero es que los sentimientos se pueden llevar a una sala judicial? ¿No habíamos quedado que la verdad no importa si no se puede probar? Parece que todavía hay jueces que creen en la Justicia aunque se perjudiquen a sí mismos. Jueces, que después de más cuarenta años ejerciendo, no están dispuestos a salir por una puerta falsa, importándoles más su dignidad que su vida. Aunque para ello tengan que enfrentarse a su abogado o a su hijo, y tener que pasar en la cárcel los últimos días de su vida.
Por último, me pregunto quién de los tres guionistas es el responsable de tantas imágenes repetidas, tanto emborrachamiento de secuencias, que lo único que aportan es desviar la atención del tema principal.
Merece la pena ver esta película , sobre todo por algunas secuencias memorables:
1º Secuencia del sótano, con toda la familia reunida a causa de un tifón.
2º Secuencia del baño: el padre ha sufrido una indisposición y su hijo Hark le ayuda.
3º Secuencia en el despacho del joven abogado, a donde han llegado el juez y su hijo.
Y, desde luego, la secuencia en la sala judicial, de la declaración del juez.
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