Arnold Schoenberg fue un compositor y pintor austriaco, de
religión judía, nacido en Viena en 1874 y fallecido en Los Ángeles en 1951. Schoenberg
fue de una generación posterior a
Mahler, también austriaco y judío, y eso se nota en su música. Si Mahler fue el
líder de la denominada Primera Escuela de Viena y se le identifica con la
composición de bellas y emocionantes sinfonías que hemos comentado alguna vez
en este foro, Schoenberg fue el líder de la Segunda Escuela de Viena y se le
identifica con el desarrollo del dodecafonismo, música compleja, de difícil
comprensión y, muchas veces, escaso seguimiento.
Eso quiere decir que los melómanos poco expertos del Auditorio Nacional miramos
a Schoenberg con un ojo entornado, dudando de si su música nos va a gustar o no, cuando le vemos
incluido en algún programa de la OCNE. Y
este era el caso del programa de este fin de semana, dedicado exclusivamente a Schoenberg con la
interpretación por la OCNE de una única composición, “los Gurrelieder”, con el
auxilio del coro de RTVE y cinco solistas internacionales.
Arnold Schoenberg compuso “los Gurrelieder” entre 1900 y
1911 y la obra se estrenó en febrero de 1913, poco después del fallecimiento de
Mahler, cuando Schoenberg emigró a
Berlín, harto del antisemitismo oficial y del provincial nacionalismo austriaco. Se trata de una
composición lírica dividida en tres partes, con poemas del poeta danés Jens
Peter Jacobsen traducidos al alemán, que narra los amores del rey Waldemar y su
amada Tove, fallecida a manos de la reina, desbordada por los celos. Puro
romanticismo, que se traduce en un lenguaje musical apasionado, abundante en
instrumentos de viento y coros inmensos, amorosos y lúgubres y cantatas épicas
y líricas a las que se une en la tercera parte un emocionante y bello
recitativo del narrador en forma de poema. Espléndido Schoenberg que avergüenza
al espectador que ha dudado de la belleza y emoción de sus composiciones.
El concierto de hoy lo ha dirigido el israelita Eliahu Inbal,
experimentado director con numerosos galardones internacionales y han
participado la ONE al completo, su coro y el de RTVE y cinco solistas
internacionales. Aproximadamente 250 personas en total llenaban el escenario
del auditorio ante un público que mayoritariamente ha disfrutado con la representación.
Hacía diez años que no se interpretaban “los Gurrelieder” en
el Auditorio Nacional. Se trata de una obra que se programa relativamente poco
por su complejidad y la enorme magnitud de efectivos que requiere. En mi
opinión merece la pena verla y disfrutarla.
JRL (21-11-2014)
ResponderEliminarLa música dodecafónica consiste en tocar las doce notas de la octava, una tras otra, una sola vez y ninguna puede ser repetida sin que antes no hayan sonado las once restantes. Esta serie de notas, que viene a sustituir el antiguo tema, puede presentar aspectos muy variados.
La serie debe desarrollarse, claro está, según las leyes de la composición; de lo contrario, la pieza musical terminaría una vez hubiesen sonado las doce notas. Y estas nuevas leyes de la composición son, naturalmente muy complejas.
Las consecuencias inmediatas es que la armonía no es tan importante como la sonoridad.
He creído necesaria esta información para que se comprenda la monotonía que provoca esta música, aunque claro hay para todos los gustos.
Pero hay trucos:por ejemplo, se puede incluir alguna nota, cuidadosamente elegida, entre dos series. Algunos compositores posteriores a Schönberg emplearon series entre la composición cromática, es decir buscaban romper la monotonía.
En fin, como leo en mi libro de teoría de la música: "La dodecafonía también es música".
Seguro, Ana, que la dodecafonía también es música y posiblemente sean magníficos los músicos que la han desarrollado, pero el gran público suele tardar en comprender y apreciar los nuevos estilos musicales y éste no va a ser una excepción. Ya digo yo en mi comentario que los "melómanos poco expertos" tenemos problemas para entender esta música, pero la culpa no es de la música, sino de nuestro poco conocimiento. Yo mismo ignoraba lo que es la teoría de la música dodecafónica, así que gracias por tu explicación.
ResponderEliminarLo único que puedo añadir es que los Gurrelieder es una obra de juventud de Schoenberg, compuesta en su mayor parte cuando todavía vivía Mahler y, en mi opinión, bajo la influencia de su música. Este Schoenberg a mi personalmente me gusta mucho más que el posterior, que no entiendo.
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ResponderEliminarMe quede con la opinión de algunos compositores posteriores o contemporáneos a Schónberg así que me parece oportuno introducir la opinión de éste.
ResponderEliminarRespuesta de Schónberg a estos compositores:
El camino de en medio es el que no conduce a Roma; y éste es el que utilizan precisamente los que flirtean con las disonancias queriéndoselas de modernos, pero que son demasiados prudentes para llegar hasta las últimas consecuencias de su actuación. Lo mismo se puede decir de aquellos que hacen una cuidadosa selección de entre las disonancias sin ser capaces de dar razón de por qué las suyas están bien y las de los demás están mal, las de los que “no van tan lejos”, y no saben explicar por qué ellos llegan hasta donde llegan.
Una disonancia se produce cuando se introduce un acorde de una tonalidad distinta a la que se está tocando. No hay que ser un experto para oír claramente una disonancia, porque chirría en los oídos, aunque la olvidemos inmediatamente para seguir escuchando la melodía. Digo que chirría porque es algo que se sale de la melodía, pero, en ocasiones, puede gustar. En fin, volvemos a lo mismo: ¿Nos gusta el resultado o lo rechazamos?