viernes, 17 de febrero de 2023

Adiós a Carlos Saura, mi modelo de director español de Cine en 1968


Carlos Saura, Director de Cine
Admirado Carlos:

Es de bien nacidos ser agradecidos, dice un honesto refrán español, y por ello lanzo al éter este mensaje con la esperanza de que puedas recibir mi agradecimiento, porque tú fuiste mi modelo nacional de director de Cine en mi primerísima juventud cuando, ya infectado de Cinefilia crónica, vi  "Peppermint  Frappé", por las fechas debió ser en mi primer curso en la ETSIN, y pensé ¡qué maravilloso debe ser haber realizado una película como ésta!  Algo similar debió opinar el Jurado de la Berlinale de 1968 cuando te concedieron el Oso de Plata al Mejor Director por ella.

Me resulta incomprensible que un tal  Augusto M. Torres, presunto crítico de El País, haya escrito mucho después  "Con el paso de los años se ha convertido en lenta, aburrida y algo incomprensible" y agraviante que Filmaffinity incluya únicamente esa indocumentada frase como representación de la Crítica, cuando tal opinión choca frontalmente con todas las más acreditadas críticas de veteranos usuarios de esa web, a las que se accede desde la misma página de la película y basta leerlas para reconfortarse frente a semejante estupidez, que no compartimos la inmensa mayoría de los honestos Cinéfilos ... que no cobramos por opinar.

En otros periódicos te entendemos y queremos más, como demostró Antonio Lázaro en su acertadísimo glosario "45 años de una obra maestra rodada en Cuenca" de la sección Artes&Letras de ABC del 15 de junio de 2013. 

Modestamente yo ya rendí mi homenaje en este Foro  a "Peppermint Frappé" en 2016 y sólo lamento no haberte enviado la reseña para tu satisfacción. 

En 1976 me volviste a maravillar con "Cría cuervos", Premio Especial del Jurado en Cannes y nominada al Globo de Oro a la Mejor Película Extranjera.

Anecdóticamente esta película fue rodada en un espacioso chalet urbano de la calle María de Molina (creo que ahora sede de una escuela de negocios) situado a no más de 200 mts de las oficinas centrales de Izar-Navantia en las que unos cuantos Cinéfilos miembros de ese Foro hemos trabajado.

Para mí, "Cría cuervos" tiene una ligazón emocional adicional y es que Ana Torrent, que representa un muy importante papel de niña de diez años en esta película, hija del personaje de Geraldine Chaplin (tu pareja, Carlos, durante tu década más productiva, protagonizando todas tus películas de esos años)  y que ya se había lanzado tres años antes con otra muy buena interpretación en la magnífica "El espíritu de la colmena" de Víctor Erice (no te "piques", pero es tu más temible competidor al título de mejor director español de la segunda mitad del siglo XX) era físicamente parecida a mi hija Marta, diez años menor, a esas mismas edades, años en los que yo fui muy feliz en Ferrol...

Ana Torrent y Geraldine Chaplin en "Cría cuervos"
Pero la urgente buena noticia de hoy es que La 2 de TVE emite esta noche, a las 10, "Cría cuervos", para que los jóvenes y no tan jóvenes que no la conozcan la puedan descubrir. Por ello, Carlos, tengo que interrumpir este correo para poder avisar a mis Amigos de la oportunidad de verla. Comentaré otro día las otras películas tuyas que también me han gustado mucho, especialmente "Deprisa, deprisa", "El Amor Brujo", "Bodas de Sangre", "Ay Carmela", "Tango", "Goya en Burdeos"...

Hasta entonces, mi más cordial abrazo, Maestro.

Manrique


martes, 7 de febrero de 2023

Llego con tres heridas, de Violeta Gil

(Caballo de Troya, Barcelona, 2022)

Al llegar a la página 100, me he rendido y he cerrado este libro, creo que para siempre. No es que sea malo, que no lo es, pero no me considero capaz de seguir leyendo otras casi cien páginas en la misma línea. Me aburro y me cabreo, a partes iguales.
Violeta Gil, la autora (Hoyuelos, Segovia, 1983) es licenciada en filología inglesa y en interpretación y tiene un máster en escritura creativa. Es poeta, creadora escénica y traductora. Esta es su primera novela y en ella nos habla, fundamentalmente, de sí misma, de su padre y de su abuelo.
Si me preguntaran cuál es el tema de este libro, dudaría, como siempre. Violeta Gil habla de la memoria, de la identidad, de las relaciones familiares, pero no estoy seguro de que alguno de estos aspectos sea el tema central de la novela.
A lo largo del libro, que se puede encuadrar dentro del género autobiográfico, la autora adopta tonos muy diferentes. Así, mientras en la parte dedicada a la muy marginal participación de su abuelo en la explotación de Guinea Ecuatorial el texto yuxtapone una visión más periodística con una búsqueda permanente de la presunta culpabilidad colonialista de su abuelo, en el capítulo centrado en la relación entre sus padres glosa desde un punto de vista muy personal las numerosas cartas escritas por su padre a su madre.
Lo que en realidad no me ha gustado de este libro es su desnudez. Comprendo que cuando alguien pretende escribir un texto autobiográfico debe estar dispuesto a contar pensamientos, opiniones o vivencias íntimas, hasta rozar o entrar de lleno en el exhibicionismo. Pero cuando las intimidades que se cuentan afectan a otras personas, cuando esas intimidades no son necesarias para contar una historia o describir a un personaje, es fácil caer en algo muy parecido a la pornografía de los sentimientos. Y esto es, en mi opinión, lo que le pasa a este libro. Mucho de los detalles que recoge no son “exigencias del guion”, sino que me parecen perfectamente prescindibles.
Cuando me pregunto el porqué del éxito de este libro, me viene a la cabeza la película Tesis. Alejandro Amenábar defiende en esa película que lo que quiere el público es morbo. Y esta novela tiene mucho morbo.