sábado, 29 de marzo de 2014

Labor Day - Una Vida en Tres Días

Confieso que, desde hace demasiados meses, no voy al cine porque no quiero ir sola; no quiero encontrarme en la taquilla con nadie, no quiero saludar mientras subo las escaleras buscando mi fila y no quiero salir de la sala dando vueltas en mi cabeza a lo que he visto y oído y no quiero ver a mi alrededor a parejitas ni a grupitos de amigos ni puñetas obligándose a comentar entre ellos lo visto. Ea, ya está dicho.

Lo que otrora era algo que me agradaba sobremanera ahora se ha vuelto insoportable.

- ¿Nos vamos al cine?
- Venga. Mirad qué hay.

Y allí que me colé yo, felizmente acompañada por mis hijas y con un litro de coca-cola light en una mano y un cubo de palomitas en la otra. Feliz me las prometí y me repanchingué en mi butaca.

No tenía ni idea de qué iba la película aunque el cartel tenía olorcillo a melodrama romántico con sus luces y sus sombras, sus cielos y sus ramas; su abrazo y su espalda; ella y él. En fin, que pensé que igual era de las de llorar, vaya tela.

Y sí, vaya tela. Vaya... vaya... Lo suelto: Hacía años que no veía una película tan machista como ésta. Qué atrocidad. ¡Por los clavos de Cristo! Juro que durante toda la película estuve repitiendo mentalmente la siguiente frase "no seas mal pensada, venga, disfruta de la película, quédate con lo bueno, sé positiva, fíjate en la fotografía, valora la interpretación, venga... tonta" Pero no, qué va, no pude. Cuando salí de la sala lo largué: "Qué peaso película machista. Una porquería en tres patadas". Y no sólo me dieron la razón sino que entre las tres no dejamos títere con cabeza y es que... claro, la que tenía sentada en el asiento de mi derecha se marcha la próxima semana al CETI de Melilla a trabajar como enfermera voluntaria atendiendo a los que nada tienen salvo su vida migrante, y la que tenía sentada a la izquierda madrugaba el sábado para asistir junto a otras siete chicas estudiantes de quinto de medicina, todas mujeres, a una autopsia que sería dirigida por una médico forense. Y yo, claro, yo, que no necesito que ningún hombre me cambie el aceite del cárter, je.

No, damas y caballeros, no; por mucho que hayan querido teñir la cinta de sensualidad y profundo amor, el trasfondo es que muestran una mujer convertida en una inútil porque ha sufrido abortos a pesar de ser madre, amargadamente divorciada, incapaz de mantener un hogar, de resolver problemas, que vive metida en un agujero; y cuando aparece un hombre... se arreglan los desperfectos, todo funciona. ¡Por los clavos de cristo! Me callo, me callo, ya no digo nada más.

Bueno, sí, diré algo más. Qué magnífico es tener a quien querer, enamorarse y retomar la ilusión. La fuerza que da un abrazo lo puede todo y la vida que te insufla un beso apasionado no lo iguala nada.

Y qué nefasto es que dé contigo la persona equivocada. Te puede arruinar la vida o abandonarte porque desea una vida normal después de haberte causado estragos de palabra de obra o por omisión, incluso. Ah, y, claro, ¡alguien sabe quién descubre "el pastel"? Acaso el padre normalizado, la niña que se inmortaliza con un beso, la vecina que cruza caras, la cajera cotilla, el policía extraservicial, el bancario proactivo, el tendero experto en quitapelos, el paralítico que si le aprietan habla, o tú.

Por cierto, no conoceréis a algún tipo guapete, fortote, soltero (eso sí), que sea apañao... (Jo, es que no se me ocurre nada más porque yo hago mis chapuces, no necesito a nadie, todo está perfecto en casa, ..., qué ruina de mujer soy.)

Marga.

viernes, 21 de marzo de 2014

Una vida en tres días

Una vida en tres días viene a sumarse a la lista de películas que cuentan una historia de amor como: West side story, Un paseo por el amor y la muerte, La reina de Africa, Titanic, Love story, Un hombre y una mujer, Enamorarse, Casablanca, Los puentes de Madison o Memorias de África. Sin embargo, son historias diferentes con finales desiguales y, en casi todas, es el papel de la mujer el que determina el principio y el final de la historia, aunque este final esté por encima de su voluntad. Por esto la actriz tiene un trabajo arduo, debe trasmitir, por lo menos, amor, además de los sentimientos propios de cada historia. Y aquí nos encontramos con la parte más difícil, porque no es sexo, no es placer, no es felicidad. A veces el amor se expresa con una simple taza de té, otras, arriesgando la vida, otras enfrentándose a hermanos o padres intransigentes, otras, dando literalmente la vida, otras, perdiendo el prestigio social y otras veces prevalece la cobardía y se prefiere renunciar al amor. En Una vida en tres días hay una mezcla de ingredientes tan rica que habría que poner orden para no perder detalle. Primero, interviene el azar y, aunque esto es común a todas las historias, en este caso es absolutamente imprevisible. Segundo, el pasado ejerce un poder maléfico en Frank y también en Adéle. Tercero, se enamoraran al descubrir bondades ocultas, pero para llegar a este amor hay que tener una sensibilidad especial, y Adéle la tiene y Frank es capaz de captarla. Cuarto, el final no lo pueden controlar y se les escapará de las manos porque, nuevamente, interviene el azar. Henry, el hijo de Adéle y narrador de la historia, conviene no olvidar éste detalle, intervendrá directamente en la historia, tanto para propiciarla como para terminarla. La magia de esta película reside en Adéle. Y para expresar cómo es ella lo mejor es recurrir a un personaje secundario: el padre de Henry le confiesa a éste, años después de haberse separado de Adéle y haber iniciado una relación con otra mujer que “Yo quería tener una vida normal” y añade “Estoy arrepentido de haberos abandonado” y como escusa dice” No fui capaz de ayudarla a salir de tanta tristeza”. También Frank nos informa de cómo es Adéle “Debió estar loco tú padre por abandonaros a ti y a tú madre” Qué mejor actriz para un papel con tantos matices que Kate Winsiet, esta perfecta en este trabajo y es un placer verla. La acompañan en el reparto Josh Brolin en Frank y Gattin Griffith en Henry. El director y guionista Jason Reitman, que hemos visto en otras películas no precisamente antológicas, ha hecho un magnífico trabajo cuidando los detalles al máximo, moviendo la cámara para narrar, cosa lógica en el Cine, pero que no siempre se hace, por ejemplo: la realización de un pastel de melocotones. Dicho pastel se convertirá en un punto de inflexión en la historia. Hay un antes y un después de confeccionado el pastel.

lunes, 10 de marzo de 2014

“La Venus de las pieles” (“La Vénus à la fourrure” 2013) de Roman Polanski


Chéri Roman:

Paso a mi lengua materna porque mi francés está muy oxidado. ¡Cómo envidio a mi amiga L.A. por sus años recientemente vividos en París y las escondidas maravillas que seguro ha descubierto o por “ensayar” sus interpretaciones en francés, con Jorge Semprún como único espectador, en medio de la Place de Dauphiné y luego poder charlar con él!. A ver si, a pesar de las calabazas que dio a mi intento de fichaje para “Cinéfilos”, la animo a que nos cuente esa historia en este Foro, on verra. Aunque realmente es más fácil acceder al relato directamente en su blog:

http://asiessiasiosparece.wordpress.com/2011/06/09/rincones-y-recuerdos/

Con ella sí que te entenderías bien, Roman, en esa lengua que los dos, ninguno francés, domináis. Reitero: ¡qué envidia!.


Bueno, Roman, resulta que tú y yo “coincidimos” en el preestreno en Madrid de “El pianista”, aunque yo era un simple espectador y tú, en el escenario del Capitol, acompañabas a la auténtica viuda del personaje central en la presentación de aquella película. ¡Menuda experiencia la suya!. La vuestra, quiero decir. Porque tú, de niño, también estuviste en Varsovia durante aquella terrible experiencia. No mucha gente puede decirlo.


Es normal que no reparases en mí, aunque, si me lo permites, quiero pensar que, si hubieras sabido lo mucho que cinematográficamente me has influido desde que te descubrí en “Repulsión”, antecedente que ya relaté 
en estas páginas hace tres años al comentar tu película “El escritor”, habrías aceptado dedicarme un par de minutos para charlar algo de CINE, tú, gran director, conmigo, aspirante a ingresar en la Escuela Oficial de Cinematografía, cuyo examen de acceso ... no superé.

Ya sabes que cuentas con tantos seguidores como detractores (si éstos lo son por temas privados, por mi parte no considero tener los datos fiables mínimos para juzgarte, en todo caso éticamente lo podría sólo hacer basándome en los “mensajes” que, acertadamente o no, capto en tus películas, mensajes que, personalmente, encuentro positivos y moralizantes en su generalidad). Dejando aparte los juicios éticos y centrándome en los puramente cinematográficos, creo que me cuento entre tus admiradores tras una evaluación racional, no emocional, nunca me he sentido “hincha incondicional” de nadie. No justifico de nuevo porque ya lo hice en mi arriba referenciada anterior crítica en el Foro.



Polanski dirigiendo
Hablando de lo que ahora se trata, “La Venus de las pieles”, tu última película, quiero felicitarte por tu gran originalidad y audacia para elegir un tema tan poco comercial (en España se estrenó con 34 copias, frente a las 600 de cualquier producción hollywoodense, y nula promoción; moraleja: si se quiere ver en Madrid, cuatro semanas después de su estreno, sólo se puede conseguir en dos salas, supongo que es parecido a lo que ocurriría si quieres beber Dom Perignon del 50 en un restaurante…) y desarrollarlo sin la más mínima concesión al morbo a pesar de que la trama se centra en el casting para una adaptación teatral de la novela del mismo título de Leopold von Sacher-Masoch (el “creador” del masoquismo, vamos). Y que la película podría ser calificada como apta para +7, eso sí, las pobres criaturas no se enterarían de nada. Esta es una película adulta y culta.

Con tu permiso, Roman, como los personajes de algunas obras clásicas, me dirijo ahora al público, vamos a los “Cinéfilos” que, a lo mejor, hasta nos leen, para comentarles tu película.


¿De qué va?: Vencida la hora para un casting para la protagonista femenina del próximo montaje en un pequeño teatro parisino y cuando sólo queda el director, que ya está apagando las luces, llega apresuradamente una última atrabiliaria aspirante, enfundada en un vestido de cuero sado (nada especialmente atrevido, aclaremos), empapada por la lluvia y con el rímel corrido. Tanto se disculpa por el retraso e implora que le hagan la prueba que consigue que el director, únicamente para eliminarla rápidamente, acepte efectuársela. Entonces ocurre lo inesperado: nada más empezar, ella demuestra que domina el papel, conoce perfectamente la obra y se trasmuta de una persona superficial (¿simulada?) en la intérprete perfecta para el papel. 


Y todo cambia, ya no es una prueba sino un duelo en el que ella desafía al director contraponiendo opiniones personales y referencias eruditas a las ideas de él sobre la obra original y la versión que ha preparado, en un combate a muerte… anímica. Pero, ¿por qué?.

Y lo peor es cuando la diatriba se sale del texto y contexto de la obra ensayada y afecta a las personas, no a los personajes, que están en el escenario y alguna otra tercera en discordia que, ni está, ni se la espera, pero… mejor no lo cuento. No vamos a desvelarlo. Tan sólo añadir que la acción ocurre en 94 minutos, con un travelling inicial por una calle desierta y el final, casi simétrico, incluidos, se refleja en un crono también de 94 minutos y toda la acción en un escenario único, el del teatro.



Él y ella
A mí, la trama me resultó interesantísima y muy pronto esta película me recordó (puedo jurar que sin haber leído previamente la crítica de Javier Ocaña, cuyo enlace incluyo al final), como antecedente formal, a mi (y vuestra, supongo) admiradísima “La huella” de Mankiewicz. Aquí también se trata de de un feroz combate dialéctico entre dos únicos personajes (con un tercero oculto) … que en algunas ocasiones hasta parecen el ying y el yang de uno mismo (la pareja, en singular). Para que la endogamia sea mayor, Polanski ha escogido a Emmanuelle Seigner, su esposa, y a Mathieu Amalric (que se parece fuertemente a él mismo con 30 años menos) como únicos actores.

Existe todo un juego de referencias (estoy seguro que no he captado todas) y matices del lenguaje (la vi en VOS, ¿entendéis ahora mi envidia de antes por el conocimiento de L.A. del francés?) que se me habrán escapado, pero considero que esta película, en la que la interpretación es esencial y está muy conseguida (extraordinaria la de Emmanuelle Seigner), es muy importante verla en su idioma, aunque me vea obligado a leer los subtítulos, pero mi francés del bachillerato me permite, al menos, apreciar las entonaciones de los actores 
 y reconocer ciertos giros puramente galos. Todo ello hace que este sofisticado “bocado” no sea apto para todos los paladares (pero estoy seguro que sí para los de los “Cinéfilos”).

Como el desenlace final no me pareció un broche perfecto para la trama y por las limitaciones existentes para que un espectador que no conozca la novela original llegue a los más destilados mensajes de la película, no puedo calificarla con un 10, como a “La huella”. Yo la dejaría al menos en un 8, pero con la máxima nota para Mme Polanski como actriz (Mathieu Amalric cumple notablemente) y para Mr. Polanski un sobresaliente como director, coguionista y mentor de esta película, que, sin lugar a dudas, os aconsejo ver en VOS para apreciar los diversos tonos de voz que emplea Seigner.


Bueno, Roman, felicidades por “La Venus de las pieles” para ti y para tu esposa. ¿A ver cuál es la siguiente?.


Y para vosotros, Cinéfilos, buen CINE, Amigos.


Manrique


Tráiler en francés (comparad, por ejemplo, el tono de “ella” que se recoge en este traíler en francés respecto a la traducida, mucho mejor verla en VOS):

https://www.youtube.com/watch?v=g5WRsxFjgnw

Comentario de “Días del Cine” en La 2, con el tráiler de fondo:

Crítica de Oti R. Marchante en ABC (la suscribo):


Crítica de Javier Ocaña en El País (la suscribo, igualmente):

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/01/30/actualidad/1391104485_938514.html 

Por cierto, en Youtube “anda suelto” un tráiler de otra “Venus in Furs” (1969), absolutamente infumable, del digamos “original” director español Jess Frank, vamos Jesús Franco, tío materno del sobresaliente escritor Javier Marías, que dedicó sus últimos 20 años de actividad a realizar películas más mas que menos porno de ínfima calidad. Se supone que sobre la misma novela original pero diferentemente “adaptada”. Evitad esta 
otra como a la peste.

domingo, 2 de marzo de 2014

La indiscutible ganadora de los Oscar: "Memorias de África" de Sydney Pollack


No, queridos "Cinéfilos", no. No he conocido ni, mucho menos, hecho ninguna encuesta, en vuestro entorno o en uno más amplio.

Es mi pedante opinión: Creo que entre los mortales aficionados al Cine (no restringiéndolo, en absoluto, a los infectados terminales de Cinefilia, como algunos otros y yo), "Memorias de África" es la más universalmente aceptada como la gran película ganadora de Oscar de nuestra vida y por ello le rindo este homenaje, de alguna manera implícito ya en la carta que desde aquí dirigí, al Cielo de los Cinéfilos, a su Director, Sydney Pollack, expresándole, además de por muchas otras, mi agradecimiento por la melancólica felicidad que saboreé cuando vi esta película por primera vez y cuando la veo de nuevo, veo de nuevo ... veo de nuevo, gratitud que extiendo a Meryl, Robert, Klaus... y a John Barry por su inolvidable partitura. Y, seamos justos, el máximo homenaje debería ser para Karen Blixen, extraordinaria Mujer que nos dejó escrito lo mejor de su vida firmando como Isak Dinesen

Suscribo de todo corazón (nunca mejor dicho) lo que acertadísimamente escribía el pasado viernes Oti Rodríguez Marchante en su comentario en ABC glosando esta película (acompañando el anuncio de que hoy se distribuiría el DVD con el periódico, creo que hay que tenerlo):

"...Y la relación, difícil de encajonar con un simple "amorosa", entre Karen Blixen y el aventurero Denys Finch-Hatton, que interpreta con las bendiciones del aura Robert Redford, forma ya parte de ese póster que varias generaciones pasadas y futuras tienen enmarcado y colgado en la pared invisible de su intimidad, aunque sólo sea por ese instante de jabón, porcelana, cabello y río que segrega las sustancias impalpables de la felicidad.

Y la obra maestra de Sydney Pollack, tan fascinantemente urdida para equilibrar lo que le concede y de lo que le despoja al espectador, se va de la pantalla en un final de emoción irresistible y que te ciega de una melancolía inexplicable por una granja que no has tenido y por una vida que no vas a tener."


Amén, digo yo.

Magnífico CINE, Amigos.

Manrique

La "ganadora" de mañana, no le llegará a la suela de los zapatos. Es mi apuesta.