
A veces me entusiasman algunas películas que representan una ruptura formal o una innovación en el estilo, como el ejemplo paradigmático, al menos para mí, de “Dogville”, pero de vez en cuando aparece una película formalmente clásica que cuando termina descubres que ha sido tremendamente amena, reflejando una historia con tonos grises, inserciones negras, guiños verdes y destellos rosas, lo que resulta en un collage muy atractivo y, además, con muy buen fondo… Es el caso de la argentina "El secreto de sus ojos", excelentemente dirigida por Juan José Campanella.
Un muy atrayente guión (únicamente chirría un pelín el golpe de suerte de encontrar una aguja entre ¿30000? pajitas o cierta dificultad en aceptar algunas soluciones que son esenciales para el mensaje central de la película, pero ¿acaso no nos maravilló “El coleccionista” o no nos han sorprendido algunas recientes sórdidas historias centroeuropeas?, claras referencias, ¿no?), muy buena interpretación de Ricardo Darín, Guillermo Francella, Soledad Villaamil y el "gallego" Javier Godino (una cinéfila, que me la ha alabado, solamente le pone una pega a la película, fallos en el maquillaje de algunos personajes al envejecer tras una elipsis de 25 años en la historia), dirección, correcta fotografía realista,…
Si esto fuera una crítica gastronómica, estaríamos ante el símil de un sobresaliente plato de la cocina galaica: excelente materia prima con una preparación sencilla. No es de extrañar: en Argentina hay muchos gallegos. A lo mejor la madre de Campanella lo es.
Absolutamente aconsejable. A mi acompañante le pareció de lo mejorcito que ha visto en los últimos años. A mí también.
Buen Cine, Amigos.
Manrique