Director: David Dobkin
Guión: Bill Dubuque, Nick Schenk, David Seidler
Reparto: Robert Downey Jr. (Hank Palmer)
Robert Duvall(Joseph Palmer)
Billy Bob Thornton (Dwigth Dickham)
Vincent D’Onofrio (Glenn Palmer)
Jeremy Strong (Dale Palmer)
Vera Farmiga (Samantha Powell)
Leighton Meester (Carla)
Estamos ante un duelo entre un padre y un hijo, entre un abogado y su cliente, y entre dos grandes actores, aunque esto último es muy positivo para el resultado de la película.
Poco importan los hechos, lo verdaderamente importante son los sentimientos. ¿Pero es que los sentimientos se pueden llevar a una sala judicial? ¿No habíamos quedado que la verdad no importa si no se puede probar? Parece que todavía hay jueces que creen en la Justicia aunque se perjudiquen a sí mismos. Jueces, que después de más cuarenta años ejerciendo, no están dispuestos a salir por una puerta falsa, importándoles más su dignidad que su vida. Aunque para ello tengan que enfrentarse a su abogado o a su hijo, y tener que pasar en la cárcel los últimos días de su vida.
Por último, me pregunto quién de los tres guionistas es el responsable de tantas imágenes repetidas, tanto emborrachamiento de secuencias, que lo único que aportan es desviar la atención del tema principal.
Merece la pena ver esta película , sobre todo por algunas secuencias memorables:
1º Secuencia del sótano, con toda la familia reunida a causa de un tifón.
2º Secuencia del baño: el padre ha sufrido una indisposición y su hijo Hark le ayuda.
3º Secuencia en el despacho del joven abogado, a donde han llegado el juez y su hijo.
Y, desde luego, la secuencia en la sala judicial, de la declaración del juez.
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