"..., se nos ha muerto Andrés. Siempre le recordaremos" se podía leer en mi móvil el domingo por la noche. Lo leí justo antes de irme a la cama, lo leí tres veces, la última en voz alta y la mirada se me perdió. Fui al salón donde aún estaba mi hija mayor y le dije... "se ha muerto Andrés" y me preguntó que quién era. A ver cómo le podía yo explicar a mi hija que Andrés era como de la familia. Qué digo... era de mi familia, de esa familia que uno crea sin darse cuenta, sí. Era de mi familia. De la que creamos hace más de 25 años en la calle Miguel Ángel 21 y 23 en Madrid allá en el año 82. Madre mía!, si aún puedo verle. Veinte años de trabajo con una persona, compartiendo de lunes a viernes y de 7:12 a 14:45 todas las semanas de todos los meses de todos esos años.
Mientras cruzaba esta mañana el Puente Carranza camino de la oficina y sintiéndome muy triste porque Andrés ya no está aquí he conseguido decirle en voz alta que me alegro de haberle conocido y que no olvidaré nunca su franca carcajada y su aspecto lleno de color, me quedo con los momentos compartidos en un mundo de barcos grises.
Todos tenemos una película. En la mía, desde el sábado 19 de junio falta un personaje, Andrés Marcos.
Un besito, Andrés.
Marga.
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