Hace casi 30 años tuve la suerte de trabajar y prácticamente convivir (para ello estaba desplazado desde mi casa y puesto de trabajo en Ferrol a las oficinas centrales en Madrid) durante dos meses con un par de ingenieros japoneses de Mitsubishi Heavy Industries, incluyendo las dos últimas semanas en una detallada visita a sus astilleros de Kobe y Nagasaki-Koyagi, experiencia sociológicamente interesante porque uno de ellos, Susumo Morimoto, un par de años mayor que yo (pero en tan buena forma física como Mishima en sus mejores tiempos, que ya es decir), era una persona muy extrovertida y una auténtica “esponja sedienta” a la hora de adquirir el máximo conocimiento sobre España durante las seis semanas que estuvieron aquí, estancia para la que un equipo de cuatro compañeros de nuestra empresa teníamos el encargo de acompañarles permanentemente, tanto en las eternas reuniones del contrato de colaboración entre nuestras empresas como en las visitas turísticas de cortesía por la tarde-noche (en mi caso hasta tuve la ocasión de ir a los toros a la Monumental de Madrid, la única vez en mi vida, acompañando al simpático y vitalista Susumo: el espectáculo estuvo tanto sentado a mi lado como en el ruedo, os lo aseguro).
Ni que decir tiene que nuestra visita a sus astilleros, ya en Japón, fue técnicamente interesantísima, pero en este Foro lo que quiero trasmitir es lo fascinante que me parecieron el carácter japonés, su sentido de la responsabilidad profesional, exquisita educación y acendrado “sentido de la vida”, conocimiento que lentamente adquirí con el contacto con Susumo y, muy destacadamente, durante nuestra inolvidable cena (mucho más interesante que la tradicional y carísima, supongo, cena oficial que nos ofrecieron en una especie de Casa de Geishas privada; éstas de acrisolada virtud, no penséis mal) en su casa tokiota a la que nos invitó, y digo inolvidable por la oportunidad de conocer a su esposa y pareja de hijos adolescentes, especialmente la chica, tan extrovertida como su padre, con los que estuvimos hablando dos o tres horas, no porque la casa me pareciera envidiable (en un barrio medio de Tokio el m2 estaba entonces a ¿10 veces el precio de Madrid?), ni porque la comida japonesa me encante, que ni me atraía ni me atrae nada (a pesar de que la esposa se había volcado en ofrecernos un festín), sino por poder aprehender, aunque fuera superficialmente, el “ambiente familiar japonés”, ambiente que, como un aroma antiguo, he creído reconocer en dos películas que aquí he comentado, “Still Walking” y “Kiseki” de Kore-Eda, sobre todo en la primera, y en “Despedidas” (2008), de Yojiro Takita, óscar a la Mejor Película de habla no inglesa, que me gustó mucho cuando la vi hace un año en la Filmoteca y que, inusualmente, vuelve a estar programada en el Doré (ocasión para conocerlo, si no habéis estado en ese “templo del Cine”… y vivís o estáis de visita en Madrid) para el próximo miércoles 26 a las 19:10 (abajo adjunto el enlace de la programación), razón por la que he considerado oportuno subir hoy este comentario, ya que creo que, salvo homenajes y obituarios, la mayor utilidad de este Foro es que nos avisemos unos a otros sobre lo que consideremos bueno/decepcionante para recomendarlo/evitarlo, como “aviso a navegantes”, cuando todavía sea posible verlo/oírlo.
¿Y de qué va “Despedidas”?: Debido a la crisis, se disuelve una orquesta sinfónica japonesa, quedando sus músicos en paro. Uno de sus cellistas, treintañero, acaba de comprarse un muy buen violoncello, que le ha costado mucho más de lo previsto inicialmente, mediante un crédito. Tras el consiguiente disgusto con su joven esposa ante el negro panorama profesional de él, busca rápidamente un trabajo y coge lo que encuentra: maquillador de cadáveres (me enteré por la película de que cualquier familia japonesa que sea algo tradicional encargará los servicios de un profesional en el domicilio del finado para que prepare el cuerpo antes de la ceremonia tradicional de “despedida”, a la que asisten todos los familiares y allegados), entrando a trabajar en una mínima compañía donde su nuevo patrón le va enseñando el oficio y, de paso, nuestro protagonista empieza a meditar sobre la muerte, tema de fondo inevitable para los vivos que nuestra cultura consumista actual trata de ignorar.
¿Película triste?. En absoluto. Se comenta en la programación de la Filmoteca: “La exitosa película de Takita nos cuenta una agridulce historia en la que la muerte y la vida se relacionan de diversas maneras, mostrando incluso cómo la muerte puede significar un nuevo comienzo, un principio de vida”. Tiene hasta apuntes cómicos, buenos, por cierto, pero al mismo tiempo trasmite una serena visión sobre tema tan desasosegador.
Yo no diría que es la mejor película de mi vida, pero sí una de las mejores que vi el pasado año y, quizás, la que más me “llenó”. A lo peor por que me recordaba el espíritu de Susumo Morimoto.
Comiendo con el jefe y la secretaria |
Por si os interesara, incluyo los siguientes enlaces:
Trailer en VO con subtítulos en español:
“Okuribito” arrasa en los premios del Cine Japonés:
http://septimovicio.com/noticias/21022009_okuribito-departures-arrasa-en-los-premios-del-cine-japones/?category=asia/21022009_okuribito-departures-arrasa-en-los-premios-del-cine-japones/#.UwevPON5N1E
Comentario en Aula de Filosofía de Eugenio Sánchez Bravo sobre la película:
Comentario en “Movies that make you think”:
http://moviessansfrontiers.blogspot.com.es/2010/04/99-japanese-director-yojiro-takitas.html
Programación en el Doré-Filmoteca:
http://www.mcu.es/cine/MC/FE/CineDore/Programacion.html
Muy buen CINE, Amigos.
Manrique
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