domingo, 31 de diciembre de 2017

LA HORA 25

Ficha Técnica

Título: La Hora 25 (Ora 25)

Autor: Constantin Virgil Gheorgiu

Año de publicación: 1949

Idioma original: Rumano


Comentario

Constantin Virgil Gheorgiu
El 29 de julio de 2010, bajo el título " Felices vacaciones....con un libro", Manrique nos recomendaba en el Foro leer La Hora 25. "Fue un Best Seller de los años 60 y acaban de reeditarlo" decía, haciendo referencia a los elogiosos comentarios de Teresa, Rogelio y Mariano sobre el libro. Hace poco Manrique volvió a recomendarme su lectura y a hacer algún comentario sobre el libro en el Foro. Acabo de terminarlo y cumplo mi palabra.

La Hora 25 es el momento en el que el hombre libre perderá toda esperanza de sobrevivir, derrotado por la tecnología al servicio del sistema político imperante. Es el tiempo en el que el hombre bueno de Rousseau llegará a su fin, a manos del progreso científico y de la burocracia del aparato administrativo que todo lo controla.

Y de esto trata el libro. La acción  transcurre durante la segunda guerra mundial. Un hombre bueno e inocente, un campesino rumano de nombre Iohann Moritz, incapaz de la más mínima maldad, es acusado falsamente por un policía local de tener origen y religión judíos para que sea internado en un campo de trabajos forzados y poder él tener acceso franco a su mujer, Suzanna Iordan. Y a partir de ahí su vida transcurre, cada vez con mayor dramatismo, en campos de concentración de Hungría y Alemania, donde un científico le cataloga como un ejemplar puro de la raza aria y le transfiere como soldado a las SS. Allí actúa en connivencia con los presos aliados y judíos a los que vigila. Cuando Alemania pierde la guerra, Moritz es nuevamente internado en campos de concentración, esta vez bajo control aliado, americanos, polacos y rusos, acusado de colaboracionismo con los nazis. En total visita 38 campos de concentración  y es acusado de criminal de guerra por 52 países, siempre con cargos falsos de administraciones civiles y militares incapaces de identificar su verdadera situación, como consecuencia de una burocracia administrativa en la que el sistema político y social  es siempre más importante que el individuo. Su sufrimiento, incluso su muerte, no interesan a nadie. Lo que importa es el sistema, sea éste nazi, comunista o liberal capitalista, sea éste cristiano, judío, agnóstico o ateo.

Además de Iohann Moritz, en el libro hay otros tres personajes "decentes" más; Alexandre y Traian Koruga, un sacerdote ortodoxo rumano y su hijo, un novelista e intelectual, que mueren en campos de concentración, y Suzanna Iordan, la fiel y sacrificada mujer de Moritz, maltratada por el poder rumano local y violada  hasta la saciedad por los soldados rusos que invaden Rumanía para su liberación de los nazis rumanos y alemanes.

Todos los demás personajes del libro son "malos".  Son malos los policías rumanos que se aprovechan de los campesinos y colaboran con los nazis. Son malos los húngaros que transfieren trabajadores rumanos presos a Alemania en pago de los servicios recibidos. Son malos los judíos, personajes egoístas donde los haya, que se aprovechan de Moritz en su propio beneficio.  Son malos los alemanes, organizadores de un estado que niega los derechos civiles de las razas consideradas inferiores y persiguen a los judíos. Y son malos los americanos que declaran culpable a la población entera de los países derrotados  y actúan contra ellos con la misma falta de humanidad que ellos emplearon en los momentos que vencían en la guerra.

Hay mucho de autobiográfico en la novela; de hecho, el novelista Traian   Koruga es un "alter ego" del autor Gheorgiu, con quien comparte aspectos importantes de su biografía ( agregado cultural al servicio del cuerpo diplomático rumano, confinamiento en campos de concentración americanos y escritura de una novela titulada La Hora 25). Gheorgiu apoyó al inicio de la guerra a los nazis alemanes, se exilió de Rumanía tras su ocupación por el ejército ruso y fue detenido por los estadounidenses y confinado en un campo de concentración durante dos años. Allí escribió la Hora 25.

La novela es fuerte y cruel en muchos momentos.A mi me será muy difícil olvidarla. Deja un sabor amargo en su lectura, pero merece la pena hacerlo, a lo mejor no como un repaso de la historia del Siglo XX, sino como una advertencia de los peligros de deshumanización de la sociedad y pérdida del valor del individuo frente al sistema social supertecnificado y burocratizado del Siglo XXI.

En 1967, Carlo Ponti produjo una película de nombre La Hora 25 basada en el libro de Gheorgiu. La película fué dirigida por Henry Verneuil, con Anthony Quinn en el papel de Moritz, Virna Lisi en el de Suzanna y Serge Regianni en el de Traian Koruga,

En resumen, un libro que hay que leer.
                                                                                                                             JRL ( 2017-12-30)




domingo, 24 de diciembre de 2017

"¡Qué bello es vivir!" de Capra y el "Cuento de Navidad" de Dickens

Queridos Cinéfilos:

Como hoy es Nochebuena, quiero dejar en este Foro mi felicitación colectiva para todos vosotros y cualquier seguidor que nos lea: 

¡¡OS DESEO UNA MUY FELIZ NAVIDAD Y QUE 2018 SEA UN AÑO PRÓSPERO EN TODOS LOS SENTIDOS, INCLUSO EN EL CINE Y LA LITERATURA, MEJORANDO A SU ANTECESOR!!

Y como no bastan los deseos, facilito un par de "píldoras de la felicidad", para que las toméis cuanto antes mejor y así el agobio por los posibles problemas públicos y privados que tengamos recibirá un rayo de positiva esperanza, medicina elaborada por dos maestros, uno del Cine y otro de la Literatura, Capra y Dickens, sobre los que algo hemos hablado en este Foro, pero poco para sus merecimientos.

Frank Capra es el director de la película que yo escogería para ver en ... mi última Navidad: "¡Qué bello es vivir!" ("It's a Wonderful Life", USA 1946). Si alguien opina que soy un poco cursi con mi elección, prefiero no desvelar lo que yo pienso de él/ella. En este tema soy tan radical como los del procés. 

Aclaro que Capra también realizó otras muchas buenas películas, pero hoy es Nochebuena y sólo destaco esta joya del Cine y medicina del alma.

Por todo ello os aconsejo fervientemente volver a ver, o descubrir semejante maravilla (nada menos que con un 8,2 en Filmaffinity), si es que alguno aún no la conoce, ya que tenéis una excelente oportunidad para ello, o mucho mejor, grabarla esta noche a las 23:35 en La 2, sin anuncios. 

¿Y qué libro elegiría para leer en estos días?. Hay bastantes candidatos, pero no puedo dejar de destacar "Cuento de Navidad" ("A Christmas Carol") de Charles Dickens que nos da una genial lección para tiempos tan materialistas como el presente. De lectura obligada.

Muy buen CINE y LITERATURA para que tengáis una Feliz NAVIDAD, Amigos.

Manrique

viernes, 22 de diciembre de 2017

Libros para leer por la noche

Libros para leer por la noche antes de acostarnos.
Son esas lecturas íntimas que se tienen sin ruidos molestos o que nos preparan para el sueño.
Muy apropiada para estas fechas es: Tres cuentos de Truman Capote en la editorial Anagrama, reúne tres relatos: Un recuerdo navideño, Una navidad y El invitado del día de Acción de Gracias. Recuerdos de la infancia, alguno triste, otro risueño, no hay mucha alegría en ellos pero sí un conformismo inevitable. Habla de aquellas personas que dejaron huella en él y que las recordará siempre. En resumen, relatos de una gran sensibilidad propia de la naturaleza del autor.


Memorias de un cazador de Iván Turguénev, escrito en primera persona, es una colección de relatos de un cazador muy especial, amante de este deporte, por lo que tiene de grandes caminatas, pero también por la caza en sí misma.  Sin embargo, también la caza constituye el auténtico pretexto que le permite ofrecer los encuentros con diferentes personas, tanto en un caserio como en una casa señorial, en un molino, en una taberna, en la caseta   de un guarda forestal o en una feria. Sabe ganarse la confianza de quienes le rodean, y éstos le hablan gustosamente de su pasado y  su presente, y con ello va dando paulatinamente una visión riquísima en imágenes de la vida rural rusa. Abarca también otros temas, el autor se declara contrario al eslavofilismo. El enfrentamiento entre los sentimientos humanos de los siervos y la tiranía de los señores o de los intendentes. Escenas de una cruel burla de la actitud de los terratenientes respecto a la persona de sus siervos, de los castigos corporales a los que sometían a aquellos humildes y oprimidos seres.

Un asunto tenebroso de Honoré de Balzac, es una historia de conspiraciones, traiciones y también lealtad en plena época napoleónica. Dividida en tres partes perfectamente bien delimitadas, con minuciosas descripciones, nos mete de lleno en un mundo del que nadie se libra de sospecha. 

Italo Calvino hace una recopilación de Cuentos fantásticos del siglo XIX en dos tomos en la Editorial Siruela. En la introducción Calvino  nos anuncia que el cuento fantástico es uno de los productos más característicos del siglo XIX y más significativos , pues es el que más nos dice sobre la interioridad del individuo y de la simbología colectiva. Autores muy conocidos, famosos, que han escrito relatos cortos sumamente fascinantes. Edgar Allan Poe, Hans Christian Andersen, Charles Dickens, Iván Turguéniev, Nikolaj Semënovic Leskov, Guy de Maupassant, Robert Louis Stevenson, Henry James, Ruyard Kipling, Herbert George Wells. En el segundo tomo: Jan Potocki, Waler Scott, Honoré de Balzac, Nathaniel Hawthorne, Nikolaj Vaslievic Gógol, Théophile Gautier, Prosper Mérimée.

Siguiendo con cuentos. Javier Marías hace su propia selección llamada Cuentos únicos, también en la Editorial Siruela.  Para Marías, el cuento fantástico o de horror o de fantasmas ha sido una tradicción muy rica en la literatura de lengua inglesa y es el más propicio hallazgo como joya minúscula y única. Este género tiene la capacidad y la virtud de enfrentarse de manera abierta y directa con los grandes temas de la literatura: la soledad, el miedo, el amor , la venganza, la risa, la cobardía, la locura, la muerte, también la guerra, o el combate al menos. Lo que tiene en su contra, sigue diciendo Marías, la acusación que no se le hace explicitamente pero por la que se le pasa factura y se lo rebaja, es justamente la de no ser lo bastante metafórico, lo bastante indirecto, lo bastante sutil. En el fondo se le reprocha su propia y mayor virtud, la de atacar descarnadamente lo que, por otra parte, constituye la materia y esencia de la literatura, o de la más perdurable.

Dicen que los ingleses tienen una curiosa forma de pasar la Navidad y es leyendo cuentos de fantasmas. Para quién tenga tal curiosa tentación, el mejor es el clásico El guardavias y otras historias de fantasmas de Charles Dickens. Son relatos que dejan un sabor agridulce, muy interesantes

Para terminar Los relatos del padre Brown de G.K.Chesterton, un simpático sacerdote católico metido a investigador sin proponérselo, pues siempre se encuentra en el lugar indicado para descubrir un crimen que, por otra parte, pocas veces puede señalar al culpable ya que lo guarda como secreto de confesión. No son las clásicas novelas policiacas sino más bien misterios que el padre Brown resuelve gracias a su agudeza visual y, es que, a veces, las cosas no son lo que aparentan. Se han hecho versiones cinematográficas que no voy a comentar porque no he visto. Como la mayoría de las veces prefiero leer el libro.

Todos estos libros los he leído más de una vez, menos el de Turguénev que lo leí por primera vez este verano y disfruté muchísimo. El de Truman Capote lo estuve leyendo durante años por navidad. El de Balzac lo tengo en una edición de RTV, colección baratísima que editó hace años títulos clásicos. Pues bien, el mío tiene las hojas amarillas y ásperas y la letra pequeñísima sin embargo he vuelto a leerlo recientemente y no lo cambio por uno nuevo. Se puede encontrar en nuevas ediciones.
Los de Italo Calvino o los de Marías son esas historias fantásticas que son posibles y no hay quién se atreva a desmentirlas. Los relatos de Dickens tienen de misterio el propio contexto histórico. Y los de Chesterton son historias que se encuadran en novelas  enigmas.

Feliz navidad y felices lecturas fantásticas.

viernes, 8 de diciembre de 2017

Un cuarto propio de Virginia Woolf

Un cuarto propio
Virginia Woolf

Un cuarto propio es un largo ensayo sobre Las mujeres y la escritura. Virginia Woolf, de soltera Virginia Stephen, era una mujer culta aunque no fue a la escuela, en la casa de sus padres había una biblioteca que podía rivalizar con la de Oxford, lo cual no quiere decir que no llevara razón al quejarse de que no la dejaran entrar en ésta última por ser mujer. Su padre Leslie Stephen era novelista, historiador, biógrafo y ensayista, Su casa era frecuentada por Alfred Tennyson, Thomas Hardy, Henry James  y Edward Burne-Jones
A la muerte de su padre Virginia y algunos de sus hermanos se vieron obligados a trsladarse a  Boomsbury, un barrio londinense, mucho más modesto del que procedían, Kensington. Allí se organiza un grupo de intelectuales entre los que se encuentra: Bertrand Russell, filósofo, Maynard Keynes, economista; Duncan Grant, Roger Fry o Vanessa, hermana de la escritora, pintores; Clive Bell; historiadores- biógrafos, Lytton Strachen; escritores como la propia Virginia o E.M. Forster. Este grupo, creado en 1907, duró hasta la primera guerra mundial.
Virginia tenía una editorial junto con su marido, Leonard Woolf, Ed. Hogarth Press, y es de suponer que no tenía grandes dificultades para publicar. De manera, que Virginia Woolf fue una privilegiada en muchos sentidos. Pero padecía un grave problema mental. Se ha dicho que era una personalidad bipolar, depresiva o paranoide; en cualquier caso, Virginia Woolf oía voces que la impedían concentrarse (ella decía que se sentía enloquecer) y eso la llevo al suicidio en 1941, ahogándose en el rio Ouse. Dejo una carta de despedida dirigida a su marido en la que le explica su decisión, le da las gracias por su bondad y por los años felices que vivieron juntos y cree que él va a escribir mejor sin ella. Es una carta muy emotiva.


  
El suicidio siempre rondó por su cabeza y se manifestó en algunos de sus personajes de ficción: Clarissa Dalloway, Septimus Smith o Peter Walhs. El sueño que tiene Peter en el parque es un deseo de muerte, de paz infinita, casi placentero. Septimus es un excombatiente de la primera guerra mundial y ve o cree ver a su amigo Evans, al que vio morir en  dicha guerra, esto le trastorna tanto que acaba suicidándose al final de la novela (La señora Dalloway) justamente cuando Clarissa parece que se siente más abstraída, más destruida por sus pensamientos. También en Las olas, Bernard, el más lúcido de los personajes, cierra su monólogo final, y con él el libro, al encuentro de la muerte.


Además escribió numerosos ensayos, artículos, crítica literaria y un diario.
En la primera página de Un cuarto propio, Virginia se plantea cuál es el enfoque que quiere dar a su discurso: Las mujeres y lo que parecen o las mujeres y las novelas que escriben o las mujeres y las novelas que se escriben sobre ellas o esas tres cosas inextricablemente mezcladas. Pero Virginia advierte la complejidad de la tarea que se ha impuesto, la dificultad de llegar a una conclusión. Por tanto: Sólo puedo ofrecerles una opinión sobre un tema menor: para escribir  novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio; y eso, como ustedes verán, deja sin resolver el magno problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela.
 Virginia se mete así, en la discriminación por ser mujer y escritora a lo largo de la historia. Pero, muy resumida y obviando el mundo hispano. María Zayas (1590-1661), Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) o Ana Mª Caro Mallén (1590-1610) son las tres grandes escritoras del siglo de oro, dos españolas y una mexicana, que Virginia ignora.
Sin embargo el mundo anglosajón lo conoce bastante bien y todas las escritoras que la han precedido en el siglo XIX, como Jane Austen, Georges Eliot o las hermanas Brontë, que nos dejaron magnificas novelas que retratan una época en la que se empieza a llamar la atención sobre el papel de la mujer en la sociedad.
Hasta finales del siglo XVIII, Virginia encuentra un vacío de mujeres intelectuales. Otra vez habría que recordarle a Virginia, la existencia de una gran intelectual, esta vez francesa, Madame de Staël (1766-1817) y su autografía Diez años de destierro.

Me pregunto cómo pudo pasar de largo ante las grandes novelas del siglo XIX: Ana Karenina, Madame Bovary o La Regenta. Pero ¿es que no conocía Retrato de una dama de Henry James?
En otro capítulo se pregunta qué hubiera pasado si Shakespeare hubiera tenido una hermana, y le pone nombre, Judith. Concluye Virginia: imposible que una mujer (en el siglo XVI) con el talento de Shakespeare hubiera escrito dramas y se hubiera dedicado al teatro.
El colmo de la originalidad es el último capítulo en el que se inventa una clasificación de hombres y mujeres curiosa.  Escribe Virginia: La mente es un órgano muy misterioso, esto es una obviedad. Más adelante divide el cerebro en dos partes: lado masculino y lado femenino y escribe: Si mi teoría de los dos lados de la mente no es un error, lo masculino acaba tomando conciencia de sí mismo: vale decir, los hombres ya no escriben sino con el lado viril de su cerebro. La mujer que los lee comete una equivocación, porque inevitablemente busca algo que no hallará.  Es fatal ser un hombre o una mujer pura y simplemente; hay que ser viril-mujeril o mujer-viril. Es mucho más sencillo hablar de distintas sensibilidades que es, en definitiva, de lo se trata, para no acabar cayendo en una discriminación innecesaria.
Por otra parte, Un cuarto propio no es un largo lamento de lo desgraciadas que han sido las mujeres. En las últimas páginas escribe: Las mujeres son duras con las mujeres. A las mujeres las mujeres les desagradan. Las mujeres, ¿pero no están hartas ustedes de esa palabra? Les aseguro que yo lo estoy. Convengamos, entonces, que una conferencia leída por una mujer a mujeres debe acabar de un modo particularmente desagradable. No hay que engañarse, Virginia estaba encantada con escribir dicho ensayo sobre las mujeres que le permitía lanzar críticas soterradas contra los hombres (menos Shakespeare desde luego), contra la sociedad, cualquier sociedad y espera que el futuro sea más prometedor para la mujer si nos damos la oportunidad a nosotras mismas.
Prefiero destacar de Virginia sus libros de ficción, no siempre son novelas, algunos parecen poemas en prosa, como Las olas, pero en las que demuestra una gran maestría es en el manejo del monologo interior. En Al faro, narra el antes y el después de una familia truncada por la primera guerra mundial. Orlando es una biografía fantástica, tiene un buen comienzo pero divaga demasiado.

Entre el día 5 y hasta el 26 de diciembre, en el Pavón teatro Kamikaze se  representa Una habitación propia de Virginia Woolf, dirección de María Ruiz e interpretación de Clara Sanchís.  Imagino que la dificultad de llevar estas ideas a escena se va a quedar en algo bastante alejado del estudio original.
En cualquier caso, sugiero leer  el libro de Virginia antes de ir a ver el montaje teatral.
Por último: ¿Conocía Virginia Woolf un poema de Sor Juana Inés de la Cruz, titulado Hombres Necios?

domingo, 3 de diciembre de 2017

Por qué no voy a ver "Asesinato en el Orient Express" (2017), dirigida por Kenneth Branagh



Cartel de la versión de Branagh
Por la presente, queridos Cinéfilos, puedo prometer y prometo, por la memoria de los Hermanos Lumière, que no pienso ver en pantalla grande, ni pequeña, la nueva versión de "Asesinato en el Orient Express" dirigida por mi antiguamente muy admirado Kenneth Branagh (del que me entusiasmaron, fundamentalmente, "Mucho ruido y pocas nueces", "Los amigos de Peter", "Enrique V" e, incluso, "Frankenstein, de Mary Shelley"; debo aclarar que no llegué a ver "En lo más crudo del crudo invierno", que creo era muy buena), que también la protagoniza actuando en el papel de Hercule Poirot (os recuerdo que Agatha Christie siempre describía a Poirot como "el hombrecillo con cabeza en forma de huevo", vamos, la pura imagen de Kenneth).  

La pregunta inmediata sería: ¿cómo Branagh ha cometido el inmenso error de meterse a realizar esta nueva versión de dicha famosa novela de Agatha Christie existiendo ya una excelente rodada por el gran Sidney Lumet en 1974 con un inigualable reparto (Albert Finney como un magnífico Poirot, Lauren Bacall, Sean Connery, Vanessa Redgrave, Jacqueline Bisset, Richard Widmark, Sir John GielgudAnthony Perkins, Michael York, Wendy Hiller y nada menos que Ingrid Bergman, que ganó un Oscar por su papel secundario en esa película). 

Como no he visto el citado "remake", no puedo juzgarlo pero me quedo con el veredicto del crítico Oti R. Marchante en ABC: "...¿Qué le añade esta versión Branagh a la de Lumet?, pues tecnología, presunciones de cámara y algo de intención (no muy buena) al personaje de Hércules Poirot que él mismo interpreta y que aquí está más preocupado por lucir bonito que de comérselo con una buena salsa provenzal. Le pega preámbulos, exteriores y tren bala a lo que debiera ser una función de interiores, un texto lleno de sutilezas y unas interpretaciones majestuosas (aquel elenco, con Finney, Bacall, Bergman, Connery, Perkins, Bisset…)..."



Cartel de la versión de Sidney Lumet (1974)
Pero es que, además, Branagh reincide en este tipo de error, que no es nuevo en su carrera, en 2007 cometió una blasfemia aún mayor, para mi gusto:  ¡¡Se atrevió a rodar una nueva versión de la mítica "La huella", de Mankiewicz!!. Del resultado ya opinó José Ramón en este Foro http://elforodemanrique.blogspot.com.es/2007/10/la-huella-2007_28.html , yo me negué a verla, ni siquiera cuando la dieron en TV, como ahora hago con la presente.
   
Otro agravante: ya en 1996 el ensoberbecido Branagh se metió en el berenjenal de rodar "su" versión de "Hamlet", con la consabida y habitual manía "moderna", absolutamente gratuita y distorsionante, de cambiar la época de la acción a principios del siglo XIX y desplegar una infinita exhibición de "juegos artificiales", vamos, parecía una opereta vienesa de Baz Luhrmann, sin la mínima consistencia teatral. Y encima osó sacar a "mi chica", Julie Christie, como la reina viuda Gertrudis, ¡madre! de Hamlet. Imperdonable, por mi parte.


Reparto 1974. Imbatible.
Guillermo: ¡¡El soponcio que te llevarías si tuvieras la desgracia de ver lo que hizo con tu obra maestra!!. Claro que ya deberías estar acostumbrado de los desmadres de autoproclamados "genios", que en este modesto Foro hemos denunciado repetidamente, así:
Y termino parafraseando para el caso de  "Asesinato en el Orient Express" un brevísimo y envenenadísimo (genial) comentario de Susana en este Foro cuando comparó dos versiones cinematográficas "Ana Karenina" http://elforodemanrique.blogspot.com.es/2013/04/anna-karenina-bernard-rose-1997-vs-joe.html



Este sí es el Poirot de Agatha Christie
Este no es el Poirot de Agatha Christie















Me temo que esta vez no va de buen Cine, Amigos.

Manrique 




viernes, 1 de diciembre de 2017

Escritores catalanes nacidos en Barcelona, 2

Escritores catalanes nacidos en Barcelona. 2
Esther Tusquets, Félix de Azúa, Juan Goytisolo o Mercedes Salisachs. Para estos escritores Barcelona ya no es la protagonista indiscutible de sus libros sino que se queda en un segundo plano constituyendo un telón de fondo más o menos necesario.

Esther Tusquets
1936-2014
Pertenece Tusquets a una generación entre los sesenta y los setenta del siglo XX. Por tanto ya muy alejada de Ana Mª Matute.
El contexto en el que aparece Esther Tusquets es español y catalán, impregnada de  influencias exteriores. Influencia de Joyce, en el cultivo del monólogo interior: directo e indirecto. Influencia de Kafka: el mundo laberíntico que nos atrapa. Proust: en el manejo del tiempo, fragmentación de éste: no sabemos si estamos en presente o pasado. Huxley: distintos niveles de narración: entrecruzamientos y paralelismos. La literatura no solo es contar.
Es un momento de renovación novelística: lo que se llamó experimental y la novela por excelencia, de este género experimental, es Tiempo de silencio de Martin Santos (1924-1964), ubicada en Madrid 1961, la novela más importante de los años sesenta, imprescindible leerla para cualquier español. Lástima que este escritor falleciera tan joven en un accidente de automóvil.
Otros escritores también experimentan: Delibes: La parábola del náufrago. Torrente Ballester: La saga y fuga de J.B.
A partir de los sesenta se comienza a hablar en España de literatura de mujeres. Escritoras que intentan novelar desde su condición de mujer y plantean rasgos comunes.
Una serie de características las define: búsqueda de su identidad a través de la literatura, ejercen actividades culturales más o menos de crítica literaria (Esther fue directora de la editorial Lumen). Son mujeres que no han vivido la guerra civil y con un nivel cultural alto, son universitarias. Destacan por su sensibilidad: no se trata de hablar contra la mujer sino desde la perspectiva de mujer. La sexualidad es tratada de forma compleja y sutil. La mujer narradora pasa a ser cronista de su propia vida y se esfuerza por encontrar su identidad.
Lo que aporta la mujer en la mitad del siglo XX, es una nueva temática, un lenguaje de monólogo interior (más contemplativo que activo) y el recurso a la memoria como una forma narrativa  para pasar del pasado al presente rápidamente. Requiere una atención al leerla extraordinaria.
El uso de la primera persona no debe confundirse con una autobiografía.
La capacidad de recoger por escrito el fluir de la conciencia es dificilísimo para un escritor.
Esther Tusquets publica su primera novela El mismo mar de todos los veranos en 1978, con 42 años, por lo tanto se trata de una novela de madurez. Seguirá El amor es un  juego solitario en el 79 y Varada tras el último naufragio en el 80, las tres constituyen una trilogía.
Tusquets presenta una mujer distinta a la mujer de Carmen Laforet, Ana Mª Matute o Merced Rodoreda, una mujer que lucha por llegar a conseguir una madurez que no signifique ni sumisión ni  renuncia. Ofrece una crítica social, con un lenguaje distinto mucho más agresivo: burguesía catalana que ella intenta suplantar.
Desafío a la iglesia y sus valores: judeo-cristianos.
Denuncia fuerte a la condición de mujer a través de varias generaciones. Utiliza comparaciones e imágenes revelando la relatividad de todo.
El mundo fantástico, el de los sueños, es para ella, el auténtico. Los ambientes reales son escasos, la mayoría son interiores.
El tema principal es el de la soledad, desde el cual la escritora reconoce como la raíz de todos sus problemas.
Este mundo que crea Esther Tusquets tiene una gran influencia de Marcel Proust (construir mundos desde el interior) y también de Virginia Woolf (pozos de sombra). Y, por supuesto, Tiempo de silencio de Martin Santos y Volverás a región de Juan Benet.
Dice Esther Tusquets: “Mi pasión es la escritura”.
Las dos características de  los relatos modernos: la reconstrucción subjetiva del tiempo histórico y la tendencia  a lo poemático, las encontramos en Tusquets. Si tuviéramos que clasificarlo sería  la novela de la condición humana, porque, lo que plantea de fondo, es la soledad del ser humano: nacemos y morimos solos. Este es el tema fundamental de sus novelas.

La mujer narradora de El mismo mar de todos los veranos, de la que no sabemos su nombre, de cincuenta años, rememora su vida afectiva, la de los últimos treinta años, al llegar a la vieja casa de sus padres, donde se encuentra  a sí misma. “¿He vivido?” Se pregunta Con este arranque espectacular de descripciones fascinantes, nos sumerge en un ambiente agobiante. Sus sueños de adolescente en la capilla de las monjas, las flores blancas y el significado que, muchos años después habrían de tener, tan diferente. El abandono de Jorge, su primer amor que la hizo sentirse como Ariadne en la isla de Nexos. El matrimonio con Julio, las infidelidades de éste, los perdones cargados de rosas rojas, aunque él no lo sabe que NO son sus favoritas, que son los nardos. Su alejamiento tanto de su madre, diosa Atenea, como de su hija, Guiomar, ambas se permiten darle consejos y tratarla como a una niña. Encontrará en Clara un consuelo…
En el trasfondo está la sociedad burguesa catalana con sus aciertos y sus errores. El Liceo, palacio emblemático de dicha sociedad. La playa, la casita de la abuela, los paseos en barca y el MAR como sinónimo de libertad.
La familia es opresión, fingimiento, protección incomprendida, cobardía del padre y la malicia resentida de la Generala, su madre. Sofía, su cuidadora, confidente, amiga, más maternal que su propia madre y víctima de ésta.
Todo esto en una prosa fluida, en ocasiones agotadora,  que sólo al final se comprenden algunos enigmas. Sin embargo esta prosa nos seduce y nos conmueve.

Las dos siguientes novelas de la trilogía son igual de fascinantes pero con importantes diferencias. Si en la primera, esta mujer, empatiza con nosotros, en la segunda parte, ya no tanto. Vemos sus debilidades y sus contradicciones, que apuntaban ya en la primera parte, se equivocaba y se volvía a equivocar. Pero así somos los humanos, seres que nos equivocamos constantemente, sabiendo que nos equivocamos y no sabemos salir de ese enredo.

La primera vez que leí a Tusquets fue en 1979. Después en el 2011 y recientemente para escribir esta reseña. Creo que sigue de plena actualidad. La protagonista es un personaje con identidad propia, no representa ningún prototipo de mujer ni de la mitad del siglo XX ni de la época actual.
Tusquets no escribe sólo para mujeres sino también para los hombres. Tampoco deben pensar éstos que leyéndola se van a acercar a la psicología femenina. No se trata de poner etiquetas.  Se trata de literatura en estado puro. Decía antes, la literatura no es sólo contar y añado: la literatura es también plantear problemas, enigmas, no resolverlos. Es poner el dedo en la llaga. Poner el punto de vista en aquello, en lo que algunos, no habíamos reparado.
Hoy en día creo que hay que alejarse de esa etiqueta de literatura de mujeres. Se trata de literatura para todos


viernes, 24 de noviembre de 2017

Blade Runner 2049



Ayer fui a ver  Blade Runner 2049 llena de esperanza, deseaba ver, por lo menos, otro Blade Runner. Pero ¡qué decepción! 





163 minutos perdidos en una cinta con una mínima de intriga.
Me pasé más de media película esperando a que saliera Harrison Ford a ver si se animaba algo el soporífero guion. Y, efectivamente, fue salir él y parece que algo cambio. No porque Ryan Gosling no sea buen actor sino porque no había ningún actor que le diera bien la réplica. Si exceptuamos las escasísimas escenas que se ve con  Robin Wright, que estuvo perfecta (momentos en que se come literalmente a Ryan),  nos quedamos en nada.

Entonces, cuál es el problema. De los demás actores prefiero no hablar, parecen robots sin expresión. Replicantes o robots he dicho, eso eran, pero suponíamos que se había producido el milagro, es decir: replicantes más humanos que los propios humanos. Huy que lio. Esto no disculpa a una mala actuación, al contrario, requiere una interpretación mucho más expresiva.
Muchas escenas de Ryan de aquí para allá llevando un larguísimo abrigo verde desteñido, con una mirada lánguida. Se veía que el chico sufría mucho, ni siquiera su novia imaginada podía consolarle. O sobran escenas o falta acción.
Si eliminamos el primer cuarto de hora y la última media hora, nos quedamos en muy poco.
Esta película no se parece ni de lejos con la Blade Runner de 1982 que nos fascinó su estética, su guion, Harrison Ford (siempre sabíamos qué pasaba por su mente, a donde iba y por qué se enamora) y qué final de huida, de esperanza, de elegir su propio destino.
Curiosamente los guionistas de ambas Blade Runner son los mismos. ¡Ay!, pero el director de la primera es Ridley Scott mientras que de la segunda es Denis Villaneuve…

Cuando Harrison Ford se queda frente a la cámara, lo dice todo. Siempre ha sido así, en todas sus películas. Ryan Gosling no tiene en esta película una de sus mejores actuaciones. Se queda como parado, petrificado, trasmite muy poco. Qué diferencia de actuación en esa buenísima película de George Clooney, Los idus de marzo.


En fin, si a pesar de todo lo dicho alguien decide ir a verla, por ser muy aficionados a la ciencia ficción, espero que añada  algún comentario a éste, que esclarezca nuevos puntos de vista.

sábado, 28 de octubre de 2017

Tres Periodistas en la Revolución de Asturias Manuel Chaves Nogales, José Diaz Fernández, Josep Pla Prólogo de Jordi Amat

Al hilo del centésimo aniversario de la revolución soviética viene a cuento la publicación por Libros del Asteroide de este libro en el que tres periodistas comentan en caliente los hechos acaecidos en Asturias en Octubre de 1934, solo 17 años después de los "diez días que conmovieron al mundo".

Entre los levantamientos y pronunciamientos que hubo contra la Segunda República Española entre 1931 y 1936 ninguno admite comparación con el balance de muerte y destrucción que dejó el "Octubre rojo en Asturias". Sorprendentemente estos hechos son ignorados por casi todo el mundo, o bien considerados como "menores", o incluso como necesarios intentos de parar al fascismo.

Debemos decir que José Diaz Fernández, además de periodista, era político de Izquierda Republicana, el partido de Azaña y Josep Pla pertenecía a la Lliga Regionalista de Cambó. Manuel Chavez Nogales no tenía "carné" de ningún partido político y escribía para el diario "Ahora", calificable como republicano moderado. Los tres son excelentes escritores.

El prólogo de Jordi Amar nos pone en situación del momento político y nos presenta a los autores.

El libro se lee de dos tragos, especialmente la vertiginosa narración de José Diaz. Tiene el valor del testimonio directo, de la cercanía a los hechos. Se puede decir que el entusiasmo, el horror, el asombro o la tristeza en el narrador provienen de lo que ven sus ojos y del contagio de los protagonistas directos. Personalmente cada vez aprecio más este tipo de narración.

En cada página se encuentran valiosas reflexiones absolutamente aplicables al "aquí y ahora". Propongo las siguientes para que el lector las busque, como un remedo del juego de las siete diferencias y animo a los posibles lectores a añadir otras nuevas:

  • como las revoluciones se devoran a si mismas y como los mas extremistas siempre se imponen en las situaciones confusas.

  • como una masa o grupo humano que cree en algo está dispuesta a todo antes de plantearse: primero si aquello en lo que cree es cierto, segundo cual es el precio a pagar y tercero si vale la pena pagarlo. (valor supremo de la propaganda)

  • como la justificación de "situación de opresión intolerable",  tan frecuentemente esgrimida es muy a menudo simplemente falsa y los estallidos sociales se producen en regiones y colectivos privilegiados.

  • Como al final nadie paga por los platos rotos, excepto la gente del pueblo. Como los responsables de los desmanes se escabullen y como los responsables de proteger la Ley prefieren terminar cuanto antes la faena, de la forma más rápida posible y mirar para otro lado evitando situaciones incómodas, (ni vencedores ni vencidos)

  • Como el final, esta política lleva a los delincuentes a pensar e incluso a decir sin sonrojo "hemos perdido esta vez, la próxima vez será"





miércoles, 25 de octubre de 2017

"Barcos y Cine": Sueños e ilusiones de un joven de 17 años en octubre de 1967



Queridos "Cinéfilos":
La ETSIN

Los que no seáis miembros del COIN (Colegio de Ingenieros Navales de España) no sabréis que está celebrando su 50º aniversario y que, con esta ocasión, nuestra Cinéfila compañera Belén, que es la Directora de la RIN (Revista de la Ingeniería Naval), me sugirió/pidió que escribiera un artículo sobre la relación de nuestra carrera y el Cine para publicarlo en la web del COIN con motivo del aniversario.

Mal que bien traté de imaginar algo original pero, finalmente, me incliné por reflejar una historia real que sucedió en los primeros días de octubre de 1967, con lo que rimaba cronológicamente con la fundación del Colegio.

Belén aceptó mi propuesta y el artículo resultante  está colgado desde la primavera pasada en la web del COIN, pero como amo tanto a la Construcción Naval, el ámbito profesional en el que os he conocido a la gran mayoría de vosotros, como al Cine, mi afición más destacada, creo que es congruente publicar esta doble declaración de amor en este Foro, que nació para tratar temas del Séptimo Arte. La única corrección que para ello he introducido en el artículo es incluir un pie de foto en la única que aparece, de fondo, en la versión de la web y añadir otras de mi vida para que podáis visualizar en ellas a algunos Cinéfilos los que aún no los conozcáis personalmente.

Dedicado a los Barcos y al Cine, Amigos.

Manrique


Estaba muy nervioso mientras caminaba desde la salida del metro de Moncloa hasta su Escuela en la ciudad Universitaria, la ETSIN, en la que esa tarde de principios de octubre de 1967 comenzaba sus estudios para llegar a ser ingeniero naval.


No era para menos. Tras once años en un mismo colegio, haber superado el duro curso de preu y el examen final que daba acceso a la universidad, ahora iba a sufrir un gran cambio entrando en una carrera que, según las noticias, era durísima, pero a sus diecisiete años y pocos meses la ilusión de forjarse un futuro profesional en el mundo de los barcos vencía todos sus temores.


Sin saber cómo, una duda le vino a la mente: “Si soy de Madrid, no tengo familiares marinos y sólo conozco los buques por mis vacaciones en Málaga o Alicante, ¿por qué me atraen tanto?” Inmediatamente encontró una respuesta: el Cine.


Como la inmensa mayoría de los niños españoles urbanitas de los cincuenta, sus amigos y él habían tenido durante la infancia y adolescencia el Cine como su afición estrella para los fines de semana, siendo lo habitual cada tarde de sábado ir a un cine de programa doble con sesiones continuas (con lo que disfrutaban de dos películas por cinco o seis pts, que poco a poco subieron hasta las diez o algo más ya a mediados de los sesenta), entrando cuando podían y abandonando la sala cuando querían. Con este régimen, más los extras de algunos domingos yendo a un cine de estreno en sesión numerada, veían anualmente bastante más de cien películas en la pantalla grande (la pequeña no llegó a la mayoría de sus hogares hasta ya empezados los sesenta).



Y repasó mentalmente entre aquellas películas las de aventuras marinas que tanto le habían impactado a lo largo de su joven vida: la versión cinematográfica de la primera “novela” de viajes, con Odiseo (Kirk Douglas) amarrado al mástil de su nave para no caer en la trampa que, con sus cantos, le tendían las pérfidas sirenas (“Ulises”); de batallas navales en la antigüedad clásica (nadie superaría jamás la incluida en “Ben-Hur”); de los drakker airosamente navegando con su vela cuadra a franjas rojas y blancas amenazando las costas del occidente europeo (“Los Vikingos”); de piratas “de verdad” en el Mar Caribe, no fantasmillas rizosos y rijosos (“El temible burlón”, irreemplazable Burt Lancaster); de la fallida expedición inglesa de la Bounty al Pacífico en búsqueda del árbol del pan (“Rebelión a bordo”, con sus increíbles secuencias para intentar doblar el Cabo de Hornos); de los combates navales en las guerras napoleónicas (“Motín en el Defiant, con el mando de su comandante socavado permanentemente por su segundo a bordo, un memorable duelo interpretativo entre Sir Alec Guinness y Dirk Bogarde, excelsos actores ); de goletas mercantes que competían en el tráfico desde Alaska a California (“El mundo en sus manos”); o la lucha a muerte del enloquecido capitán Ahab con su particular Leviatán (“Moby Dick”), ambas películas protagonizadas por Gregory Peck; de una profética aventura imaginada por Julio Verne (“20.000 leguas de viaje submarino”, Nemo-James Mason frente a Ned-Kirk Douglas) y aún de otra historia suya, con su protagonista, Phileas Fogg (David Niven), comprando en pleno viaje el buque mixto Henrietta y ordenando a su capitán que, agotado el carbón, desguazara toda la madera de su superestructura y la quemase en las calderas para poder llegar a tiempo a su destino y ganar su gran apuesta (“La vuelta al mundo en 80 días”); del más recordado naufragio de un trasatlántico (“La última noche del Titanic, lógicamente muy inferior en el trucaje a la última Titanic, pero con un guión 100 veces superior a ésta); del audaz raid en el Atlántico Norte, durante la Segunda Guerra Mundial, del más famoso acorazado alemán de la Historia perseguido por la práctica totalidad de la Home Fleet británica tras haber hundido al orgulloso Hood en un combate épico (“¡Hundid al Bismarck!”); de la inimaginable, pero real, singladura en corso del germano crucero auxiliar Atlantis involucrando decenas de buques de guerra ingleses en su búsqueda (“Bajo diez banderas”); de la encarnizada caza de un submarino alemán por un destructor americano (“Duelo en el Atlántico”); de las batallas navales entre la U.S. Navy y la Flota Imperial japonesa en el Pacífico (“Primera victoria”)…


Pero no, esas películas le habían ilustrado el mundo de los barcos, mayoritariamente de los buques de guerra, a lo largo de la Historia, pero la que consideró más le había inclinado a tratar de ser ingeniero naval fue el caso de “Misterio en el barco perdido” (“The Wreck of the Mary Deare), producción británica de 1959 dirigida por Michael Anderson con un dos protagonistas sobresalientes, Gary Cooper, en una de sus últimas películas, y Charlton Heston, en la cumbre de su carrera, acompañados por un novel que se estrenaba en ella en un papel secundario, el posteriormente muy famoso Richard Harris.

Narraba un intento de estafa a una compañía de seguros marítimos mediante el autohundimiento de un viejo buque “tramp”, un antiguo Liberty en la película, al que subrepticiamente su armador le había “aligerado” de su valiosa mercancía de motores de aviación en su último puerto de escala previa, trama que daba la oportunidad de rodar escenas muy descriptivas del buque abandonado navegando sin gobierno con mala mar y su difícil abordaje por el equipo de un remolcador de salvamento, así como la posterior encuesta legal y técnica por la presunta pérdida del buque y su cargamento, concluyendo con las operaciones para reflotar el carguero encallado en los bajos de los Minkies, al sur de la isla de Jersey en la entrada del Canal de la Mancha, una vez que se constataba que no se había hundido… pero que podría serlo intencionadamente en aguas profundas camino a su reparación, temas todos ellos que le parecieron fascinantes y reforzaron su atracción por los buques mercantes, lejos de escenarios bélicos.

La película le impactó cuando la vio con unos diez años, la volvió a ver meses o semanas más tarde en un cine de sesión continua y hasta una tercera vez mucho después, cuando la emitieron en la única cadena de televisión existente en esa época.

Sí, ésa fue la película que más le influyó a la hora de ir pensando elegir carrera, por más que en ella no se tratara del proceso de la construcción naval en sí, tema que no consta haya inspirado ningún guión de película conocida hasta la fecha.


Y ahí acabó la remembranza, porque mientras había revisitado aquellas películas acababa de llegar a la Escuela y esa tarde empezó sus estudios…


Allí, con la necesaria aportación de esfuerzo, más sudor y casi lágrimas durante los dos primeros cursos, fue aprobando asignatura tras asignatura, pero simultáneamente descubriendo y aprendiendo los conocimientos teóricos necesarios para su futuro laboral y confirmando, con enorme satisfacción, que no se había equivocado a la hora de elegir carrera.


Y también tuvo la oportunidad de vivir unas muy específicas “prácticas” de navegación: los veranos de 1971 y 72 los dedicó a cumplir las primeras fases de su servicio militar, entonces obligatorio, en la Milicia Naval Universitaria de la Armada, incluyendo una formación específica y práctica, a menudo muy interesante, y lo que más apreció en esos meses fue una singladura de dos semanas a bordo de un buque de guerra (no muy moderno ni impresionante, el LST L-13 Conde de Venadito, construido en 1955, participante activo en la guerra de Vietnam y recién vendido a la Armada por la US Navy) por el Mediterráneo occidental y costa atlántica andaluza, donde tuvo ocasión de hacer unas cuantas guardias diarias de puente o de máquinas, e incluso participar en una práctica de fuego con sus montajes dobles de 75 mm, que inmediatamente le recordaron escenas de combate artillero vistas en Cine una década antes.



Compañeros de la Promoción en la jubilación de Felipe, inolvidable bedel de la ETSIN
Pero lo mejor que sacó de su paso por la Escuela fue el grupo de amigos, compañeros de curso y varios también de los dos veranos de mili, con los que estableció una ligazón de confianza mutua y solidaridad que sigue inalterable 50 años después.

El 25 de septiembre de 1973, habiendo superado los cinco cursos de la carrera y teniendo pendiente de terminar y presentar su proyecto fin de carrera, como era lo habitual, entró a trabajar en un astillero y casi simultáneamente se afilió como precolegiado estudiante al COIN, descubriendo que éste se había fundado sólo unos meses antes de que él iniciara sus estudios en la ETSIN.


Sintió un ramalazo de orgullo cuando muy pocos años después, tras presentar y aprobar su proyecto fin de carrera, obtuvo su título de Ingeniero Naval y consecuentemente la categoría de colegiado de pleno derecho en el COIN.



Compañeros del DT de ASTANO (dos Cinéfilos: José Mª de Juan y yo)
Pasó catorce años trabajando en un astillero, donde también se integró en un equipo de compañeros que se convirtió en círculo de amigos, viviendo en directo como los cálculos, planos y documentación constructiva en cuya realización tomaba parte se transformaban en grandes buques petroleros, OBOs y graneleros que se elaboraban, prefabricaban, montaban, botaban, terminaban su armamento a flote, realizaban las pruebas en muelle y, antes de su entrega, viajaban a su varada en un dique suficientemente amplio para el repasado y pintado final de su obra viva previo las pruebas de mar que, casi sin excepción, se realizaban en los días de viaje de vuelta al astillero, pruebas que el ya menos joven ingeniero consideró siempre una oportunidad de oro para descubrir nuevos aspectos de la carrera más atrayente de toda la politécnica. En aquellos viajes, de vez en cuando se acordaba del vetustísimo Mary Deare que le enamoró tanto un cuarto de siglo atrás como para inducirle a dedicarse a la Ingeniería Naval.

Y ya con 37 años le “movilizaron” desde el astillero a las oficinas centrales de la Compañía en Madrid, lo que él, influido por su afición a la Historia y al Cine, siempre consideró que era como pasar “del frente ruso a Berlín”, para bien y para mal, comentario que no siempre fue apreciado por sus superiores.



IZAR, izq>dcha: Rogelio 4, Rocío 5, yo 7, Juan 8 y Antonio 9
Veinte años después tuvo el honor de ser elegido vocal de la Delegación Territorial del COIN en Madrid y, dentro de las actividades de ésta, propuso y fue aceptado por la Junta Territorial que se hicieran sesiones de Cine-Fórum relacionadas con el ámbito de la Ingeniería Naval, en las que se proyectaba una película y se invitaba a un colegiado o experto en el tema técnico naval más relevante de la cinta en cuestión para que diera una charla a la que seguía un pequeño debate con el público invitado. Ni que decir tiene que el ya muy maduro ingeniero presentó la candidatura de “Misterio en el barco perdido”, realizándose el correspondiente Cine-Fórum el 19 de octubre de 2009, incluyendo una conferencia impartida por la Directora de SASEMAR, actividad que batió el nivel de asistencia previo a dichas sesiones y alcanzó un notable éxito.

Cuando ahora me afeito cada mañana frente al espejo no puedo dejar de extrañarme por no reconocerme físicamente como aquel joven que inició sus estudios de Ingeniero Naval en 1967, pero si cierro los ojos recorro de nuevo el camino entre la estación del metro y la Escuela y siento el escalofrío de emoción cuando atravesé su puerta de entrada, pregunté dónde estaba la clase y hasta me tomé un café en la minúscula cantina que regentaba Josefina, porque, por mucho que la envoltura esté muy obsoleta, mi espíritu sigue invariable.



Antonio, Josechu, Marga, José Ramón, Rogelio y yo
En estos 50 años transcurridos desde la fundación de nuestro Colegio, y de mi casi simultánea entrada en la Escuela, hasta la época actual he seguido amando el Cine y he disfrutado de algunas películas destacadas que en mayor o menor grado tienen una temática relacionada con la Ingeniería Naval, como la clásica y famosísima cinta dirigida por Eisenstein en 1925 sobre el estallido prerrevolucionario ruso en la flota del Mar Negro en 1905, “El acorazado Potemkin (que no había visto de estudiante); la alemana y técnicamente definitiva “El submarino”; la muy buena ilustración del desafío de la Copa de América en “La fuerza del viento”; las tramposillas “La caza del Octubre Rojo o “Marea roja”; dos películas sobre sendas tempestades extremas, “Tormenta blanca” y “Tormenta perfecta”; la técnicamente inmejorable Titanic de James Cameron; la excelente “Master and Commander”

Sí, sin duda muchas de ellas son técnicamente superiores a “Misterio en el barco perdido”, pero ésa fue, ha sido y creo que siempre seguirá siendo mi película en relación con mi carrera, Ingeniero Naval.