Escritores catalanes
nacidos en Barcelona. 2
Esther Tusquets, Félix de Azúa,
Juan Goytisolo o Mercedes Salisachs. Para estos escritores Barcelona ya no es
la protagonista indiscutible de sus libros sino que se queda en un segundo
plano constituyendo un telón de fondo más o menos necesario.
Esther Tusquets
1936-2014
Pertenece Tusquets a una
generación entre los sesenta y los setenta del siglo XX. Por tanto ya muy
alejada de Ana Mª Matute.
El contexto en el que aparece
Esther Tusquets es español y catalán, impregnada de influencias exteriores. Influencia de Joyce,
en el cultivo del monólogo interior: directo e indirecto. Influencia de Kafka:
el mundo laberíntico que nos atrapa. Proust: en el manejo del tiempo,
fragmentación de éste: no sabemos si estamos en presente o pasado. Huxley:
distintos niveles de narración: entrecruzamientos y paralelismos. La literatura
no solo es contar.
Es un momento de renovación
novelística: lo que se llamó experimental y la novela por excelencia, de este
género experimental, es Tiempo de
silencio de Martin Santos (1924-1964), ubicada en Madrid 1961, la novela
más importante de los años sesenta, imprescindible leerla para cualquier
español. Lástima que este escritor falleciera tan joven en un accidente de
automóvil.
Otros escritores también
experimentan: Delibes: La parábola del
náufrago. Torrente Ballester: La saga y fuga de J.B.
A partir de los sesenta se
comienza a hablar en España de literatura de mujeres. Escritoras que intentan
novelar desde su condición de mujer y plantean rasgos comunes.
Una serie de características las
define: búsqueda de su identidad a través de la literatura, ejercen actividades
culturales más o menos de crítica literaria (Esther fue directora de la
editorial Lumen). Son mujeres que no han vivido la guerra civil y con un nivel
cultural alto, son universitarias. Destacan por su sensibilidad: no se trata de
hablar contra la mujer sino desde la perspectiva de mujer. La sexualidad es
tratada de forma compleja y sutil. La mujer narradora pasa a ser cronista de su
propia vida y se esfuerza por encontrar su identidad.
Lo que aporta la mujer en la
mitad del siglo XX, es una nueva temática, un lenguaje de monólogo interior (más
contemplativo que activo) y el recurso a la memoria como una forma
narrativa para pasar del pasado al
presente rápidamente. Requiere una atención al leerla extraordinaria.
El uso de la primera persona no
debe confundirse con una autobiografía.
La capacidad de recoger por
escrito el fluir de la conciencia es dificilísimo para un escritor.
Esther Tusquets publica su
primera novela El mismo mar de todos los
veranos en 1978, con 42 años, por lo tanto se trata de una novela de
madurez. Seguirá El amor es un juego solitario en el 79 y Varada tras el último naufragio en el
80, las tres constituyen una trilogía.
Tusquets presenta una mujer
distinta a la mujer de Carmen Laforet, Ana Mª Matute o Merced Rodoreda, una
mujer que lucha por llegar a conseguir una madurez que no signifique ni
sumisión ni renuncia. Ofrece una crítica
social, con un lenguaje distinto mucho más agresivo: burguesía catalana que ella
intenta suplantar.
Desafío a la iglesia y sus
valores: judeo-cristianos.
Denuncia fuerte a la condición de
mujer a través de varias generaciones. Utiliza comparaciones e imágenes
revelando la relatividad de todo.
El mundo fantástico, el de los
sueños, es para ella, el auténtico. Los ambientes reales son escasos, la
mayoría son interiores.
El tema principal es el de la
soledad, desde el cual la escritora reconoce como la raíz de todos sus
problemas.
Este mundo que crea Esther
Tusquets tiene una gran influencia de Marcel Proust (construir mundos desde el
interior) y también de Virginia Woolf (pozos de sombra). Y, por supuesto, Tiempo de silencio de Martin Santos y Volverás a región de Juan Benet.
Dice Esther Tusquets: “Mi pasión
es la escritura”.
Las dos características de los relatos modernos: la reconstrucción
subjetiva del tiempo histórico y la tendencia
a lo poemático, las encontramos en Tusquets. Si tuviéramos que
clasificarlo sería la novela de la
condición humana, porque, lo que plantea de fondo, es la soledad del ser
humano: nacemos y morimos solos. Este es el tema fundamental de sus novelas.
La mujer narradora de El mismo mar de todos los veranos, de la
que no sabemos su nombre, de cincuenta años, rememora su vida afectiva, la de
los últimos treinta años, al llegar a la vieja casa de sus padres, donde se
encuentra a sí misma. “¿He vivido?” Se
pregunta Con este arranque espectacular de descripciones fascinantes, nos
sumerge en un ambiente agobiante. Sus sueños de adolescente en la capilla de
las monjas, las flores blancas y el significado que, muchos años después
habrían de tener, tan diferente. El abandono de Jorge, su primer amor que la
hizo sentirse como Ariadne en la isla de Nexos. El matrimonio con Julio, las
infidelidades de éste, los perdones cargados de rosas rojas, aunque él no lo sabe
que NO son sus favoritas, que son los nardos. Su alejamiento tanto de su madre,
diosa Atenea, como de su hija, Guiomar, ambas se permiten darle consejos y
tratarla como a una niña. Encontrará en Clara un consuelo…
En el trasfondo está la sociedad
burguesa catalana con sus aciertos y sus errores. El Liceo, palacio emblemático
de dicha sociedad. La playa, la casita de la abuela, los paseos en barca y el
MAR como sinónimo de libertad.
La familia es opresión,
fingimiento, protección incomprendida, cobardía del padre y la malicia
resentida de la Generala, su madre. Sofía, su cuidadora, confidente, amiga, más maternal que su propia madre y víctima de ésta.
Todo esto en una prosa fluida, en
ocasiones agotadora, que sólo al final
se comprenden algunos enigmas. Sin embargo esta prosa nos seduce y nos
conmueve.
Las dos siguientes novelas de la
trilogía son igual de fascinantes pero con importantes diferencias. Si en la
primera, esta mujer, empatiza con nosotros, en la segunda parte, ya no tanto.
Vemos sus debilidades y sus contradicciones, que apuntaban ya en la primera
parte, se equivocaba y se volvía a equivocar. Pero así somos los humanos, seres
que nos equivocamos constantemente, sabiendo que nos equivocamos y no sabemos
salir de ese enredo.
La primera vez que leí a Tusquets fue en
1979. Después en el 2011 y recientemente para escribir esta reseña. Creo que
sigue de plena actualidad. La protagonista es un personaje con identidad
propia, no representa ningún prototipo de mujer ni de la mitad del siglo XX ni
de la época actual.
Tusquets no escribe sólo para
mujeres sino también para los hombres. Tampoco deben pensar éstos que leyéndola
se van a acercar a la psicología femenina. No se trata de poner etiquetas. Se trata de literatura en estado puro. Decía
antes, la literatura no es sólo contar y añado: la literatura es también
plantear problemas, enigmas, no resolverlos. Es poner el dedo en la llaga.
Poner el punto de vista en aquello, en lo que algunos, no habíamos reparado.
Hoy en día creo que hay que alejarse de esa etiqueta
de literatura de mujeres. Se trata de literatura para todos
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