Queridos "Cinéfilos":
Tomas Alfredson, que saltó a la fama por una película que, de momento, no he visto (y me interesa) “Déjame entrar” (“Lat den Ratte Komma In“ o “Let the Right One in”, en inglés literal, para que nos enteremos), dirige ahora la adaptación de una novela de 1974 del muy famoso escritor John le Carré, experto en el mundo de los espías “de verdad”, donde supervive su protagonista habitual, Smiley, todo ello en un ambiente infinitamente más realista que el popularizado por Ian Fleming y su archiconocido Agente 007.
Tráiler en español en:http://www.youtube.com/watch?v=TaEE68g-qLU
Con esta carta de presentación, especialmente atractiva para los space cowboys, ya que pertenecemos a la generación que leía a le Carré, parecía claro que había que ir a verla, cosa que hicimos juntos cuatro personas, dos de ellas activas en este Foro.
Desde el comienzo, la película nos sumerge en un entorno, digamos cronológico, que recordamos perfectamente los que ya no cumplimos 60: guerra fría (pero muy “caliente” en la permanente batalla de ajedrez entre los servicios de inteligencia de la URSS y cía con el MI6 y CIA), ambiente de las calles, vestidos, coches… y lo que no conocíamos de primera mano ninguno de nosotros, supongo, aunque no es difícil imaginarlo y aceptarlo: el “ambiente” interior del servicio secreto británico. Toda esta recreación es perfecta (ilustrada con una fotografía que me recordó mucho la de “Múnich” de Spielberg) reflejando maravillosamente la espesísima y agobiante tensión de un mundo en el que ningún personaje puede confiar en otro.
La interpretación de todos los actores la considero de “buena” para arriba, siendo para mi gusto especialmente conseguidas la de Gary Oldman (está nominado al óscar como “Mejor actor principal) y la de mi muy admirado John Hurt (el Calígula de “Yo Claudio”), si bien debo puntualizar que me da la sensación de que la de Oldman (Smiley) no debe ser la más difícil de alcanzar, ya que es ante todo de un hieratismo y adustez apabullantes, siendo elemento fundamental mantener una mirada de alguien que ya ha visto y experimentado todo en la vida, lo que no me parece un hito para un actor. También trabaja Colin Firth en un papel no principal, aunque creo que esta no es su película más representativa.
La BSO de Alberto Iglesias está nominada al óscar y suena muy bien, no me siento capacitado para opinar sobre si es una de las cinco mejores o no.
Bueno, hasta aquí la parte positiva de mi crítica. Ahora llega lo que para muchas personas es lo fundamental (“Con un buen guión se puede hacer una película buena o mala; con uno malo es imposible conseguir una buena”, Kurosawa dixit) como le ocurre a vG, que he de reconocerlo, me preadvirtió antes de entrar: “tiene toda la pinta de ser una película liosa de las que no te deja nada claro”.
A lo peor es la decadencia por la edad, pero seguí la película con la mayor atención, luché para conocer a cada personaje (misión nada fácil), descubrir la esencia de la trama, atar cabos… y no lo conseguí con un mínimo grado de profundidad. Al final, ¡alehop!, de la chistera salió un conejo, quiero decir un topo, y tras unos disparos me quedé con la duda de si realmente aquello era una topera o qué. Lo suyo sería hacer moviola y volver a verla, espero hacerlo en su día en la tele, y reafirmar mi crítica actual o descubrir que me estoy volviendo gagá. Hoy por hoy, alucino en colorines de que la hayan nominado al óscar como “Mejor guión adaptado”.
Ahora la anécdota “rejuvenecedora”: Hacia la mitad de la película, la pantalla se quedó en negro y el sonido seguía avante (estábamos en una de las 18 o 20 modernas salas del Cinesa Manoteras). Tras más de cinco minutos de esa situación (aparentemente en la cabina de proyección no hay nadie físicamente al frente de ella), con coros de palmas de muchos espectadores y abandono definitivo de varios grupitos de jóvenes supuestamente no muy satisfechos de cómo se desarrollaba la peli, apareció una persona de la empresa que nos “aclaró” que había habido un problema, se paró el sonido, encendieron las luces y se reanudó la película cinco o diez minutos después desde una secuencia como cinco minutos anterior a la que se proyectaba en el momento del incidente, con lo cuál el retraso acumulado debió ser del orden de 20 minutos o quizás más, lo que implicó que un rato antes de acabar la película ya empezaran a entrar en la sala los espectadores de la siguiente sesión (en este cine no hay acomodadores) que pensaban que ya había empezado su pase. Fenómeno rejuvenecedor: el último caso de que se "cortara" una película (lo que implicaba entonces, época del celuloide puro y duro, una parada de mínimo cinco minutos para empalmarla) lo debí sufrir en los finales 60 o primeros 70… absolutamente en línea con la época en la que se desarrolla la acción de “El topo”. ¡Coherente!.
Amigos, amo el buen Cine… pero con un guión que encaje en un perfecto puzzle, como en “La huella”, “El golpe”, “El crepúsculo de los dioses”, “Chinatown”, “Mujeres en Venecia”, “Fuego en el cuerpo”, “Match Point” y otras muchas maravillosas películas que ahora no me vienen a la mente.
Manrique
Leí "El topo" hace años, así como otros libros de John Le Carré, que me apasionaban. Hace unas cuantas semanas me hizo ilusión ver una película basada en aquel libro. Después de ver la película volví a leer el libro y me volvió a apasionar. Pero qué decepción de guión cinematográfico, no sólo se aleja del original sino que se pierde, literalmente se pierde.
ResponderEliminarPodría ser indulgente: el ambiente, la fotografía, el vestuario, la interpretación, la dirección... evidentemente ésto no basta.
Enfin si podéis leed las novelas de Le Carré, apuesto que no os van a decepcionar.
Ana Díaz