viernes, 3 de febrero de 2012

"El Tiempo y los Conway" (Time and the Conways) de J. B. Priestley

Queridos "Cinéfilos" (quizás hoy debería dirigirlo a "amantes del teatro”, esperemos que la inmensa mayoría de vosotros tenga ambas adicciones):

Seré breve por dos razones:

1.- Esta crítica pretende traducirse en la recomendación de que vayáis a ver esta obra a los Teatros del Canal .... que sólo permanecerá en cartel hasta el domingo (he leído que ha estado de gira previa y que vuelve a estarlo; a lo mejor visita Cádiz, Coruña, Sevilla, Cartagena, Valladolid y la podéis ver los que allí vivís). Acabo de comprobar que hay todavía bastantes entradas: el miércoles estaba prácticamente lleno por ser día del espectador, llamándome la atención reconocer en el público a una sobrina del Rey, un notable ex ministro y una famosa actriz aprovechando la rebaja del 25%, cosas de la crisis, pero me llama la atención la escasa publicidad de esta obra mientras que hay otras cosas infumables que…

2.- No debo entrar en profundidad en el tema de la obra (en absoluto policíaca) para dejar que los que vayáis, si alguno lo hace, descubráis por vosotros mismos la original estructura de la trama.
J. B. Priestley (1894-1984) fue un escritor y dramaturgo inglés cuyo periodo más fértil transcurrió entre los años 30 y 40, preocupado por las cuestiones sociales y con un profundo interés en la influencia del Tiempo (y lo escribo con mayúsculas por que es protagonista importante en muchas de sus obras) en la vida de los seres humanos.

De él recomendé en este Foro (y en algún correo a los que vivís en Madrid) un montaje de su excelente obra "Llama un inspector" (tampoco policíaca, que descubrí en el inolvidable Estudio 1 de TVE y he visto en directo dos veces en los últimos veinte años) y me consta que las personas que me hicieron caso disfrutaron mucho con ella.

"El Tiempo y los Conway" (conocida en España igualmente como "La herida del Tiempo", también la descubrí hace una eternidad en Estudio 1, pero nunca había tenido oportunidad de verla en vivo hasta ahora y, la verdad, prácticamente no recordaba la trama) se desarrolla en tres actos, representados sin interrupción, cuya acción tiene lugar el mismo lugar, día y mes … mejor lo dejamos sin contar.

A lo largo del primer acto no llegaba yo a sentir la atracción que suponía iba a tener e incluso llegué a pensar que, a lo peor, mi memoria me había engañado engrandeciendo el recuerdo de una obra que no parecía nada excepcional. ¡Hombre de poca fe!.
Lentamente mi opinión fue cambiando poco a poco. Quizás lo que me ocurrió es que estoy/amos acostumbrados a que una buena cena empiece invariablemente con platos salados acompañados de vinos secos o ácidos, acabando con tartas y vinos dulces (los ingleses lo tienen clarísimo: jerez con el aperitivo y oporto tras el postre, estoy plenamente de acuerdo con ellos, detesto el cava como final) y Priestley nos sirve un menú empezando con una tarta de capuchina … y el oporto, que no podía faltar. Luego llegarían otros platos y, cuando pensaba que la cena acababa con los tragos más amargos… la acción me sorprendió totalmente e imaginé que nuestro universo estaba construido sobre una especie cinta de Möbius (siempre me ha fascinado) y que estábamos en la “otra” cara, a pesar de que sólo tiene una.

No voy a contar más de la trama, ya he ido demasiado lejos.


Respecto al montaje, me ha gustado muchísimo la escenografía (plena de símbolos, como esas paredes que se inclinan más y más a medida que la familia entra en crisis, el suelo ajedrezado, los relojes omnipresentes) y la dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente (del que recuerdo hace dos o tres años un extraordinario montaje de “Angelina o el honor de un brigadier” de Jardiel Poncela, en este mismo teatro, que aquí os comenté), así como la interpretación, especialmente la de Luisa Martín (en un papel nada cómico) y la de Nuria Gallardo, que ha crecido desde que la dejé de ver siendo poco más que una adolescente.

Podéis acceder a un tráiler de la obra en:



Para los que os interese acceder a una excelente web sobre las obras de teatro en cartelera, que en el presente caso llega a incluir una maqueta de la escenografía, podéis acceder a:

Acabo señalando, para los que la conozcan, que “Llama un inspector” (1945) es, al menos para mí, más “destiladamente contundente” y eficaz en su mensaje a través de una acción que se desarrolla cronológicamente en 90 minutos de una sola escena y localización mediante una representación que dura exactamente 90 minutos, quizás por eso sea su obra más famosa (curiosamente se estrenó en Moscú), mientras que en "El Tiempo y los Conway" (1937) precisa de 110 minutos, dando lugar a un mensaje menos directo pero afectando a una mayor generalidad de destinatarios y un punto más elaborado respecto al protagonismo del Tiempo, por más que en ambas yo me sienta como deslizándome por una banda de Möbius.

Muy buen Teatro, amigos.

Manrique

1 comentario:

  1. Tengo que reconocer que rara vez voy al teatro,salvo al clásico, que suelo ver en compañía de otro miembro de nuestro foro. Sin embargo, ayer, siguiendo la recomendación de Manrique, estuve viendo en los Teatros del Canal "El tiempo y los Conway" y....me encantó.

    Es curioso como una obra escrita en 1937 sigue plenamente vigente e incluso de actualidad hoy día, porque se basa en conceptos eternos tales como familia,confusión, crisis, relaciones humanas, triunfo, fracaso, odio, envidia, petulancia... Si el tratamiento de todo ello es inteligente, y lo es, y audaz, que también lo es, el resultado solo puede ser muy atractivo para el espectador y de ahí el éxito continuado de esta obra en todos los teatros del mundo donde se ha representado desde su estreno hace 75 años. Merece mención especial, por su novedad, el hecho de que el segundo acto, que discurre en 1937, permite conocer al espectador el desenlace de la trama, cuyos actos primero y tercero transcurren 1919. Genial.

    Los 10 actores y actrices que interpretan en Madrid a la Sra Conway, sus 6 hijos y demás personajes de la obra están espléndidos y la dirección de Perez de la Fuente impecable y llena de simbolismo.

    Magnífica tarde en los Teatros del Canal, un moderno recinto, funcional donde los haya y al que merece la pena ir con mas frecuencia.

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