¡La envidia que sentí cuando Rogelio nos relató su encuentro con Scarlett Johansson, hace ya bastante tiempo!. Esta semana creo que he tenido una compensación pareja, mejor incluso, diría, ya que mi doble encuentro, por que se ha materializado en dos tardes, ha sido con Kate Winslet. Sí, aquella jovencita en edad de merecer que casi todos conocimos a bordo del Titanic, actriz y personaje estrictamente olvidable en el marco de un trágico naufragio muy bien rodado, por mucho que la nominaran para el óscar, que no ganó. Poco antes representó a la segunda hermana de “Sentido y sensibilidad”, película que me hizo descubrir a Ang Lee como director y a Emma Thompson como guionista, que ganó un óscar por ello, además de representar a la hermana mayor. Sin embargo Kate, nominada como actriz revelación, ni lo ganó, ni me impresionó.
Años después ya me pareció más interesante en “Quills”, como criada del manicomio de Charendon donde el Marqués de Sade, internado “preventivamente”, montaba una obra de teatro representada por los locos que declamaban verdades inaceptables para el nuevo emperador (vamos, más que rey), ex general republicano. Entonces, sabéis, ya empezó a hacerme tilín. Pero uno o dos años después, cuando era Iris Murdoch joven en “Iris”, ya volvió a impresionarme muy positivamente y a ser nominada … y perder.
En 2004 lo intentó de nuevo, pero esa vez no la vi. (trabajaba con Jim Carrey, con el que sabéis que no me hablo) y cayó KO ante el poderoso gancho de Hillary Swank.
Pues todo esto lo llevaba en el subsconciente cuando, trasmutado en un quinceañero alemán, la encontré en un portal de Neustadt una tarde lluviosa, a la que siguió todo un verano, que no era el de un adolescente en el inolvidable del 42 en una playa de Nueva Inglaterra (bendito seas, Robert Mulligan, por ese verano y por "El otro", maravillosas películas en mi vida), sino el del 58 en una Alemania que cicatrizaba sus heridas físicas, pero aun no las del alma, tras su terrible pasado reciente. Me impresionó en aquel verano, ¿a quién no?, pero más cuando a mitad de los 60, yo estudiando derecho la reencontré y todavía más en nuestra relación posterior por cartas y cassettes hasta la despedida final. Portentosa Hanna-Kate.
Pero es que tres días más tarde la encuentro en el Connecticut de los primeros 50 como April-Kate, una joven esposa prototípica americana que no se resigna a ese acomodaticio gris papel y, como le pasaba al personaje de Kevin Spacey en la excelente “American beauty”, también de Sam Mendes, y esa falta de ¿borrega? resignación le resulta fatal. Por cierto, que por esa calle me pareció ver a Juan Antonio Clemente. ¡Qué casualidad!.
Tan impresionado estoy con la interpretación de Hanna-April-Kate que me olvido de los responsables finales de los encuentros:
En "El lector" Stephen Daldry no desentona respecto a su trabajo en “Las horas”, aunque aquélla me pareció como película más perfecta. Ralph Fiennes me ha resultado inexpresivo y en la producción se han ¿descuidado? algunos detalles que manchan un conjunto muy correcto. Por ejemplo, en plan detallista, me ha fastidiado que las cartas de los restaurantes, los escritos en las pizarras de la universidad, los libros que leen e, incluso, un poema del joven alemán estén en inglés(¿!), sin la mínima justificación para ello. Tampoco parece muy aceptable que la hija del protagonista sea morena con ojos oscuros cuando sus padres son rubios y con ojos azules (y no dicen que fuera adoptada, pobre Mendel). Por otra parte, desde el punto de vista del guión, una condición esencial de Hanna me parece muy difícilmente compatible con su historia, pero, para no desvelar un giro importante de la película, no debo decirlo a los que no la hayáis visto.
Respecto a Sam Mendes en "Revolutionary Road", muy poquito que añadir a lo que ya dijo Juan Antonio, días atrás, para mí ninguna pega: ni con los otros actores, muy bien Di Caprio y todos los demás, ni con la fotografía, la ambientación o la más que sugestiva banda sonora. Respecto al mensaje, terrible crudeza (hasta en la antológica última secuencia). Lo malo es que con esta “propaganda”, crítica feroz a las parejas estándar ¿americanas o mundiales?, me imagino que muchos jóvenes optarán por no casarse. Otro día hablaremos de películas con el mensaje opuesto, que las hay y buenas.
Hoy solo me queda exclamar: LET’S WIN, KATE!!!
Buen cine amigos.
Manrique:
PD. Rogelio, de ti, que nos diste el aviso, para mí: me temo que Pe va a tener que sufrir su cruz y dedicarse al jamón-jamón, los indigestos gazpachos manchegos de "Casa Pedro" o los vídeos promocionales de Barcelona del últimamente errabundo Woody mientras Kate siga actuando como lo hace. Por otra parte, habría que darle un toque a Clint para que no se olvide de Kate en alguna de sus futuras (y últimas) grandes películas. ¿No?.
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