[Querido Manrique, tu petición es difícil de realizar pero he hecho el esfuerzo sólo por complacerte.]
Creo que no tengo ninguna película mítica y tampoco ninguna clasificada como la mejor; si rebusco en mi saco de películas, sólo logro encontrar esas en las que yo he tomado protagonismo de alguna manera. Aquéllas que no consiguieron darme un papel por secundario que fuese, no están en mi saco.
Rebuscando muy poco aparece una cinta que mi amigo Manrique me dio en Puerto Real diciéndome 'si alguien me dice que una película es la película de su vida, se la tengo que dar, ahí la tienes' y me puso entre las manos El Príncipe de las Mareas.
Al cine me llevó Nick Nolte y me encontré con una historia conocida, y desconcertada sin saber muy bien si yo era la loca suicida o el atrevido incorregible. Mis ojos se abrieron como platos ante imágenes del pasado mezclándose con el presente. Mis oidos incrédulos volvían a oir palabras adultas que te obligaban al silencio infantil. Secretos de familia considerados necesarios para ser parte de una sociedad. Alianzas fraternales difíciles de sostener. Padres que no consideran el daño que hacen hacia abajo versus hijos que no son capaces de dar un paso que dañe nada hacia ninguna dirección siendo ellos el dique de sus propios hijos.
Posiblemente sea un drama romántico más que ha sido muy bien realizado, interpretado y dirigido pero quizás sea la única película que ha reflejado fielmente y con valentía lo herido que se crece y se llega a adulto tras una dura niñez llena de tremendeces y cómo se puede ser una gran persona con el esfuerzo del terrible pasado y siendo faro y dique a la vez para evitar que nunca más sucedan esas barbaridades en las vidas de sus hijos. No todos los que sufrieron en su niñez se convirtieron en psicópatas, muchos sobrevivieron, tomaron las riendas de su vida incluso del resto de su familia y supieron qué hacer con ellas sin necesidad de olvidar o maquillar el pasado y todo esto con dignidad, siendo queridos y sabiendo amar.
Hace algunos años leí el libro en el que se basa la película cuyo autor es Pat Conroy. Nuevamente cine y literatura son de una gran calidad incomparables sólo que en el libro se encuentran muchas respuestas a imágenes y muchas historias difíciles de contar a un desconocido o a alguien que no te sepa acariciar.
Hace un tiempo me dijo mi madre 'para ser feliz, hay que olvidar'.
"...Y regresé a mi hogar sureño y a mi vida sureña, y es en presencia de mis hijas cuando tomo conciencia de mi vida, de mi destino."
Marga.
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