Queridos Cinéfilos:
La verdad es que este curso está siendo uno de los que menos he ido a un cine.
Sí, me refiero a uno de los escasísimos degenerados herederos de aquellos templos donde me quedaba mágicamente hipnotizado cuando era niño: un sábado me convertía en el marinero Ismael a bordo del bergantín ballenero Pequod partiendo a la caza de la Gran Ballena Blanca, la semana siguiente en un testarudo y amargado coronel yankee al frente de su columna de caballería durante la Guerra Civil norteamericana que destruía un núcleo ferroviario de los sudistas en una audaz misión en territorio confederado, un mes más tarde en el patrón de un remolcador de salvamento que arriesgaba su barco y su vida tratando de descubrir quiénes y por qué querían hundir en aguas profundas el vetusto carguero Mary Deare, un sábado lluvioso en un sagaz policía suizo que ponía un astuto cebo para cazar a un asesino de niñas, un hombre grande y siempre vestido de negro, que las atraía regalándoles bombones cuando regresaban a casa desde el colegio, o, siendo ya preadolescente, me enamoraba de la perversa princesa Nellifer, que terminaba encerrada viva en la Gran Pirámide de la tierra de los faraones, mientras me preguntaba ¿porqué las chicas malas siempre estaban más buenas que las chicas buenas en las películas?
Colvin (Pike) en una escena de la película con su chófer en Irak |
El caso es que no he ido por diversos motivos, entre ellos porque sólo me han atraído pocas películas en estos últimos meses, generalmente minoritarias y exhibidas en muy pocos cines, ya que la tentación de volver a ver cómodamente en la tele de casa alguna de las ¿mil? que recuerdo con especial cariño o, mejor aún, las ¿cien? que adoro, ha vencido a la alternativa de arriesgarme a salir del cine con la sensación de haber malgastado 8 € y, lo que es mucho peor, unas tres horas de mi vida. Aclaro que, excepcionalmente, se me ha escapado “Dolor y gloria”, que nos recomendó José Ramón, por un invalidante esguince del que sigo renqueante tras dos meses y medio.
Pero siempre hay excepciones: el martes pasado estábamos circunstancialmente en las cercanías del Cinesa Manoteras a una hora apropiada y entramos a ver la única película que me atraía entre las que se proyectaban en sus 20 salas, aunque tenía muy escasas referencias sobre ella, "La corresponsal”, primera dirigida por Matthew Heineman, para mí absolutamente desconocido hasta ese día. Afortunadamente, a la salida no me arrepentí en absoluto de haber decidido ver esa interesante película y consecuentemente os la recomiendo porque:
Foto real de Homs, "desescombrado" tras la batalla |
- Narra históricamente los últimos doce años de la vida de una intrépida y multipremiada reportera de guerra, permanentemente trabajando para el británico Sunday Times, Marie Colvin (Long Island, Nueva York 1956 – Homs, Siria 2012), persona genéticamente volcada en su peligrosa profesión, que la subyugaba, porque creía firmemente que tenía la obligación de desvelar al desarrollado mundo anglosajón las barbaridades de las que era testigo, y la esclavizaba al mismo tiempo, similarmente a lo que le pasaba con sus inseparables martinis de vodka al anochecer. Era todo un carácter, como califican los ingleses.
- El director, experto documentalista, recrea con absoluta verosimilitud los ambientes de guerras, todas ellas esencialmente civiles, que suelen ser las más crueles por su substrato vengativo entre etnias o bandos enfrentados de por vida, en Sri Lanka, Irak, Afganistán, Libia y, finalmente, Siria, donde Colvin y un compañero acabaron muriendo en uno de los bombardeos gubernamentales utilizados por las fuerzas del Presidente Al Assad II para “castigar” a la rebelde ciudad de Homs, eliminando de paso a la población civil desafecta que sobrevivía semienterrada entre ruinas. Espeluznante la última media hora de película.
- La interpretación de la británica Rosamund Pike (ya nominada al Oscar y al Globo de Oro por el papel de la desaparecida esposa en “Perdida”, dirigida por David Fincher en 2014, que aquí os comenté positivamente) es realmente magnífica y le ha valido su nueva nominación al Globo de Oro como Mejor Actriz Dramática este último año (Rogelio, tú que aquí nos comentaste muy brevemente “La buena esposa”, cuyo papel protagonista le ha valido ese premio a Glenn Close, si ves “La corresponsal” ya nos dirás cuál de las dos interpretaciones femeninas es la mejor, porque me consta que a Close le debían tal galardón, con efecto retroactivo, desde “Las amistades peligrosas” y ya era hora de que se lo hicieran efectivo. Rosamund a esperar).
- Vamos a ponerle un “pero” al guión de "La corresponsal”: la exploración psicológica de Marie Colvin, personaje complejo, es muy poco profunda y se facilita casi “didácticamente”, en vez de desvelarla inteligentemente al espectador. Hacerlo bien no hubiera sido sencillo, pero el nivel con que se cubre el expediente es demasiado bajo e incompleto.
La auténtica Colvin con Remi Ochlick, murieron juntos |
Le paso la palabra, como acostumbro, a la Crítica profesional:
Esta vez recomiendo mucho la presentación en “Días de Cine” en La 2 de TVE (8 min, advierto que inicialmente incluyen un spot, de pocos segundos, con la programación inmediata de La 2, no penséis que el enlace está equivocado), donde interviene la muy experta corresponsal de TVE Ángela Rodicio, que conoció a Marie Colvin cuando coincidieron profesionalmente en Bagdad durante la Guerra del Golfo:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/dias-de-cine/corresponsal/5257555/
Comentario de Federico Martín Bellón en ABC “Relato con chaleco antibalas” (****)
https://www.abc.es/play/cine/criticas/abci-critica-corresponsal-retrato-chaleco-antibalas-201905302250_noticia.html
“…
Testigo de lo peor del ser humano, la cámara se aproxima a Colvin con pasión y conocimiento, y con una interpretación fantástica de Rosamund Pike, pero no llega a profundizar de verdad en su pensamiento, no consigue quitarle el chaleco. Vemos a la corresponsal jugarse la vida y ahogar sus fantasmas, incluso se atisba una justificación a su temeridad ante el riesgo.” Faltan sus palabras, por completar el retrato, sobre todo si tenemos en cuenta que se ganaba la vida con ellas. Esa ausencia, combinada con una estructura incompleta, impide que el espectador salga saciado del todo.”
Crítica de Jordi Costa en El País: “La guerra privada de Marie Colvin”
https://elpais.com/cultura/2019/05/30/actualidad/1559207916_771659.html
“Un cronista de guerra sabe que no trabaja para la Historia con mayúsculas, sino para ese territorio mucho menos noble y perdurable que es este presente que mancha de café las páginas del periódico -o la pantalla de la tableta- que se lee apresuradamente en las primeras horas de la mañana. Su meta no es levantar acta de una gran crisis a vista de pájaro, sino contar el dolor a la altura de los ojos de la víctima civil, abandonando grandes palabras de líderes de fuerzas militares y retóricas de jefes de estado para trenzar una corriente de empatía entre quien lo ha perdido todo y ese lector para quien la guerra es aquello que sucede, siempre, muy lejos de casa…”
Crítica de Alberto Luchini en Metrópoli de El Mundo: “La corresponsal: una heroína víctima de sí misma”
https://www.elmundo.es/metropoli/cine/2019/05/30/5ceec280fc6c8327218b45c6.html
“…
Como cabía esperar de una película firmada por un director con los antecedentes de Heineman, las partes bélicas, rodadas con estilo semidocumental, crudo y muy directo, y el certero retrato del peculiar mundo de los corresponsales están muy por encima de los momentos intimistas, en los que el melodrama aparece desaforado y no siempre bien calibrado, incluso con algunas concesiones innecesarias al tremendismo psicológico. Menos mal para el realizador que la rotunda interpretación de una casi irreconocible Rosamund Pike, probablemente la más redonda de su carrera, contenida y llena de matices, compensa y le aporta a esos momentos la credibilidad y la emoción que la puesta en escena es incapaz de darles.”
Buen CINE, Amigos.
Manrique
PD: Pensé saliendo del cine, lo juro, y luego he leído que también lo ha escrito un periodista: ¿para cuándo una película sobre la inigualable Oriana Fallaci?, de la que tengo un ejemplar de su “Inshallah” con lomo dorado. Seguro que tú, Rogelio, por tu profundo estudio de la lengua de Dante, eres el Space Cowboy que más nos puede ilustrar sobre esa fantástica periodista, cuyos escritos sobre el atentado de las Torres Gemelas fueron su testamento final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Lo que tengas que decirnos, nos interesa. Gracias.
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.