sábado, 15 de junio de 2019

"El mar" ("The Sea"), espléndida novela de John Banville.



Queridos "Cinéfilos":

Llevaban unos cuantos años moscardoneándome en el cerebro repetitivas referencias al irlandés John Banville, calificándolo como un interesantísimo escritor entre los mejores actuales en lengua inglesa. 

Creo recordar que la primera me llegó con una encuesta entre 25 destacados autores españoles para elegir la mejor novela de la primera década siglo XXI que el Cultural de ABC (devoro cada sábado ese suplemento semanal) organizó en junio de 2011 con motivo de su número 1000, encuesta de la que alguna vez os he hablado, en la que quedó ganadora "La fiesta del chivo", de Vargas Llosa, que me encantó y os recomendé, segunda "La carretera" de Cormac McCarthy, que Ana Díaz nos comentó muy positivamente,  y la tercera fue "El mar" de Banville.

El siguiente aldabonazo, de gran contundencia, resonó en 2014 cuando le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, señalando el jurado en el acta oficial:

"La prosa de John Banville se abre a deslumbrantes espacios líricos a través de referencias culturales donde se revitalizan los mitos clásicos y la belleza va de la mano de la ironía. Al mismo tiempo, muestra un análisis intenso de complejos seres humanos que nos atrapan en su descenso a la oscuridad de la vileza o en su fraternidad existencial. Cada creación suya atrae y deleita por la maestría en el desarrollo de la trama y en el dominio de los registros y matices expresivos, y por su reflexión sobre los secretos del corazón humano".


Con mucho retraso, perennemente abrumado por la lista de las más de 1000 novelas que debería conocer, decidí, por fin, darle prioridad a "El mar", obra que obtuvo en 2005 el Premio Man Booker, el más destacado dentro de la literatura británica, ampliado a la Commonwealth e Irlanda, y empecé a leer:

"Se marcharon, los dioses, el día de la extraña marea. Las aguas de la bahía, toda la mañana bajo un cielo lechoso, habían crecido y crecido, alcanzando alturas inusitadas, las pequeñas olas inundaban una arena reseca que durante años no había conocido otra humedad que la lluvia y lamían las mismísimas bases de las dunas. El casco oxidado del carguero que permanecía encallado en la otra punta de la bahía desde tiempo inmemorial debió de pensar que iban a volver a botarlo. Después de ese día yo no volvería a nadar. Las aves marinas gimoteaban y se lanzaban en picado, nerviosas, al parecer, ante el espectáculo de ese enorme cuenco de agua inflándose como una ampolla, de un azul plomizo y un brillo maligno. Tenían, aquel día, una blancura antinatural, los pájaros. Las olas depositaban una orla de sucia espuma amarilla en el límite de las aguas. Ningún barco estropeaba la línea del alto horizonte. No nadaría, no. Nunca más.

Alguien acababa de caminar sobre mi tumba*. Alguien." 

* Nota del traductor. "En el mundo anglosajón existe la superstición de que uno siente escalofríos, o cierta aprensión, cuando alguien camina sobre -lo que será- su tumba"

Y tras ese minuto de lectura, supe que era un libro que me iba a gustar. Y no soy el único al que así le ha pasado

Al finalizarlo, internamente lo consideré como una de las novelas que me han parecido más profundas, no por la complejidad de su trama, que no es el caso ni el objetivo de esta obra (lo será de otra suya, también espléndida, pero muy diferente, que os recomendaré pronto) sino por su enorme agudeza en el estudio del alma humana en esa revisión de la vida que realiza el protagonista, lo que todos, o casi todos, haremos, o ya hacemos, cuando somos conscientes de que afrontamos el paso de la madurez a la ...

Está claro de que no se trata precisamente de una obra vitalista, tanto más cuanto los protagonistas de Banville, en las dos únicas obras suyas que he leído, son claramente nihilistas y, consecuentemente, sus expectativas existenciales de un angustiosamente corto futuro.

Quiero subrayar la extraordinaria técnica del autor en la estructuración de la obra. Pluscuamperfecto "montaje", diríamos si habláramos de Cine, de episodios pasados y presentes, así como de personajes diversos, complejidad perfectamente calibrada para que pueda ser bien interpretada por un lector medianamente avezado. Por cierto, muy bien traducida.

Concluyo: Excelente novela que os recomiendo leer, reiterando el aviso de que está impregnada de la melancolía del personaje cuando compara su adolescencia y primer enamoramiento con la fase final de su vida en una residencia para la tercera edad, estando ambos periodos desarrollados en la misma localidad marítima de sus vacaciones juveniles.

Como siempre, pediría a cualquier miembro de nuestro Foro que la haya leído o lo haga, enriquezca nuestra diversidad publicando su más personal opinión sobre esta novela. ¡Ojalá así sea!

Muy buena Literatura, Amigos. 

Manrique

PD: Los que estéis en Madrid mañana podríais aprovechar el último día de la Feria del Libro, en el perfecto marco de El Retiro, para comprar esta novela ... o "Christine Falls", en español "El secreto de Christine", título mucho menos atractivo ya que en inglés tiene un intraducible doble sentido perfectamente acorde con la trama. Claro que el autor de esta obra ¿es otro?, Benjamin Black. Hablaremos de ella.





2 comentarios:


  1. Voy a ser un poco más explícita que Manrique, por lo tanto, advierto a quién no quiera saber más sobre esta novela, que no siga leyendo.
    El mar se divide en dos partes: la primera nos avanza el final, si es que se puede decir que hay un final, para empezar por un principio, si es que se puede hablar de un principio. En la segunda, nos va deslumbrando la tortura por la que pasa la mente de Max, su protagonista y narrador en primera persona.
    Hay algo de morbo en esta novela. Cuando descubro el morbo en una novela, me parece que el autor está abusando de mi sensibilidad. No hay muchas novelas de las que pueda decir que son morbosas. Pero una de ellas se lleva el primer premio y se trata de una novela famosísima y de gran reconocimiento: La montaña mágica, novela que leí entera, a pesar que su morbo empieza en el primer capítulo. Pero, dicha novela, tiene una prosa tan extraordinaria que es difícil dejar de leerla, exactamente lo mismo que pasa con El mar.
    Alguien acaba de caminar sobre mi tumba es una frase morbosa y está en la primer página. Pero si dejo de lado este empiece, voy descubriendo unos hechos, narrados por alguien, que busca en el pasado, el misterio que lo encubrió y que no supo entender. Al final, Max sufre demasiado porque no puede dar marcha atrás. Se emborracha y pierde la consciencia pero no se ahoga.
    Si después de este comentario deciden ustedes leerla, creo que no se arrepentirán.

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  2. Después de leer las críticas de Manrique y Ana Diaz, tenía que leer el Mar y lo he hecho. A mí me ha parecido una novela de calidad literaria excepcional. Lo que me ha gustado no es tanto lo que cuenta, sino como lo cuenta.

    El mar es el relato de Max Morden, un historiador del arte y solitario empedernido, que, ya viudo y mayor, se retira a un pueblo costero, en el que estuvo en su infancia, con un triple objetivo vital: rememorar la época de su juventud en la que, de mano de la familia propietaria de la casa, descubrió el sexo y la muerte, evocar la enfermedad y muerte de su esposa y escribir sobre ambos hechos, relacionándolos y deduciendo su capacidad para enfrentarse a la soledad y la muerte. Pero, además, la profunda introversión del protagonista le conduce a una crisis de identidad personal. “Desde el principio quise ser otra persona”, dice casi al final. El problema es que ni siquiera lo intenta, obsesionado por estos dos hechos que han condicionado su vida.

    Pero como decía antes, más impactante me ha parecido en este libro la forma que el fondo. El libro de John Banville es elegante, profundo, reflexivo, intimista, sonoro, colorido y oloroso. Cada página es un abanico de sensaciones, que el lector descubre poco a poco y del que disfruta con fruición.

    En resumen, coincido con Manrique y Ana en que se trata de magnífica literatura, que no me extraña que haya sido premiada con el Príncipe de Asturias. Pero también literatura que exige un lector pausado, que disfrute con la literatura de calidad. Si no, ni la entenderá ni le gustará.

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