Estimados cinéfilos:
Animado por las buenas críticas recibidas tras su reciente estreno, he ido a ver "Un tipo serio", la película de 2009 de los hermanos Coen, de quien hemos visto en los últimos tiempos "Quemar después de leer" en 2008 con Brad Pitt y "No es país para viejos" en 2007 con Javier Bardem.
La película cuenta las peripecias personales y profesionales de un profesor judío en mala racha y se supone que es una divertida comedia, aunque yo no he entendido gran parte de sus "gags". Mi impresión es que se trata de una película sobre judíos y para judíos (no sé si también hecha por judíos, aunque el apellido sí lo es), que son los que pueden entender bien las curiosas situaciones que se presentan.
En fin, que la película me ha aburrido soberanamente y me confirma mis dudas personales sobre estos hermanos Coen que tienen mucha fama, reciben Oscars y a mi particularmente no me gustan.
Saludos,
JRL (24-01-2010)
Efectivamenta la película es lenta y muy limitada a la cultura judia, pero a mi me han gustado dos cosas:
ResponderEliminarLa primera es la técnica; exquisita recreación de la epoca, mediados setenta, atrezzo, vestuario, peinados y muy probablemente los diálogos originales; fotografía, cámara, etc.
La segunda y más importante es la vivisección de la religión vista como un conjunto de normas objetivas, exteriores, sociales y culturales.
Como frente a una religión rígida y exterior, que hacen del padre "un pringao" absoluto; la vida, la libertad,o el diablo, en forma de hierba y de Jefferson Airplane atrapan totalmente las preocupaciones de su hijo adolescente. Es obvio quién gana la partida en el alma del muchacho, incluso el gran Rabino se da cuenta cuando le pregunta por el nombre de los componentes de los Jefferson. Si os cabe alguna duda solo tenéis que escuchar de nuevo la canción http://www.youtube.com/watch?v=5Jj3wZVc7nw y si es posible a un buen volumen.
Por último la película termina de forma inquietante anunciando situaciones en las que quizás los protagonistas busquen una religión más interna y menos de preceptos externos. Porque, como dice más o menos el Evangelio: nada de lo que entra en el hombre lo hace impuro, es lo que sale de él lo que puede hacerle malo.