Escuché por primera vez Carmina Burana en Hamburgo en el año 1985. Me acuerdo que fuimos a la Musikhalle a escucharlo Pedro, mi mujer y yo y salimos entusiasmados de la fuerza, el ritmo y la belleza de las 25 melodías que lo componen y que hacen referencia al movimiento de los goliardos surgido en la baja edad media en Centroeuropa.

Se completa el programa con un buen concierto de Vivaldi para piccolo, con un solista de flautín espléndido que, encima, nos ha regalado un aurresku y un estreno de Mauricio Sotelo, arde el alba, en el que mezcla las voces de una soprano y un cantaor.
Programa más que interesante, que justifica una visita, por muy poco dinero, al auditorio este fin de semana.
Un abrazo,
José Ramón
Supe de Carmina Burana por Rogelio. Así que hasta el mil novecientos noventa y pocos sólo había oído los fragmentos más populares, sin relacionarlos entre sí, y nunca la obra completa. Me prestó un CD que sonó en mi casa y que me enamoró. Dejé que mis oídos guiasen el resto de mis sentidos y fue un descubrimiento apasionante. Poco tiempo después me atreví a ir con mis hijas, que de aquélla eran pequeñas, a un concierto de Carmina Burana en el antiguo Palacio de los Deportes en Madrid, no pude disfrutarlo porque allí la acústica era nefasta y porque se retrasó el comienzo y mis hijas se caían de sueño.
ResponderEliminarDesde entonces, más de un domingo nos hemos despertado en casa con Carmina, un lujo.
Gracias, Rogelio.
Marga.