UNA VEZ LLOVIÓ
Una vez llovió, insistían las voces grises de los ancianos cuando notaban que la atención se desvaía. Agua, nube, lluvia, palabras vírgenes, bengalas en la noche.
Una vez llovió, aunque nadie sabía cuándo. Ni dónde. Ni cómo.
Una vez llovió, escuchaban los niños con la boca abierta, reflejos de llamas en las mejillas, orejas atentas al soniquete amargo del cuentista.
Una vez chispeó, llovió, diluvió. Hasta que un mundo recién nacido estrenó su llanto.
Una vez llovió. No dos, ni tres. Solo una.
Pues enhorabuena de nuevo, Arturo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Muchas gracias de nuevo.
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