Es cierto, ha muerto Antonio Tabucchi. Hubiera dejado pasar la ocasión, pero la carta de Ana me ha movido.
De la misma forma que las notas necrológicas que redactaba Monteiro Rossi, o quizás su novia, acabaron conmoviendo al viejo Pereira y le indujeron a un acto de rebeldía contra la injusticia, así la carta de Ana me ha inducido a esta pequeña rebeldía contra la mediocridad y el aburrimiento.
He leido, maestro, que has muerto en Lisboa. Me alegro por ti, así podrás volver a conversar plácidamente con Pessoa y otros ilustres espíritus del cementerio de Praceres. Yo solo quiero darte las gracias por esos paseos que de tu mano he dado por Lisboa y que tantas veces me han arrancado de la mediocridad y del aburrimiento.
¡Descansa en paz!
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