domingo, 15 de diciembre de 2019

"Un cuento chino" de Sebastián Borensztein: Cómo convertir un inverosímil caso real en la recuperación de un pertinaz misántropo argentino.


Queridos Cinéfilos:

El pasado domingo tuve(imos) la ocasión de volver a disfrutar en La 2, a las 22:30, la película (los que no la conocieran, descubrir) “Un cuento chino" (2011) del director y guionista argentino Sebastián Borensztein que, en mi opinión, claramente merece ser vista porque:

  • Tiene un guión muy original cuyo arranque escala la sorpresa a un máximo, por mí desconocido previamente, al adaptar un hecho insólito que, sin embargo, realmente había sucedido con anterioridad, como se nos demuestra en el reparto/créditos finales al insertar la emisión de la correspondiente antigua noticia en una TV rusa.
  • Adicionalmente subrayo que la trama se estructura en capas, como una lasaña, alternando situaciones dramáticas con kafkianas, otras humorísticas y, quién lo dijera, hasta de “amargado solterón encuentra su media naranja”, según van demandando las etapas de su odisea para escapar de una inesperada y exasperante situación que “le cae del cielo” al protagonista, Roberto, dueño y único dependiente de una pequeña ferretería de barrio bonaerense, permanentemente enfadado con el mundo.
  • Sí, debo admitir que, posiblemente llevado por su explicable entusiasmo profesional y amor a su personaje, el guionista-director incluye algún episodio accesorio que más “desorienta” el relato que lo “enriquece”, pero no es algo grave en una duración total que no llega a los 90 minutos.
  • La realización de la película es más que correcta y con algún detalle puntualmente sobresaliente, como es el ingenioso recurso para significar gráficamente el drástico cambio de continente … y hemisferio, sin olvidar la dificultad técnica del “preámbulo chino” y la consecuente operación de “aligeramiento” de la aeronave. Acertadísimo el detalle de nunca incluir subtítulos para los diálogos en chino mandarín y en cantonés, diferencia que en una secuencia se nos subraya en la película, haciéndonos sentir tan perdidos como Roberto.
  • Termino con el aspecto más excelente de la película: la genial actuación de Ricardo Darín representando un carácter de personaje que, al menos yo, no le conocía. Acertadísima también Muriel Santa Ana, actriz desconocida total previamente para mí, como la “chica” de la historia, ya no tan “chica”, que dirían los Cinéfilos andaluces. Y el “chino”, Ignacio Huang, cumple sobradamente. Bien todos los actores secundarios.
  • No está de más añadir que, a pesar de ser una modesta producción argentino/española, ganó los premios a la Mejor Película y del Público en el Festival de Roma y el Goya a la Mejor Película Iberoamericana, obviamente arrasando en los de la Academia Argentina del Cine y otros sudamericanos.
Concretando, yo le daría entre un 7 y un 8, tendiendo al segundo si valoro fundamentalmente el goce que me ha producido su revisión.


El "chino", la "chica" y Roberto, al fondo.
Os preguntaréis: ¿Qué sentido tiene comentaros ahora esta película a la semana de haberla emitido TVE2? 

Lo hago porque he comprobado que en la web RTVE, en su apartado “a la carta”, está disponible para verla hasta el próximo lunes 23 de diciembre y, a los que no la conozcáis, os aconsejo firmemente que la veáis con la seguridad de que pasaréis un muy buen rato haciéndolo y después os quedará una sonrisa en el corazón y algo de optimismo en el alma, que bien nos viene en esta época casi navideña y, sin embargo, con tantos problemas en el entorno. El enlace de acceso es (aviso que se inicia con un anuncio promocional de TVE de unos 30 segs) http://www.rtve.es/alacarta/videos/version-espanola/version-espanola-cuento-chino/5461887/ 

Como suelo hacer en mis comentarios sobre películas, por si queréis contrastar mi opinión, he aquí la de críticos profesionales:

Experto comentario en “Días de Cine” de La 2 (7 min) a “Un cuento chino", incluyendo opiniones de su director y Darín; de fondo, su tráiler: 
“Si nos van a contar un cuento chino, mejor que lo haga Ricardo Darín, porque nos lo creeremos” 

Oti R. Marchante en ABC: “«Un cuento chino»: ejemplo de cómo desorientar una tragedia rompe moldes” **** 

“Entre lo real y lo verosímil cabe un mundo entero. Una vaca cae del cielo en China y mata a una joven en el instante que su novio le entrega el anillo de compromiso. Tan real, al parecer, como inverosímil... El mundo, pues, da la vuelta, y la cámara se instala en un obvio y enternecedor giro antípoda frente a una ferretería en la capital de Argentina, Buenos Aires.
… 
El director Sebastián Borensztein despelleja esta anécdota hasta convertirla en un contradictorio y entrañable contraste de personalidades, en donde supura notablemente el talento de Ricardo Darín y la composición de un personaje agrio, solitario, cabal y mortecino al que las circunstancias (entre dantescas y kafkianas) le vuelcan unas cucharadas de azúcar, le imponen una compañía, le descentran de sus absurdas e infructuosas tareas y le pintan la vida de colores espantosos. 
... 
«Un cuento chino» es una película agridulce, con una eficaz y complejísima construcción del interior de un personaje discordante, pero muy próximo, de Darín, y que busca y encuentra sin esfuerzo al espectador.” 

Fausto Fernández en Fotogramas: “«Un cuento chino»: Para gente enfadada, pero menos”
Lo mejor: Darín cabreado en su ferretería. Lo peor: demasiado dulce de leche. 

"Tratándose de Ricardo Darín ya podíamos apostar a que esta comedia de personajes y contrastes iba a ser algo más que esa habitual, local, dosis de cine popular y populista tan caro a la platea argentina. Y, sí, lo es: combina, en su justa y agridulce medida, el modelo humorístico incombustible de extrañas parejas con un bonaerense Walter Matthau y un Jack Lemmon oriental, y la introspección dramática en ese punto en el que lo grotesco deja de ser cómico y se torna trágico. Atravesada por ramalazos de excentricidad trash (esos accidentes soñados que son como descartes de Destino final para lectores de Fontanarrosa), lo que tenía todos los números para ser la cara más amable, aunque con trasfondo sórdido, de El prestamista (Sidney Lumet, 1965) acaba derivando hacia el optimismo desaforado y el buenrollismo. Seguramente había que contentar a todo el mundo, que ser pelotudo y tierno vende más que exorcizar los fantasmas malvinos con el formato de una sitcom gruñona moderadamente xenófoba.”

Carlos Boyero en El País: “Una soledad con alma” 
“La credibilidad y el campo magnético de Ricardo Darín son inagotables” 

“…Darín puede dar vida a tipos muy variados, a los sentimientos más complejos, a la turbiedad y lo cristalino, la derrota y la supervivencia, la anormalidad y la normalidad sin dejar de ser él mismo. Es de esos actores superdotados y con algo especial que aparecen muy de vez en cuando en cinematografías fuera del Imperio. 
… 
Un cuento chino, dirigida por Sebastián Borensztein, es una película más amable que agria, digna y creíble, un cuento con origen triste que se empeña en hacer reales conceptos tan anticuados como la compasión y la solidaridad, el retrato de una soledad elegida que no se ha enquistado en la indiferencia ni en el egoísmo. 
… 
Pero, sobre todo, está la interpretación de Ricardo Darín. Te hace comprender, respetar y querer a ese misántropo que no ha perdido el corazón.”

Muy buen Cine, Amigos, y... generando sonrisas.

Manrique

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