miércoles, 7 de diciembre de 2016

Presentación de "Los cuadernos de Rekalde"


Bueno, se acerca el (para mí) gran día, el jueves de la semana que viene se presenta al público mi novela.

Estoy atacado de los nervios y como dicen en Cádiz tengo gases en la cabeza, pero quiero recordar y agradecer que fue en este Foro donde empecé a escribir, empujado inicialmente por Manrique y luego por Marga.

¡Muchas gracias!

4 comentarios:

  1. Bueno, Arturo, ahora que ya estás más cerca de los Inmortales, tanto gabachos como hispanos, cuéntanos cómo te fue ayer:
    ¿Aparecieron las Musas para coronarte en el acto?.
    ¿Núbiles vestales gaditanas sembraron de pétalos de rosas tu ordenación como novelista?.

    Poniendo un símil cinematográfico (que se me acaba de ocurrir, palabra): Convertido ya en hijo adoptivo de Quinto Arrio, acuérdate de los que seguimos encadenados como galeotes-plumillas-cinéfilos y comparte con nosotros algo de tu experiencia narrándonosla como tú sabes tan bien hacer.

    Un subordinado abrazo

    Manrique

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    1. Menos cachondeo, Manrique. Creo que más que yo, que sería indudablemente parcial en mi aportación, la presentación deberían criticarla Juan Antonio Clemente o Marga Forné, ya que ambos estuvieron presentes.

      Yo puedo contaros mis sentimientos, cosa que haré con mucho gusto.

      Lo primero que sentí, a la puerta del edificio, fue una profunda decepción. Faltaban pocos minutos para la hora señalada, y en el salón del Centro Cultural Reina Sofía había muy poquita gente. Me tranquilicé pensando que se debía a la tradicional falta de puntualidad de los gaditanos, y menos mal que acerté.

      Cuando a las siete y diez apareció Óscar Lobato, periodista y novelista encargado de presentarme, la sala estaba llena a rebosar. Hasta hubo que meter bancos del pasillo para acomodar al público, y los últimos en llegar tuvieron que tirarse una hora de pie.

      Lo siguiente, cuando por fin me senté en el estrado, fue una tremenda emoción al ver reunidos a 60 o 70 personas, amigas en general, ex compañeros de trabajo, vecinos, compañeros de Ganar Cádiz en Común... No me salía la voz, y tuve que tirar de botella de agua y caramelos para desbloquear la garganta.

      Pero a los pocos minutos de empezar a hablar creo que la codeína que estoy tomando ya se había metabolizado en morfina, y me invadió una encantadora placidez. Dejé de preocuparme por los buenos o malos resultados del acto y me centré en transmitir la idea central de la novela: La aventura puede asaltarte en cualquier momento, solo es necesario que te pille dispuesto a agarrarte a ella. Y hablo tanto de las aventuras por las que va pasando Rekalde como por la verdadera aventura, la de escribir una novela y luego presentarla en público.

      Si lo conseguí o no, Juanan y Marga lo prodrán decir, pero a la vista de las risas y sonrisas que observaba, quiero creer que la gente disfrutó. Yo sí que acabé disfrutando, con las preguntas de Eduardo (el editor) y de Óscar. Pero sobre todo con mis respuestas, en algunos casos sinceras y en otros disparatadas.

      Ahora viene la segunda parte, esperar a que mis amigos lean la novela y la critiquen despiadadamente.

      No puedo cerrar este texto sin agradecer al Foro y a sus creadores la oportunidad que me habéis dado de iniciarme en el mundo de la escritura, de equivocarme y aprender, de mejorar poco a poco. Y sobre todo de exponer a la mirada pública mis ejercicios de redacción, sin pudor alguno.

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  2. Asistir al nacimiento de una novela impresa en estos tiempos es un acontecimiento digno de resaltar. Tomar un ejemplar entre las manos, palparlo, tentar sus bordes con las yemas de los dedos es sensual y apretarlo con las palmas de las manos lo convierte en algo tuyo. Finalmente, olerlo es comenzar a interiorizarlo antes de leer. Así fue cómo recibí en mis manos mi ejemplar de “Los Cuadernos de Rekalde”. Miré su portada detenidamente y luego lo giré y el cariño lo envolvió; a partir de ese momento creo que me incapacité para ser objetiva con este hijo de Arturo.
    Fui puntual; es más, llegué con tiempo suficiente como para asegurarme un lugar en algún rincón y, tras saludar a Arturo que nos esperaba en la puerta a todos y cada uno de los que íbamos llegando, con su ejemplar entre las manos y con una cara de satisfacción y alegría reconocibles en él, subí la señorial escalera que conducía a la sala preparada para la presentación.
    Es cierto que los asistentes llegaban con retraso, unos más que otros; y también es cierto que la situación era propicia para la conversación y algo de alboroto porque allí coincidían amigos, compañeros y amigos y era inevitable el saludo y el comentario. Todo eso retrasó algo la presentación, pero creo que contribuyó a crear un ambiente relajado y acogedor para recibir la novela y a Arturo. Y así fue.
    Arturo estuvo ocurrente, explicó técnica y emocionalmente cómo se había gestado esta novela y cómo él se había convertido en un escritor sin dejar de ser un ingeniero. Contó y detalló cómo la elaboración de este escrito había convivido con otras actividades de su vida y cómo lo había ejecutado con normalidad y dedicación. Evidenció la profesionalidad con la que la había mimado y los sacrificios y satisfacciones que había tras cada palabra medida. Sólo algún leve golpe de tos, que controlaba a base de agua y caramelos de limón, evidenciaban que estaba nervioso, pero ese dato era sólo para los que le conocemos algo más. No le aparté la mirada ni un instante, nada había en aquélla sala que desviase mi atención, le miré y le atendí como algo muy mío sin saber realmente qué es lo que era, pero sabiendo que vivía un momento íntimo y es por esto por lo que nada de lo que yo diga sobre la presentación del libro será objetivo ni digno de tener en cuenta. Arturo supo, al mismo tiempo, acercarse y mantener las distancias con los periodistas que le flanqueaban y que no ocultaban su admiración atónita por el novel escritor que acababan de conocer; supo referirse a algunos de los presentes sin pronunciar sus nombres y haciéndolos partícipes y cómplices de su aventura novelística y supo usar su derecha y su izquierda magistralmente a cada pregunta que le formulaban tanto su editor como el padrino y mantuvo el interés por su novela como aquél que guarda y mide las palabras aunque en su mirada se asome la picardía del saberlo todo. La elegancia de la chaqueta beige contrastaba con la kufiya colocada alrededor de su cuello. Arturo sigue creciendo. No sé a dónde llegará, él encuentra espacios y los vive y nos lo pone a pedir de boca.
    Al terminar y tras el aplauso emocionado, dedicó los ejemplares a todos los que habían comprado su novela en ese acto. En la fila se entremezclaban amigos y compañeros de sus distintas facetas y a todos les dedicaba su ejemplar con unas palabras de su letra fuerte, segura, de trazo certero y profundo escrito con un infalible roller Moleskine verde esmeralda.
    Ahora saboreo su novela renglón a renglón y de la mano me lleva, dulcemente, por los lugares y aventuras que me describe y me cuenta.
    Leerle es un placer, pero incomparable a oírle porque significa tenerle.

    Marga.

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  3. Marga, no tengo palabras para responder a tu comentario. Solo espero que nadie se lo tome al pie de la letra. Me lo pasé bien, el acto resultó ameno, pero ni creo que los periodistas estuvieran atónitos ni el magnífico Moleskine era verde esmeralda :)

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