No Estoy Muerto. Estoy en Callao
Pedro Ruiz nos anuncia que tiene un nuevo espectáculo y llena el cine Callao. Edad media de la audiencia sesenta años, difícil encontrar localidades para los próximos días.Pedro Ruiz se sube durante dos horas a un escenario con una pantalla detrás en la que se proyectan imágenes de apoyo a su actuación. Partimos de un corto protagonizado por él mismo que no se entiende, mucho volumen del sonido y muy poca calidad de la grabación.
Pedro Ruiz continúa siendo el mismo analista agudo de la actualidad socio política, despiadado con el poder, incisivo, valiente, pero... el problema es que el valor necesario para hacer crítica política en los setenta no es el mismo que hace falta para criticar hoy al gobierno, el problema es que el "ni Dios, ni Patria, ni amo" en aquellos años escandalizaba a muchos, pero hoy suena casi casi al programa de la ESO.
La fórmula es sencilla, Pedro Ruiz no apuesta por ninguna idea ni por nadie y procura repartir sus diatribas a diestra y a siniestra para no caer excesivamente mal a nadie, mientras tanto pone en solfa sin ningún respeto todo lo sagrado pero, por supuesto, lo sagrado de toda la vida. No vaya a pensar alguien que desde los años 70 hasta ahora han aparecido algunas nuevas vacas sagradas en la sociedad, los causantes de nuestros problemas continúan siendo los mismos.
Pedro Ruiz nos habla de bastantes cosas, de su madre a la que no tuvimos el gusto de conocer, de Cristina Kirchner a la que tenemos el disgusto de conocer, aunque solo sea por referencias. ¿por qué nos cuenta tantas cosas de la Argentina?
Pedro Ruiz canta, digamos que con decisión y también hace imitaciones, bastante buenas aunque un poco histriónicas, igual de buenas que las que hoy se hacen casi en cualquier programa de radio o televisión. Por cierto que para reforzar los aplausos, a veces escasos, del público también hay aplausos grabados, como en la televisión ¡qué difíciles se han puesto los tiempos Pedro!
Digamos para terminar que Pedro Ruiz deja entrar gratis a los parados para rellenar el aforo. Todo esto lo hace él, con la sola ayuda de un pianista y una señorita, sin duda lo mejor del espectáculo.
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