No, no, no te equivoques. Quien bien te quiere, jamás te hará llorar. Nunca llorarás mientras friegas platos si en tu casa te quieren. Nunca alguien que te quiere te mirará de reojo y tampoco nadie que quiera tu bien dejará que tú seas feliz, así, de cualquier modo. No te engañes, aunque te escriba versos, aunque te envíe tarjetas, o ramitos de violetas... si no te hace vibrar cuando te tiene en sus brazos, si no te mira a tus ojos entregándose a ti, si no te fundes en su piel, si no eres parte de su piel, si no te acaricia las manos cuando te entregas, si no te deja vivir... no te quiere, no te quiere, no te quiere... aunque te envíe ramitos de violetas. Si te quiere... lo estarás sintiendo en cada sorbo de aire que respires cada instante de tu vida. Déjate de ramitos de violetas porque Cecilia estaba equivocada porque no se puede ser feliz en un matrimonio donde tu marido es el mismo demonio o donde te quejas de que tu marido no es tierno. No sueñes con una poesía que te devuelva la alegría. No sueñes ni te imagines cómo será ese que te estima, no es cierto, no tiene ni sonrisa abierta ni ternura en las manos, no tienes un amor secreto. No vivas más así de día en día porque no es una ilusión la de ser querida. No es tu casa un lugar donde te sientes ilusionada porque desde hace tres años recibes cartas de un extraño. No te equivoques, Cecilia. Hoy es 9 de Noviembre. Mañana será 10.
(Un beso, Cecilia, pero van 44 muertas a fecha de hoy sólo este año.)
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