Queridos Cinéfilos:
La mítica portada que cito |
¡Seamos
optimistas!: Los Cinéfilos seguiremos aquí y yo seguiré perorando en el
desierto contra los Farrelly, los Wachowski, los albóndigas y Telecinco (si
algún día me despierto al otro lado del espejo, a lo peor descubro que soy
insoportable). Bueno, hoy trataré ser discreto con este “hasta mañana” en una
noche que durará 30 días.
Entre los
miles de recomendaciones de lectura que os bombardean, por si os apetece leer
este verano, me permito añadir a mis blue chips predilectos (Vargas Llosa,
Auster, Muñoz Molina y otros que os he metido por las orejas) un autor del que,
me parece, nunca hemos llegado a hablar en este Foro (une vez, escribiendo
sobre “El Sur”, sí hice una referencia sobre él): Juan Marsé, entre otras cosas,
Premio Cervantes 2008.
Cuando los
Space Cowboys éramos jovenzuelos no había prácticamente librerías donde te
dejaran hojear un rato los libros que, la mayoría de las veces, no ibas a
comprar (salvo en la Casa del Libro, El Corte Inglés, Galerías Preciados o en
las casetas de Feria del Libro). En 1965 Juan Marsé publicó “Últimas tardes con
Teresa” que consiguió el premio Biblioteca Breve de ese año y, la verdad no sé
si entonces o, posiblemente, un par de años más tarde, ya con 17, cuando entré en la Escuela, quedé prendido de
ella en los escaparates de las librerías, donde indefectiblemente siempre me
paraba a verla, por su magnética portada y atrayente título: no era para menos
la imagen en “picado” de una seductora chica al volante de un inusual descapotable
blanco (¿un Triumph 4?) que con la cabeza levantada te miraba directamente a
los ojos. Creo que los franceses le llaman un “Coup de foudre”, aquí flechazo,
que suena más carpetovetónico.
Leí la
novela pocos años después, lamentablemente en una edición del Círculo de
Lectores cuya portada tenía el sex appeal de un cuadro de Mondrian, y entonces descubrí la (¿neo?)realista versión de la España social que me contaba Juan Marsé. Hasta entonces no había leído nada semejante (sí, ya conocía varias obras “adultas”,
desde el primer KO con “Un mundo feliz” a los 15 años, pero nada de “ahora y
aquí”, como luego dijo Llach). En el 84, Gonzalo Herralde la llevó al cine, con
resultado mediocre, aunque visualmente atractivo (eso sí, se reproducía al
milímetro la famosa foto de la portada, con Maribel Martín en el papel de “Teresa”).
La novela era mucho mejor.
Marsé y su novela |
Pero hoy
nos centramos en la Literatura y, en esta área, aconsejo vivamente “El embrujo
de Shanghai” (Premio de la Crítica 1993), novela que tanto por su estilo y
trama, como por su muy original construcción, me encantó. Y la boca se me hizo
agua cuando posteriormente me enteré de que mi director español favorito, Víctor
Erice, un perfeccionista nato, estaba escribiendo un guión sobre esta novela,
guión que publicó con el título “La promesa de Shanghai”.
Guión, no rodado, de Erice |
Mucho
mejor: ¡la leéis!, … si os apetece, claro.
Por último
un dato no superfluo: Marsé (con otros escritores catalanes, principalmente
junto con Eduardo Mendoza) tienen para mí el mérito de no haber actuado
servilmente con el gobernante nacionalismo catalán, atreviéndose a escribir en
castellano, lo que les ha valido que la horda de aquél señor que jugaba y hacía
bromas con una corona de espinas en Jerusalén, cuando ha estado en el poder les
ha negado el derecho a presentarse en ferias internacionales de Literatura
dentro de la representación catalana. Claro que Marsé no es de los que se calla
y así ha escrito:
“No me fío
de los nacionalismos ni de sus banderas, no me fío de los himnos, ni de la
historia oficial, ni de sus monumentos, ni de su mística patriotera; me parecen
formas larvadas de racismo, petulancia y desdicha. En su nombre se dicen
sandeces, cuando no se cometen atrocidades.” Más en:
Reportaje
en Informe Semanal de TVE (07.04.1984) con motivo del estreno de la película (Dir.
Gonzalo Herralde) sobre su más famosa novela “Ultimas tardes con Teresa” (1965):
Un comentario
sobre “El embrujo de Shanghai” en:
Amplio,
ilustrado y muy bien documentado comentario de Celia Romea Castro en Cine de
Literatura:
Entrevista
con motivo del premio Cervantes:
Bueno,
chicas y chicos cinéfilos, tanto Space Cowboys como del Brat Pack o de la
tercera vía intermedia: que paséis unas magníficas vacaciones con buen Cine, Música
y Literatura (y viajes, playa, montaña, tute, ajedrez, gastronomía, etc.).
Manrique
Un comentario tan elaborado como el que nos ha hecho Manrique sobre la obra de Juan Marsé merecía, en mi opinión,volver a leer las "Últimas tardes con Teresa", que muchos de nosotros habíamos ya leído en nuestra juventud hace, al menos, 40 años. Total que yo lo he hecho: he buscado la edición de lumen, con la famosa foto del coche y la moderna chica, en unos grandes almacenes, he comprado el libro a un precio bastante razonable y me he embarcado en su lectura...Ya lo he terminado y me gustaría añadir un par de sencillos comentarios a la docta crítica de Manrique.
ResponderEliminar* El libro se lee muy bien y refleja magníficamente la sociedad española, especialmente la catalana, de los años 60, pero no estoy seguro que lo entienda tan bien una persona que no haya vivido aquella época. En aquellos años grises, encontrar una chica joven, rica, progre, deshinbida y catalana era algo mas que un objetivo vital para muchos jóvenes españoles. El txarnego Pijoaparte, Manolo, refleja a la perfección esa aspiración generacional de "quitarse el pelo de la dehesa" con el que gran parte de los españoles se habían criado, entrando en el reducido núcleo de la próspera burguesía catalana. Amor e interés son conceptos que muchas veces conviven a la perfección y es difícil discernir cual de ellos prevalece. ¿Cual prevalece en este caso?
* La novela se desenvuelve en ese ambiente "progresista de salón" del movimiento estudiantil de los años 60. No sé si Marsé tendría que adaptarse a algún criterio de la censura política del momento, pero a mi me ha sorprendido la desenvoltura con la que se tratan algunos temas políticos en la novela y que, además, ésta recibiera el Premio Biblioteca Breve en 1965, diez años antes de la muerte de Franco.
*Juan Marsé es un excelente narrador, capaz de describir con gran sensibilidad y detalle los sentimientos de los protagonistas de la novela y hacer al lector partícipe de los mismos. La novela resulta muy amena.
Buena recomendación, Manrique. La antigua "Ültimas tardes con Teresa" ha resultado ser la más amena de las 4 o 5 lecturas de este verano. Ahora he empezado el último libro de María Dueñas, "Misión olvido", que estoy seguro que no me defraudará, pero su crítica ya la dejamos para otro momento.