Queridos "Cinéfilos":
He visto la representación de "Entremeses barrocos"
(cuatro, de Calderón de la Barca, Bernardo de Quirós, Agustín Moreto y
terminando con otro de Calderón, dirigidos respectivamente por Pilar Valenciano, Elisa Marinas, Aitana
Galán y Héctor del Saz, versionados por Luis García-Araus) exitoso montaje
de hace pocos años repuesto por la Compañía Nacional de Teatro Clásico en su
sede "temporal" del T. Pavón (donde ya llevan más de
diez años, creo, mientras no acaban las eternas obras del Teatro de la
Comedia), reposición que sólo ha estado programada
cuatro semanas y termina mañana, por lo que, suponiendo que os interesara,
tenéis un mínimo plazo para poder ir a verla (saqué las entradas sólo con dos
días de antelación y entonces quedaban un 25% libres, en la función ya estaba
lleno, lo que no me extraña con la subvención que permite precios tan
contenidos en los Teatros Nacionales en montajes como éste, con 22 buenos
actores y cuatro músicos en vivo).
Interesa verla o no, esa es la cuestión. Por partes: Yo, en
absoluto me arrepiento de haber ido y, si sirve para algo el dato democrático
de base, la gran mayoría del público se lo pasó muy bien.
¿Cuál es el "pero"?: Pues el rompedor montaje que se ha
hecho, muy especialmente para el primero de los cuatro entremeses ("Los
degollados") donde se le ha puesto de música y hasta como
estética parcial nada menos que rock duro-duro, eso sí, con un
decorado, para mí, muy atractivo y audaces guiños, como cuando la desvergonzada y
adúltera protagonista se traviste desde musa de Metallika (no sé si se escribe
así) a dama atrevida del XVII con sólo ponerse por encima una falda con su guardainfante
(o sacristán, que no me quedó claro). Y lo asombroso es que comprobé que ¡hasta
resultaba creíble su nuevo aspecto!.
Los otros tres entremeses son más "realistas", aunque en
el tercero, "El cortacaras", las vestimentas se han trasladado al
romanticismo del siglo XIX. El cuarto entremés, "El toreador", está
excelentemente representado, es visualmente muy atractivo y el que marca la
cumbre del espectáculo (recuerdo haber visto al menos un par de comedias de
Calderón, que me resultaron absolutamente divertidas, lo que parece chocante
con la profundidad y trascendencia de sus Autos Sacramentales o de "La vida
es sueño").
Todo el espectáculo tiene música en directo (salvo la del rock
duro, que está enlatada) y la hora y tres cuartos de la representación de los
cuatro entremeses, con sus correspondientes "entresijos"
intermedios, se pasa volando.
Buen Teatro, amigos.
Manrique
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