Esto de escoger una película para ir al cine es, en el fondo, como elegir lo que vamos a comer.
Tras años de dieta errónea nos estamos acostumbrando a la comida basura (o como mínimo, prefabricada) que se deglute rápidamente, mata el hambre y tiene un éxito asegurado, consecuencia de décadas de propaganda por tierra mar y aire entre las nuevas generaciones (y las no tan nuevas) de forma que su popularidad es arrolladora.
Tras años de dieta errónea nos estamos acostumbrando a la comida basura (o como mínimo, prefabricada) que se deglute rápidamente, mata el hambre y tiene un éxito asegurado, consecuencia de décadas de propaganda por tierra mar y aire entre las nuevas generaciones (y las no tan nuevas) de forma que su popularidad es arrolladora.
Pasando del símil a la realidad cinematográfica, constato con pavor que, por ejemplo, la película más vista en España entre el 14 y el 16 de noviembre es "Saw V" con una recaudación de 2.226.471 €, mientras que la que os aconsejo hoy no aparece en la lista de las 10 primeras y ya está empezando a ser retirada tras tres semanas de exhibición. ¡Que pena!.
En los primeros 80 los space cowboys tuvimos la ocasión de ver en la televisión una serie mítica (británica, como no): "Retorno a Brideshead", basada en la famosa novela del mismo nombre de Evelyn Vaugh, profundo y ácidamente crítico escritor inglés (1903-1966). Ahora Julian Jarrold se ha atrevido a llevarla al cine y el resultado se inscribe, desde mi punto de vista y décima más, décima menos, en el nivel de las excelentes "El sirviente", "Tierras de penumbra" o "Lo que queda del día" y, atendiendo al calado de su ambiciosa temática, por encima de "Regreso a Howard's End", "La copa dorada" o "Una habitación con vistas", por citar una serie de notables películas del buen cine inglés, que se resiste a morir. Es una pena que la reciente "Expiación", que para mí comenzaba muy bien, cayera en un prolongado bache en su desarrollo, lo que le hacía perder muchos puntos, al menos para mi gusto.
Pero, permitidme que me remita a la crítica de José Manuel Cuéllar (ABC 31.10.2008), que no soy capaz de mejorar (maravillosa su referencia a Terence Stamp, inolvidable protagonista de "El coleccionista" y de... "Lejos del mundanal ruido", como no podía faltar) y que suscribo, de la A a la Z:
"Es evidente que el espectador ve un «Retorno...» a lo que sea y ya empieza a pensar en la época victoriana, en Ivory y su lenta pesadez, en Emma Thompson (que se ventila toda esta clase de películas) y en hora y media (que parecen tres) de lenta narración sobre bellas postales. Esta es, además, una adaptación de un libro exitoso y de una serie aún más aceptada.
Así pues, era un reto para Julian Jarrold, un desafío que lo solventa con bella naturalidad, con una narrativa espléndida, con una fotografía y música preciosas, pero, sobre todo, con un elenco de actores inigualables: lecciones inglesas en todo su esplendor, empezando por la gran Thompson, infatigable, esplendorosa en toda edad y en todo libreto, y con un gran Matthew Goode.
Es este Goode un actor interesante, e infravalorado. Provisto de una escuálida elegancia, revierte a la cámara gran carisma. Ya lo pareció en aquella «Al sur de Granada» y aquí se ha echado a las espaldas una película de difícil elaboración.
Trata de una amistad que se va carcomiendo por una ambición que corroe a todos los que tocan a su portador, una especie de «Teorema» de Pasolini con Goode haciendo de Terence Stamp, si es que eso es algo posible. La película es de una belleza inigualable, plena de sentimientos y marcada con el profundo estigma que sella el libro: la profunda decadencia del catolicismo romano y cómo su absoluta intolerancia va destruyendo a una familia entera. El tesoro de la película es variado: no sólo por los actores, impecables, sino por la claridad con la que Jarrold va desgranando el desmoronamiento moral de los personajes, con la rapidez con la que la corrupción ética destruye a cada uno de los presentes sin la menor piedad. Y todo con sutileza, con elegancia, con ese marcado carácter inglés... "
Pues ya sabéis: si os apetece probar una nécora de Pontedeume y no os importa dedicar un tiempo y un esfuerzo a abrirla y acceder a sus más íntimos encantos, id a ver "Retorno a Brideshead". Los fans terminales de los Wachowski, Farrelli y cía que se dediquen al whopper.
Buen cine, amigos.
Manrique
En los primeros 80 los space cowboys tuvimos la ocasión de ver en la televisión una serie mítica (británica, como no): "Retorno a Brideshead", basada en la famosa novela del mismo nombre de Evelyn Vaugh, profundo y ácidamente crítico escritor inglés (1903-1966). Ahora Julian Jarrold se ha atrevido a llevarla al cine y el resultado se inscribe, desde mi punto de vista y décima más, décima menos, en el nivel de las excelentes "El sirviente", "Tierras de penumbra" o "Lo que queda del día" y, atendiendo al calado de su ambiciosa temática, por encima de "Regreso a Howard's End", "La copa dorada" o "Una habitación con vistas", por citar una serie de notables películas del buen cine inglés, que se resiste a morir. Es una pena que la reciente "Expiación", que para mí comenzaba muy bien, cayera en un prolongado bache en su desarrollo, lo que le hacía perder muchos puntos, al menos para mi gusto.
Pero, permitidme que me remita a la crítica de José Manuel Cuéllar (ABC 31.10.2008), que no soy capaz de mejorar (maravillosa su referencia a Terence Stamp, inolvidable protagonista de "El coleccionista" y de... "Lejos del mundanal ruido", como no podía faltar) y que suscribo, de la A a la Z:
"Es evidente que el espectador ve un «Retorno...» a lo que sea y ya empieza a pensar en la época victoriana, en Ivory y su lenta pesadez, en Emma Thompson (que se ventila toda esta clase de películas) y en hora y media (que parecen tres) de lenta narración sobre bellas postales. Esta es, además, una adaptación de un libro exitoso y de una serie aún más aceptada.
Así pues, era un reto para Julian Jarrold, un desafío que lo solventa con bella naturalidad, con una narrativa espléndida, con una fotografía y música preciosas, pero, sobre todo, con un elenco de actores inigualables: lecciones inglesas en todo su esplendor, empezando por la gran Thompson, infatigable, esplendorosa en toda edad y en todo libreto, y con un gran Matthew Goode.
Es este Goode un actor interesante, e infravalorado. Provisto de una escuálida elegancia, revierte a la cámara gran carisma. Ya lo pareció en aquella «Al sur de Granada» y aquí se ha echado a las espaldas una película de difícil elaboración.
Trata de una amistad que se va carcomiendo por una ambición que corroe a todos los que tocan a su portador, una especie de «Teorema» de Pasolini con Goode haciendo de Terence Stamp, si es que eso es algo posible. La película es de una belleza inigualable, plena de sentimientos y marcada con el profundo estigma que sella el libro: la profunda decadencia del catolicismo romano y cómo su absoluta intolerancia va destruyendo a una familia entera. El tesoro de la película es variado: no sólo por los actores, impecables, sino por la claridad con la que Jarrold va desgranando el desmoronamiento moral de los personajes, con la rapidez con la que la corrupción ética destruye a cada uno de los presentes sin la menor piedad. Y todo con sutileza, con elegancia, con ese marcado carácter inglés... "
Pues ya sabéis: si os apetece probar una nécora de Pontedeume y no os importa dedicar un tiempo y un esfuerzo a abrirla y acceder a sus más íntimos encantos, id a ver "Retorno a Brideshead". Los fans terminales de los Wachowski, Farrelli y cía que se dediquen al whopper.
Buen cine, amigos.
Manrique
PD. Una maldad (alineándome con Rogelio): Antes de esta película, tanto Matthew Goode ("Match Point") como Hayley Atwell ("El sueño de Casandra") habían trabajado con Woody Allen. ¡Menos mal que no se les ha ocurrido sacar en esta película a nuestra Penélope!.
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