Las historias de trenes siguen teniendo una magia especial de la que no nos podemos substraer.
Una película bien hecha, una historia bien contada, aunque utiliza los recursos, ya conocidos en este tipo de cintas, lo hace con coherencia.
Sentimos frío, terror, angustia, tristeza, desolación y unas gotas de esperanza, todo lo que siente la protagonista, la historia la conocemos a través de ésta, en ningún momento sabemos algo más, o quizá sí, pero es sólo una sospecha y ni ésta ni nosotros estamos seguros...
Al final nos preguntamos: ¿Qué va a ser de ellos?
Ana Díaz
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