Escritores
catalanes nacidos en Barcelona 1
Eduardo Mendoza, Ana Mª Matute, Juan Marsé, Francisco González Ledesma,
Manuel Vázquez Montalbán, Mercé Rododera
y Carmen Laforet.
Entre ellos hay tres premios
Cervantes y aunque no soy muy entusiasta de los premios literarios, en estos
casos, me parecen tan acertadamente otorgados que no puedo dejar de alegrarme.
Todos escriben o han escrito en
castellano menos Mercé Rododera y
por ésta voy a empezar.
Leí casi toda su obra a raíz de un
interesantísimo seminario sobre mujeres escritoras, en una Universidad privada
de Madrid.
No fue fácil la vida de nuestra
escritora, vivió la guerra civil y conoció el exilio, pero la literatura la
salvó. Escribir fue su liberación y su huida. Decía: “Siempre he necesitado la soledad,
para el trabajo y para la vida; la gente me cansa” “El exilio deshace el alma,
lo deshoja de su orgullo” “En una guerra da igual quién gane o quién pierda. En
una guerra todos pierden” Esta frase la he hecho mía.
Fue creciendo como escritora por su
auto exigencia. “Mi vida se autoalimenta de mis ficciones”
Maestra en la creación de
personajes femeninos, llenos de fuerza y afán de superación.
“Si hubiera vivido constantemente
en Barcelona no hubiera escrito La plaza
del diamante ésta es producto de una inmensa nostalgia, es la añoranza que
siento por mi país” “Para mí el exilio ha sido una lección de vida”
En 1960 escribe La plaza del diamante, en 1966 La calle de las camelias y en 1967 Cristina y otros cuentos.
En 1972 regresa a Barcelona,
acaba de morir Obiols, su amante desde
1939 (en Paris, Burdeos y Ginebra). Escribe Espejo Roto en 1974 y en 1980 Cuanta, cuanta guerra. Murió en 1983, a
los 75 años, en Romanja de la Selva, Gerona, época en la que decía: “Mi vida es
mía” y no concedía entrevistas.
Desde luego su obra cumbre es La plaza del diamante, pero tiene otras
novelas igual de interesantes: La calle
de las camelias y los Cuentos. Todas ambientadas en Barcelona,
casi siempre son mujeres las protagonistas, que luchan para salir adelante. La
guerra la hacen los hombres sin contar con las mujeres, a las cuales sólo les
queda sufrimiento y dolor. Este
pensamiento es una constante en sus novelas. En Cuanta, cuanta guerra, el protagonista es el joven Adriá Guinart, que
sale de su casa a hacer la guerra, sin saber muy bien a donde va.
Ana Mª
Matute era bastante más joven que Mercé Rodoreda, ya que nació en 1926;
recibió numerosísimos premios. Premio Nadal 1947 con Los Abel, Premio Café Gijón 1952 con Fiesta al Noroeste, Pequeño
teatro Premio Planeta 1954, En esta
tierra y Los hijos muertos,
Premio de la Crítica 1958 y Nacional de Literatura 1959. Primera memoria, Premio
Nadal 1959.
Precisamente me voy a referir a esta
última novela, la primera que leí de esta escritora y la primera de la
trilogía, compuesta por Los soldados lloran de noche y La trampa. Es importantísimo leerlas las
tres seguidas para ver la evolución de los personajes. En la primera novela son
niños con una peligrosa maldad y después se convertirán en frívolos adultos. La
trampa consiste en que no podrán ser felices a causa de lo que ocurrió en su
infancia y que les perseguirá siempre. Lo mejor de Ana Mª Matute son sus personajes
infantiles. La mayoría de los niños son malvados, no existe inocencia, saben
que están haciendo el mal y son capaces de mentir cínicamente. No son ajenos al
ambiente de sus mayores, al contrario, lo sufren y actúan en consecuencia,
copiando lo que aquellos hacen; por tanto, la guerra les sirve como imagen a
imitar.
Cuenta Ana Mª que su vocación
literaria empezó en el cuarto oscuro de su casa. “Me inventaba cuentos que me
libraban de mi oscuridad. Escribir es magia”.
A los trece escribió su primer
cuento y a los quince su primera novela.
“He tenido una infancia
desgraciadísima” “Tenía terror a mi madre” Este miedo le originó tartamudez.
Fue a las “Damas negras” “Las monjas
eran terribles” “Todas se reían de mí” “Si no hubiera sido por mi padre y por
mi tata Anastasia, me hubiera muerto de angustia”
El padre le fomentaba la
capacidad de fantasear. Sin embargo su madre guardaba todo lo que escribía.
Todos esos escritos están en la Universidad de Boston. Justifica así que sus
temas estén centrados en la infancia.
De manera similar a Merce
Rododera el matrimonio fue desgraciado. Se dedicó a viajar y de la depresión
salió convertida en una escritora completamente diferente, dedicándose a la
novela fantástica: Olvidado rey Gudú, es
una de las novelas de esta etapa, aunque ella confesó una vez que la tenía
escrita hacía años.
Desde luego yo prefiero las
novelas de su primera etapa, las he leído todas y constituyen un documento
importantísimo para conocer la sociedad de la posguerra.
Su estilo es de una gran riqueza
de adjetivos, metáforas, sinestesias (cruce de dos sentidos, vista y olfato,
etc.) muy barroco.
Los personajes femeninos difieren
bastantes de los de Mercé Rododera, son
débiles, marcadas por la guerra y maltratadas. Llama la atención el desamor de
la madre, madre castrante. En Mercé, simplemente la madre no existía, la habían
perdido por uno u otro motivo; Colometa (la protagonista de La plaza del Diamante) se lamenta de que
no tiene una madre a quién consultar.
Las novelas de Matute están
relacionadas con el estilo gótico: retórica de las metáforas, imágenes
impresionistas y expresionistas, lo que hace que la prosa sea muy pictórica.
Cromatismo de imágenes que no esperas.
Ha sido muy valorada su obra en EEUU.
Recibió el premio Cervantes, el
único que le faltaba, en 2010. Falleció en 2014 en Barcelona donde había
nacido.
Francisco González Ledesma nacido en 1927 pertenece a la misma
generación que Matute pero es un escritor diametralmente opuesto. Su primera
novela, Sombras viejas, escrita con
tan solo 21 años y por la que recibió el Premio Internacional de Novela, fue
prohibida por la censura franquista. Trabajó en la editorial Bruguera entre
1947 -1966. Mientras, escribía novelas del oeste con seudónimo y también
novelas románticas. Abogado y periodista trabajó en El Correo Catalán y en La
Vanguardia, llegando a ser redactor jefe.
En 1983 publicó Expediente Barcelona en la editorial
francesa Gallimard lo que le proporcionó
prestigio y fama en la capital francesa, inaugurando la serie del inspector Ricardo Méndez. En 1984
recibió el Premio Planeta por Crónica
sentimental en rojo. En el 2002 premio Hammett por El pecado o algo parecido. En el 2007 Premio Internacional de
novela negra RBA, por Una novela de
barrio.
Leí todas las novelas del
inspector Méndez en el verano del 2015, unos meses después de fallecer nuestro
admirado escritor. La Barcelona que pinta González Ledesma es la de los barrios
bajos: prostitutas, marginados, personajes que sobreviven como pueden y que no
son mucho peor que los burgueses de los barrios acomodados de la parte alta de
la ciudad. A veces unos y otros se encuentran en situaciones comprometidas.
Méndez es un inspector de oficio,
que se empeña en hacer su trabajo concienzudamente. Busca al asesino, no
importando si la víctima es o no un personaje importante, a menudo son mujeres
marginales. Cuando encuentra al responsable no puede probarlo o es tan importante socialmente que no puede
acusarle, viéndose así él mismo comprometido con su jefe. Esta impotencia la
lleva Méndez con profesionalidad; se suele consolar en aquellos bares, bien
conocidos por él, en los que además le proporcionan información valiosa.
Por último, una novelita que
escribió en el 2002: El adoquín azul, es
una historia de amor marcada por la política. Un amor que perdurará a lo largo
de los años a pesar de las dificultades y sinsabores de la vida.
Juan Marsé nació en 1933 y es un escritor que se ha hecho a sí
mismo, sin formación universitaria pero con las ideas muy claras de lo que
quería escribir. Sus novelas reflejan una sociedad clasista, cerrada y
provinciana. Separada y diferenciada por barrios que, tan sólo paseando por
ellos, puedes adivinar quién vive detrás de las ventanas y de las puertas.
Algunos personajes son duramente castigados por la dictadura, intentando sobrevivir. No hay mucha esperanza
para los que perdieron la guerra. Nadie, nadie puede salirse de su clase social.
Pesimismo y fatalismo es lo que reflejan sus novelas, como La oscura historia de la prima Montse, Ultimas tardes con Teresa o Si te dicen que caí.
Además, tiene otras novelas como El embrujo de Shangai, en las que el
tono narrativo se hace más fresco, sin dejar de lado el dramatismo del
argumento.
En los Cuentos
completos es donde lanza la crítica más feroz a la sociedad.
Recibió el merecidísimo premio
Cervantes en el 2008.
Manuel Vázquez Montalbán, 1939-2003, divertidísimo narrador,
también periodista, injustamente criticado mientras vivía. Son famosas sus
novelas del detective Pepe Carvalho, pero también tiene otras importantísimas
novelas, algunas históricas como Galindez, por la que recibió el Premio
Nacional de Literatura 1991. Jesús Galindez, representante del Gobierno vasco,
fue secuestrado en Nueva York en 1956, a partir de este hecho, el escritor
construye su novela entre realidad y ficción.
El pianista se centra en el barrio chino de Barcelona, donde él
nació. Era un barrio de trabajadores e inmigrantes y era también el otro lado
oscuro y sórdido de la ciudad burguesa, como centro de la vida nocturna, los
cabarets y los antros de prostitución y delincuencia. Dividida en tres épocas
distintas: la primera entre el 2 y el 3 de junio de 1984, la segunda en el
mismo lugar en abril de 1946 y la tercera en Paris entre junio y julio de 1936,
la novela es un recuerdo a la generación de sus padres, a los que vivieron la
guerra, a los que no pueden olvidar. La novela se articula entre la memoria y
el deseo. Los personajes viven de los recuerdos.
El premio es una novela sobre los premios literarios, hay que
recordar que en Barcelona se conceden dos importantes premios: el Nadal y el
Planeta. Aparece el detective Carvalho para meterse en este mundo de crímenes,
intereses financieros y poca muy poca literatura.
Pepe Carvalho es un detective atípico, no he encontrado
paralelismo con ningún otro en la novela negra. Escéptico, individualista, sólo
tiene una debilidad: la gastronomía. Tiene una novia prostituta, Charo, que le
consuela y le quiere, y un ayudante, Bromuro, limpiabotas y otros oficios. El
éxito de este personaje es que su creador le ha despojado de su posible
condición de héroe. Con Los mares del sur se alzó con el Premio
Planeta 1979.
En todas sus novelas recrea
Barcelona, convirtiéndose en la protagonista indiscutible.
Eduardo Mendoza el más joven, 1943, entre mis favoritos escritores
catalanes. ¿Qué puedo decir de Mendoza que no se haya dicho en este foro?
Fue intérprete en la ONU mientras
que escribía sus primeras novelas. Parece que el distanciamiento de su ciudad
natal inspira a todos estos escritores. Su primera novela: La verdad sobre el caso Savolta,
novela histórica, recrea la tensión
revolucionaria de Barcelona en el periodo 1917-1919, cuando la capital fue
escenario de choques violentos entre obreros y patronos. La ciudad es la
auténtica protagonista de la obra (como en todos estos escritores), se nos
presenta como una mezcla de fiestas sociales, vida nocturna y ambientes tabernarios,
de bombas y flores, asesinatos y amoríos, le consagró como un extraordinario
narrador por la que recibió el Premio de la Crítica 1975.
Me interesa comentar esta novela de Mendoza por la importancia que
tiene para conocer Barcelona. Es una novela coral, narrada en continuos flash
back, lo que supone una cierta
dificultad de lectura, pero que una vez que avanzamos en la narración todo se
va aclarando fácilmente. La trama está construida de manera que conoceremos los
hechos más horribles de manera indirecta. El lector puede así dar rienda suelta
a su imaginación, cosa que no ocurriría si el autor se lo diera todo hecho.
En el 2016 le concedieron el Cervantes que recibió con orgullo y un
magnífico discurso.
Como broche final he reservado
una novela que me parece de Canon, imprescindible para cualquier español que se
precie. Nada de Carmen Laforet. Fue la primera novela de esta escritora y recibió
el premio Nadal en su primera edición, 1945. Tuvo una gran importancia
literaria y social. De pronto aparecía una joven escritora que tenía muchas
cosas que decir y cómo las decía. Abría así, el camino a otras jóvenes
escritoras y, sobre todo, nuevas lectoras.
Andrea, la protagonista de Nada, una joven de dieciocho años llega a Barcelona a casa de su
abuela paterna, después de quedar huérfana, allí se encuentra con sus tíos:
perdedores, violentos, dominantes y muertos de hambre pero que no tienen
intención de trabajar, son artistas, uno de ellos pinta unos cuadros que nadie
compra. La descripción del piso de la calle Aribau es propia de novela gótica.
El título hace referencia a la respuesta de un personaje cuando se le pregunta qué pasa. Nada, todo se
oculta, secretismo es lo que prevalece. Andrea se moverá por la ciudad con una absoluta libertad, metiéndose en diversos
ambientes. Su amiga Enea representa la clase adinerada catalana, la acompañara
en algunos de estos paseos o, simplemente, se encontrarán casualmente donde no lo esperaban.
Nació Carmen Laforet en Barcelona
en 1921 y falleció en Majadahonda en el 2004, de Alzheimer.
Se casó con el periodista y
crítico literario Manuel Cerezales con quién tuvo cinco hijos. Se separó en
1970. Su hija Cristina escribió una maravillosa biografía de su madre (Música blanca) cuando ésta ya padecía
tan terrible enfermedad.
Todos estos escritores están
enamorados de su ciudad, la conocen bien y la describen con gracia, a veces con
dolor, otras con ironía o con sentido del humor. Por todas estas cualidades son
autores valientes, decididos y responsables. Una sociedad que se precie tiene
que saber aceptar las críticas. A menudo, no vemos lo que pasa a nuestro
alrededor y son los buenos escritores, grandes observadores, los que ponen el dedo en la llaga.
La literatura es el espejo de la
vida. Lo que pueden decir los escritores con absoluta libertad sin que se les
acuse de falsedad o de injurias. Por esto leer constituye una ventana abierta
al mundo.