miércoles, 12 de febrero de 2014

Julio Cortázar, y el mundo se movió.

"Los Famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: Luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sábana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: 'Excursión a Quilmes', o 'Frank Sinatra'.
Los cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: 'No vayas a lastimarte', y también 'Cuidado con los escalones'.

Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas, mientras que en las de los Cronopios hay gran bulla y puertas que golpean.
Los vecinos se quejan siempre de los Cronopios, y los Famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio."

Conservación de los Recuerdos - Julio Cortázar

Cuando fui por primera vez a París, Julio ya no estaba; se había marchado unas semanas antes de llegar yo. Él era lo único que me faltaba en aquélla primavera del 84. En El Puente de las Artes no había nadie, sólo yo sentada en el suelo.

Hace treinta años que él no está, pero no sé, algo extraño está sucediendo porque esta mañana, al salir de casa, he metido la mano en el bolsillo de mi abrigo y, en lugar de encontrar las llaves, de él saqué una caja de fósforos. Y llevo todo el día pensando que igual el mundo se ha movido y si eso fuese verdad Julio puede estar en cualquier sitio, o es que el mundo es lo que es porque se movió el día en que Julio se marchó.

No iré nunca a Montparnasse.

He perdido la cuenta de la cantidad de veces que he regalado "Historias de Cronopios y Famas" y he de confesar que siempre ha sido un acto de egoísmo más que de generosidad porque cada vez que he comprado un nuevo ejemplar he vuelto a disfrutar del placer de pedir en la librería: - Por favor, ¿Historias de Cronopios y Famas?, de la alegría de salir del establecimiento con mi libro en la mano y la satisfacción de regalarlo sin motivo. Y tampoco recuerdo las veces que lo he comprado para mí por haber regalado el que siempre tengo en casa. No sé… deben ser cosas de Cronopios, seguro.

Julio me puso en mi sitio.

A veces pienso que si fuese Fama me irían mejor las cosas, pero me dura muy poco ese pensamiento porque de ser así no hubiese conocido a Julio y no sabría que era una Fama. Y otras veces creo que siendo una Esperanza el mundo no se movería nunca porque yo no me movería, pero el pensamiento se va rápidamente y yo me pongo a preparar mi próximo viaje y a caminar entre los recuerdos y a comprar sellos perfectos para mis cartas y a temblar, si es preciso.

Marga

1 comentario:

  1. Precioso, ni el mismo Julio lo habría escrito mejor. Y te lo dice quien acaba de descubrir su categoría de fama.
    Leí el libro a los veinte años, mas o menos, pero solo recuerdo que me habia gustado mucho

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