Lo que otrora era algo que me agradaba sobremanera ahora se ha vuelto insoportable.
- ¿Nos vamos al cine?
- Venga. Mirad qué hay.
Y allí que me colé yo, felizmente acompañada por mis hijas y con un litro de coca-cola light en una mano y un cubo de palomitas en la otra. Feliz me las prometí y me repanchingué en mi butaca.
No tenía ni idea de qué iba la película aunque el cartel tenía olorcillo a melodrama romántico con sus luces y sus sombras, sus cielos y sus ramas; su abrazo y su espalda; ella y él. En fin, que pensé que igual era de las de llorar, vaya tela.
Y sí, vaya tela. Vaya... vaya... Lo suelto: Hacía años que no veía una película tan machista como ésta. Qué atrocidad. ¡Por los clavos de Cristo! Juro que durante toda la película estuve repitiendo mentalmente la siguiente frase "no seas mal pensada, venga, disfruta de la película, quédate con lo bueno, sé positiva, fíjate en la fotografía, valora la interpretación, venga... tonta" Pero no, qué va, no pude. Cuando salí de la sala lo largué: "Qué peaso película machista. Una porquería en tres patadas". Y no sólo me dieron la razón sino que entre las tres no dejamos títere con cabeza y es que... claro, la que tenía sentada en el asiento de mi derecha se marcha la próxima semana al CETI de Melilla a trabajar como enfermera voluntaria atendiendo a los que nada tienen salvo su vida migrante, y la que tenía sentada a la izquierda madrugaba el sábado para asistir junto a otras siete chicas estudiantes de quinto de medicina, todas mujeres, a una autopsia que sería dirigida por una médico forense. Y yo, claro, yo, que no necesito que ningún hombre me cambie el aceite del cárter, je.
No, damas y caballeros, no; por mucho que hayan querido teñir la cinta de sensualidad y profundo amor, el trasfondo es que muestran una mujer convertida en una inútil porque ha sufrido abortos a pesar de ser madre, amargadamente divorciada, incapaz de mantener un hogar, de resolver problemas, que vive metida en un agujero; y cuando aparece un hombre... se arreglan los desperfectos, todo funciona. ¡Por los clavos de cristo! Me callo, me callo, ya no digo nada más.
Bueno, sí, diré algo más. Qué magnífico es tener a quien querer, enamorarse y retomar la ilusión. La fuerza que da un abrazo lo puede todo y la vida que te insufla un beso apasionado no lo iguala nada.
Y qué nefasto es que dé contigo la persona equivocada. Te puede arruinar la vida o abandonarte porque desea una vida normal después de haberte causado estragos de palabra de obra o por omisión, incluso. Ah, y, claro, ¡alguien sabe quién descubre "el pastel"? Acaso el padre normalizado, la niña que se inmortaliza con un beso, la vecina que cruza caras, la cajera cotilla, el policía extraservicial, el bancario proactivo, el tendero experto en quitapelos, el paralítico que si le aprietan habla, o tú.
Por cierto, no conoceréis a algún tipo guapete, fortote, soltero (eso sí), que sea apañao... (Jo, es que no se me ocurre nada más porque yo hago mis chapuces, no necesito a nadie, todo está perfecto en casa, ..., qué ruina de mujer soy.)
Marga.