viernes, 7 de diciembre de 2018

"Crematorio", serie basada en la novela homónima de Rafael Chirbes, dirigida para la televisión por Jorge Sánchez-Cabezudo


Queridos Cinéfilos:

En mi comentario sobre la película “El Reino”, que aquí publiqué hace unos días, tras señalar lo que en mi opinión son fallos importantes en el guión de esa película puse como ejemplo de obra mucho más conseguida sobre la corrupción a la serie española para televisión "Crematorio", muy bien dirigida por Jorge Sánchez-Cabezudo, que trata del tema de los negocios sucios urbanísticos que en las últimas décadas han dado lugar a la construcción masiva en las zonas costeras que atraen a millones de veraneantes, basada en la novela homónima de Rafael Chirbes, ganadora del Premio Nacional de la Crítica de 2007, que yo no he leído.

De entrada justo es que le dé las gracias públicamente a mi amigo Daniel, que sigue fielmente este Foro pero, maldición, no se anima a dar el paso de enrolarse en el mínimo equipo de Cinéfilos activos que tratamos de mantenerlo a flote, por ser la persona que hace dos o más años me aconsejó que viera “Crematorio”, cosa que hice a través de DVDs prestados por la biblio-videoteca Eugenio Trías, la que se encuentra situada en la antigua Casa de Fieras de El Retiro, pero que ahora constato está disponible sin cargo extra para cualquier usuario de Movistar+, razón por la que procede aún más que os la recomiende.

Exactamente, ¿de qué va la trama?: En un pueblo costero levantino, imaginariamente bautizado como Misent, un constructor ambicioso y sin el mínimo escrúpulo ciudadano, Bertomeu, ha ido construyendo urbanización tras urbanización sobre antiguos naranjales a lo largo de los años y pretende que la siguiente sea su auténtica “joya de la corona”, para lo que tiene que resolver posibles incompatibilidades con normas urbanísticas vigentes, obstáculos que está seguro resolverá siguiendo una similar hoja de ruta a las exitosamente empleadas en parecidas ocasiones anteriores, no en vano ha establecido concienzuda y previsoramente una red de contactos colaborativos con poderes económicos y políticos locales, amén de contraer alianzas con mafias criminales extranjeras asentadas en la zona.

Con estos materiales en manos inhábiles se podría haber rodado una telenovela mejicana pero, gracias a Dios, no es el caso porque el guión, elaborado a partir de la citada obra de Rafael Chirbes por Alberto Sánchez-Cabezudo, Laura Sarmiento y Jorge Sánchez-Cabezudo, en combinación con la ágil y precisa dirección de este último y con el trabajo actoral muy realista y perfectamente creíble de José Sancho, Alicia Borrachero, Juana Acosta, Aura Garrido, Montserrat Carulla, Pau Durá, Manolo Morón y el siempre eficacísimo Vicente Romero, dieron lugar a un relato subyugante que “engancha” desde su primer a su octavo y último capítulo.

En palabras del actor José Sancho, que interpreta excelentemente a Rubén Bertomeu, éste "no juega a ser un personaje popular, juega a acaparar lo que se ponga al alcance de la mano. Lo único que persigue es hacerse dueño de todo. Es alguien que piensa que el futuro de esta zona está en sus manos, e intenta transformarlo para su bienestar y el de los suyos. Dará trabajo a mucha gente y por el camino algunos se llevarán su parte. Por supuesto, él se llevará la mayor. No estoy diciendo que sea un santo, sino que es uno de tantos. Su familia está desarraigada. Y él es el culpable. Sabe que por perseguir sus grandes logros se ha olvidado de la familia: de su madre, de la que era su mujer, de su novia, de su hija y de su nieta. Precisamente con su nieta intenta recuperar el tiempo perdido, pero Rubén ya tiene edad suficiente para saber que no se recupera una familia que nunca has tenido del todo. Sabe que es culpa suya." 

Pero pasemos a escuchar la voz de los críticos profesionales: 

Alberto Rey en El Mundo: “Después de «Crematorio»”

“Ayer, tras ver el final de la «Crematorio» de Canal Plus, no pude sino volverme a quitar el sombrero (por octava vez, una por episodio) ante el estupendo trabajo de Laura Sarmiento y los hermanos Sánchez-Cabezudo, guionistas de la serie. Conscientes de la imposibilidad de reproducir televisivamente la escritura de Chirbes, han logrado mantener todos los elementos existentes en la novela, intensos e intencionalmente estáticos, y convertirlos en componentes dinámicos. Así, el texto literario ha sido, más que el esqueleto o el plano maestro del televisivo, su pista de despegue. Lo conceptual y esencial (y tortuoso, y demasiado hermético, solemne) de Chirbes ha mutado en material dramático de primera calidad, sin perder su entidad, gracias a una estrategia de ataque valiente y decidida. ‘Evolución forzada’, podríamos llamarla.

‘¿Y ahora qué?’ Vuelve la pregunta cuando nos confirman una y otra vez que «Crematorio» es una serie de una única temporada, la que ayer terminó. Finaliza tras haber pintado su propio gran lienzo (con los inconfundibles colores del previo y generador, el de Chirbes) y convertirse en otro contenedor de sugerencias poderosas, de tramas brutales (y esta vez sí indiscutiblemente televisivas) y de personajes fantásticamente diseñados. ¿Será verdad que «Crematorio» termina aquí? ¿Su continuación estará, como estaba en principio la de la novela, en la imaginación de todos los que la hemos visto, disfrutado y esperado semana tras semana? 

Cuesta escribir este post sin desvelar la trama de «Crematorio», los giros y las sorpresas que nos ha dado, sobre todo en su último episodio. Con su acertadísimo título, «No dejamos nada», este último capítulo ha sido una muestra de elegancia narrativa y una sucesión de cliffhangers de personaje que piden a gritos esa continuación que no se hará, esos spin-offs que yo quiero (pero no sabría) escribir y un futuro brillante para todos los que han participado en la producción de Canal Plus. Ha sido ésta una season finale de confirmaciones y sobresaltos, de emociones básicas y, sobre todo, de esos claroscuros morales que la ficción televisiva española suele evitar. Efectos conseguidos no sólo gracias a un estupendo guión, sino a una producción sobresaliente (iluminación y sonido de nivel, variedad de escenarios, manejo de las cámaras…) y a una dirección de actores muy buena, que consigue que actores (y sobre todo actrices, y sobre todo una) generalmente sobreactuados, no se desmadren.”

Guillermo Altares en El País: "Crematorio”

"Cuando vimos «The Wire», muchos pensamos que ojalá alguien hiciese algo parecido sobre España, una disección salvaje y sin concesiones de la España actual con una trama policíaca. Crematorio es lo más parecido que hemos tenido a eso. Desde que comienza a sonar la canción de Loquillo que acompaña a los títulos de crédito – «Cruzando el paraíso»: ‘…nada permanece, todo se desvanece…’–, el espectador percibe que se encuentra ante algo diferente a lo que ha ofrecido hasta ahora la ficción televisiva en España.”

David Suárez en La Voz de Galicia, su blog "Fuera de Serie «Crematorio”

“Canal+ está apostando fuerte por las series. Emite muchas de las mejores producciones internacionales y ahora también destaca con sus productos propios. «Crematorio» es una de ellas. Basada en la novela Rafael Chirbes, la serie desgrana una historia de corrupción urbanística en la que también se mezclan narcotráfico y prostitución. La localidad de Misent, donde transcurre todo, no aparece en ningún mapa pero bien podría estar en muchos puntos de la costa de Levante, aunque en ocasiones nos transporte inconscientemente hasta Marbella. El protagonista de la trama, una auténtica joyita, es el empresario Rubén Bertomeu, que interpreta un rigidísimo y soberbio Pepe Sancho, al que no se le escapa ni una sola sonrisa. El actor borda de tal manera el papel que te convence de que sería capaz de sobornar a cualquiera para conseguir sacar adelante uno de sus macro complejos de hoteles y centros de bienestar, como no, a escasos metros del mar.

La investigación sobre el círculo de Bertomeu, en el que figuran la mafia rusa y un concejal de Urbanismo, va avanzando al mismo tiempo que se descubren las flaquezas de sus relaciones familiares. Su novia es más joven que su propia hija, su nieta es la típica adolescente malcriada que siempre tiene a quien recurrir para conseguir lo que quiere y su madre una terca viejecita que no aprueba los negocios especulativos del menos idealista de sus hijos. De ahí que haya ocasiones en que la serie recuerda a un «Falcon Crest» entre naranjos, los pocos que quedan entre tanta macrourbanización y torres frente al mar.”

Después de los argumentos señalados, no puedo concluir de otra manera que aconsejándoos ver esta muy buena e instructiva serie en vez de la película “El reino”, de similar tema pero mucho menos conseguida, como opiné razonadamente en este Foro.

Y termino incansablemente rogando que publiquéis vuestra más libre opinión sobre esta serie si ya la habéis visto o la veis por confiar en el presente comentario.

¡Animaos, Cinéfilos!

Manrique

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