jueves, 15 de junio de 2017

Regalar libros

Regalar libros

Cuenta Enrique Vila-Matas, en su Dietario voluble, el conflicto que le crea regalar un libro. ¿Qué hacer: comprar dos libros, uno para el amigo y otro para él, o sólo uno y sufrir por no tener tan deseable libro, suponiendo que sea un libro que no haya leído? Vila- Matas no resuelve el conflicto que, por otra parte, a mí también me ha creado. Claro, que yo tengo un truco, casi nunca regalo un libro que no haya leído y, por tanto, tenga de antemano.
Es muy posible que ese libro que tanto me ha gustado sea para nuestro amigo soporífero. ¿Qué hacer? Vila-Matas recurrió, una vez, a quedarse con el libro que había comprado para una amiga y regalarle una lámpara, una que estaba de rebajas, por poco se la tira a la cabeza. De aquí, deduce nuestro escritor que es peligroso regalar.
Otro problema es el título, Vila-Matas regaló En busca del tiempo perdido a un amigo que creyó que trataba de indicarle que había hecho siempre el imbécil, que toda su vida había estado perdiendo el tiempo.
A mí me ocurrió algo parecido cuando regalé Irse de casa a una amiga con problemas conyugales, para solucionar el conflicto, en que me había metido, tuve que contar casi todo el argumento de la novela de Carmen Martín Gaite.
 Desde entonces sigo unas normas sencillas: libros pequeños, poco más de cien páginas, de autores no demasiado desconocidos y, sobre todo, cuidado con los títulos. Pero esto no es suficiente, por ejemplo, no regalar Una pena en observación de Lewis C. S. a quién ha perdido recientemente un ser querido, sin embargo, este pequeño librito es una joya de sensibilidad, sentimientos, sufrimiento, se puede recomendar pasado algún tiempo. En realidad consuela muchísimo.

Tardes con Margueritte de Marie-Sabine Roger, me lo recomendó una amiga bibliotecaria, que presume de tener en su casa más de cuatro mil títulos. Es agridulce, sólo para naturalezas muy sensibles. Sin embargo, no regalar nunca a personas muy sensibles, Una chica de la calle de Stephen Crain o De profundis de Oscar Wilde.
 El libro de Crain recorrió distintas  editoriales que lo rechazaban sistemáticamente, por fin, el autor se decidió a publicarlo él mismo. Es tan duro, tan triste, que tuve que dejarlo y retomarlo pasado algún tiempo,sin embargo es una joya de realismo. Posteriormente a este comienzo, Stephen Crain triunfó con La roja insignia del valor, libro que podéis regalar a los amigos pacifistas.                 
De profundis de Oscar Wilde, creo que es de sobra conocido, se trata de una carta de amor, dolor y resentimiento, escrita desde la cárcel, por el autor, a su antiguo amante, Arthur.

Cuidado con los personajes que se suicidan, no todos los lectores comprenden el conflicto, si dudáis no regaléis El sunset limited de Cormac Mc. Carthy. El diálogo entre el suicida y su salvador ocupa todo el libro e, inevitablemente nos implicamos al leerlo.

Si sabéis que vuestro amigo es un enamorado de los libros fantásticos, el mejor sería El caballero inexistente de Italo Calvino. La literatura fantástica despierta la imaginación como ninguna otra.

Pocos conocen Las aventuras de Arthur Gordon Pym de Edgar Alan Poe y, sin embargo, puede encantar a los jóvenes y a los no tan jóvenes pero que tengan espíritu  aventurero. Lo mejor es el final que, por supuesto, no voy a desvelar y que a Vila-Matas también encanta.


El coronel Chabert de Honoré de Balzac, adquirió recientemente fama porque se vendía junto con Los enamoramientos de Javier Marías, ya que formaba parte de la trama de éste. Pues bien, por sí sólo es una joya literaria que habla de traiciones, desencantos y dolor.

Madame de Mauves de Henry James, quizá no sea muy conocida pero gustará a quién busca una lectura tranquila alejada de aventuras, como las dos anteriores, pero no carente de reflexión. Este autor retrató a la mujer del siglo XIX como nadie.

Y, hablando de aventuras en estado puro, la mejor novela: Tifón de Joseph Conrad, si queréis saber lo que era viajar en barco de vapor, amenazando una tempestad, por los mares septentrional y meriodinal de China. Conrad, de origen polaco, estuvo navegando durante decadas por todos los mares en barcos ingleses hasta que se nacionalizó inglés y se dedicó a escribir.   

Las encantadas de Herman Melville, no es un viaje, es un recuerdo de un duro viaje o de muchos viajes. No creo que nadie pueda decir que no le gusta este libro, además ha inspirado a otros autores,  por ejemplo, a Claudio Magris.  

Entre los autores españoles, elegiría El adoquín azul de Francisco González Ledesma, sorprende, se une el pasado y el presente en unas pocas páginas llenas de amor.

Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite es una ingeniosa novelita de esta autora, una de mis preferidas.


Seguramente que me dejo otros grandes títulos de pocas páginas, pero está bien por hoy si buscáis hacer un regalo. Vila-Matas es un exagerado los amigos son comprensibles, nos agradecen la voluntad que ponemos en regalar y siempre nos disculpan algún pequeño error.
Y, por supuesto El dietario voluble de Enrique Vila-Matas, si queréis pasar un buen rato.

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