miércoles, 20 de abril de 2016

Ozu redivivo y Zen: "Nuestra hermana pequeña" (“Umimachi diary” 2015) de Hirokazu Kore-Eda



Queridos Cinéfilos:

En el pasado diciembre vi, por primera vez y en DVD, dos películas japonesas catalogadas como magistrales en la Historia del Cine, pero joyas casi desconocidas para las actuales jóvenes generaciones: “Vivir” (“Ikiru” 1952, nota media 8,3 en Filmaffinity) de Akira Kurosawa y “Cuentos de Tokio” (“Tokyo monogatari” 1953, nota 8,2) de Yasujiro Ozu.

Incluyo este antecedente porque cuando he visto y “saboreado” la última película de Hirokazu Kore-eda, "Nuestra hermana pequeña" (“Umimachi diary” 2015), se ha reforzado mi opinión de que el Cine japonés es el que mejor refleja el fluir de la vida, sin grandes alharacas o tragedias. Por dar un símil inmediato que se me ha ocurrido como cuando algunas veces, desgraciadamente muy escasas en Occidente, apreciamos detalladamente la inadvertida belleza de un jazmín natural, por ejemplo, acto cada vez más inimaginable en la moderna “civilización” de los “smartphones”.


Las cuatro hermanas en el porche de su casa
Yo no sé si esta comparación, que se me ha ocurrido a la primera, está inspirada por el espíritu Zen (sobre el que no he leído ni estudiado absolutamente nada) o no, pero lo cuento como lo siento: la visión de este tipo de películas me produce una sanadora tranquilidad de espíritu y empatía con el resto de los humanos, habiendo sido muy notable este efecto en "Nuestra hermana pequeña", como lo fue especialmente con “Cuentos de Tokio”, llegando a la conclusión, que no es mía, sino de varios críticos, de que Kore-eda es el sucesor más fiel de Ozu, cosa que ya se veía venir en las dos otras películas suyas que os comenté, “Still walking” (“Caminando”) y “Kiseki” (“Milagro”). En mi lista de “películas que hay ver” tengo destacadamente apuntada su “Nadie sabe”. Esperemos que de una vez La 2 se olvida de reponernos la totalidad de la producción española (que incluye muchas cintas malas o absolutamente prescindibles) y se anima de nuevo a activar el extinto programa de los lunes a las 22:00 “Cinefilia”, que estaba dedicado a buenas películas extranjeras.

Centrándonos en "Nuestra hermana pequeña", así como en “Mustang” se nos contaba la historia de cinco hermanas turcas sometidas a unas reglas de educación estrictamente machistas, aquí se trata de tres hermanas (desde los veinte a los veintimuchos años), que viven juntas y emancipadas en la casa de la abuela que las crió tras ser abandonadas por su madre, y una hermanastra pequeña (de unos doce) fruto de la unión del padre común con una segunda pareja tras abandonar a su primera esposa, cuya existencia aquéllas descubren en el funeral del padre, primera reunión familiar en muchos años. Naturalmente todo ello sin gritos, reproches, ni siquiera malos gestos, sino de nueva acomodación de las piezas del puzle a la nueva realidad, cuatro piezas muy distintas entre sí, cada una con sus aristas y encajes, operación en la que japonesamente se aplica mucho más la lima que el afilador.

Transcribo un comentario (tomado “de oído” en “Días de Cine”, espero que exactamente) de Kore-Eda que me parece esclarecedor:

“En ninguna de mis películas he tenido la intención de juzgar a mis personajes con mano de hierro. No es una batalla entre el bien y el mal. Todos tienen sus sombras, pero todos son pasajeros del mismo barco. No hay malos ni buenos”


En una celebración tradicional
No sé, lo reitero, si acierto con el uso del calificativo: puro Zen, puro fluir de la vida hasta desembocar en el mar, físicamente presente a lo largo de la historia (se desarrolla en Kumakura, pequeña ciudad costera en las cercanías de Tokio) y simbólicamente en la última escena, como metaforaría Jorge Manrique.

Y una aclaración: esta película no es, en absoluto, ñoña ni edulcorada, como, haciendo honor a su nombre, me resultó un poco la también japonesa “Una pastelería en Tokio”, que no es que fuera mala y sí tenía buenas cosas, y reflejaba un muy parecido espíritu japonés de fondo, también con la inevitable presencia de la muerte en nuestra vidas, pero era bastante inferior a la presente, desde mi punto de vista, y por ello ni la comenté ni os la aconsejé cuando la vi hace seis meses.

Yo dudo en calificarla a "Nuestra hermana pequeña" entre un 8 y un 9: por ser prudente me quedaría en el 8, pensando que quizás se le podría haber podado algunas escenas no imprescindibles, rebajando su duración de los actuales 128 minutos. Claro que… a lo peor es que tengo inoculado el vicio occidental de la inmediatez y no ser capaz de apreciar el tempo Zen. Casi seguro que sí.

No debo añadir más (técnicamente es muy buena y las interpretaciones son excelentes) que aconsejaros ir a verla (seguirá un tiempo en los circuitos cinéfilos, como los Cines Golem de Madrid), reiterando el consejo de hacerlo en VO ya que la entonación japonesa es, desde mi punto de vista, esencial para captar la intencionalidad en los diálogos.

Para que podáis contrastar mi opinión con las más válidas de los críticos profesionales, incluyo los siguientes enlaces:

Interesante presentación de la película en el programa semanal “Días de Cine” en La 2 de TVE (6 min) incluyendo el tráiler de fondo:

Crítica de Oti R. Marchante en ABC “Aroma de Ozu”:

“Salvo alguna excepción, el japonés Kore-eda solo hace dos tipos de películas, o buenas o buenísimas, y ésta prodigiosa miniatura de sentimientos personales y familiares es claramente de las segundas. Con algo más de espacio y, sobre todo, de talento, podría indagar en todo el caudal poético y humano que funde a Kore-eda con Ozu, tanto en el cuerpo como en el alma de su cine, y en esta historia de paseos, de vías de tren, de tarde soleada, de cámara sentada, de interior confortable, de espacios de hogar, de tradición, respeto, sentimiento, de amores suaves sin tacto, ni contacto, ni beso que no sea con la mirada?, es cine que saca la emoción de la talla de la imagen, como lo saca el escultor de la talla de la piedra.
 …"

Opinión de Jordi Costa en El País “Aprendiendo a (sobre)vivir”:

"… 
En “Nuestra hermana pequeña”, Sachi, Yoshino y Chika Kouda, tras asistir al funeral de su padre, deciden acoger en su hogar compartido en la ciudad costera de Kamakura a la hija que el difunto tuvo con otra relación. El hogar familiar es un espacio de supervivencia libre de resentimientos, que fue sucesivamente abandonado por un padre adúltero y una madre que se vio incapaz de tomar las riendas del orden doméstico. Kore-eda propone, en consonancia con el manga original, un relato fragmentario, sin un conflicto dramático central, cuyos grandes temas van afirmándose por sedimentación, con extrema elegancia, sin florituras de estilo, pero con exquisitas composiciones de plano liberadas de toda tentación exhibicionista. Película sobre los retos, pero también los placeres de aprender a vivir, “Nuestra hermana pequeña” apuesta por la redención de los pecados de los padres a través de la limpieza de mirada, la capacidad de perdón y la aceptación de los obstáculos vitales de una descendencia desbordantemente vital. Dominada por la serenidad de tono y el asombro ante el detalle cotidiano, “Nuestra hermana pequeña” no es cursi: es sabia."

Comentario de Quim Casas en El Periódico “Delicadeza y precisión”:

"...
El estilo del filme es elogiosamente transparente: tres hermanas, la hermanastra pequeña que descubren que tienen durante el funeral del padre que las abandonó hace años, la casa que comparten con la abuela, los rechazos y los afectos, la convivencia, la pequeña ciudad y el mar. Pocos pero más que suficientes elementos para relatar una historia en la que la delicadeza en el detalle gana siempre a la tensión, aunque la relación entre las protagonistas sea considerablemente compleja."

Muy buen Cine, Amigos.

Manrique

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo que tengas que decirnos, nos interesa. Gracias.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.