jueves, 28 de enero de 2021

Breviario de divisiones

        Hay quien considera que las divisiones propiamente dichas son solo aquellas que tienen como resultado un número entero. Esto es un gran consuelo para los números primos y, especialmente, para los primos hermanos.

        Los números irracionales no son divisibles, al contrario que los seres humanos equivalentes.

 Si dividimos un número imaginario, obtenemos como resultado otros números no más reales que el de partida.

 Los números más peligrosos para la supervivencia de un conjunto son los fraccionarios. Llevan dentro el germen de la escisión.

 

Quizás el número más poderoso sea el cero. Al dividir por él cualquier cantidad, por pequeña que sea, la tornamos infinita, y al multiplicarla, por muy grande que nos parezca, la anulamos. Si lo multiplicamos por sí mismo permanece inmutable, como el uno; nadie sabe qué sucedería si intentáramos dividirlo por otro cero.

 

El ocho es uno de los números más fáciles de dividir, lleva en su diseño un rompefácil.

 

La distancia entre dos primos hermanos permanece invariable con el tiempo; sin embargo, dicha distancia aumenta con el tamaño de los citados números.

 

Uno de los vocablos que presentan una fonética similar en más idiomas es, precisamente, uno.

 

El símbolo de la suma representa, muy apropiadamente, a la muerte; el de la resta es una simple pausa, el del producto te anula y no hay acuerdo sobre cómo indicar una división.

 

Cualquier operación realizada sobre un número le produce la muerte, salvo algunos casos que podemos considerar milagrosos.

 

En determinados ambientes, en una lectura oral no debería usarse el cinco, por sus connotaciones malsonantes. Sí son aceptables, en cambio, derivados como quince y cincuenta.

 

En su proceso de europeización, los números arábigos se incorporaron para siempre.

 

Los dígitos son siempre puntos de deterioro; los símbolos de operaciones representan momentos de mejora.

 

No hay mayor presunción que emplear un fraccionario como ordinal. Es un baldón, tanto para quien comete el error como para el propio número mal utilizado.


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