viernes, 1 de diciembre de 2017

Escritores catalanes nacidos en Barcelona, 2

Escritores catalanes nacidos en Barcelona. 2
Esther Tusquets, Félix de Azúa, Juan Goytisolo o Mercedes Salisachs. Para estos escritores Barcelona ya no es la protagonista indiscutible de sus libros sino que se queda en un segundo plano constituyendo un telón de fondo más o menos necesario.

Esther Tusquets
1936-2014
Pertenece Tusquets a una generación entre los sesenta y los setenta del siglo XX. Por tanto ya muy alejada de Ana Mª Matute.
El contexto en el que aparece Esther Tusquets es español y catalán, impregnada de  influencias exteriores. Influencia de Joyce, en el cultivo del monólogo interior: directo e indirecto. Influencia de Kafka: el mundo laberíntico que nos atrapa. Proust: en el manejo del tiempo, fragmentación de éste: no sabemos si estamos en presente o pasado. Huxley: distintos niveles de narración: entrecruzamientos y paralelismos. La literatura no solo es contar.
Es un momento de renovación novelística: lo que se llamó experimental y la novela por excelencia, de este género experimental, es Tiempo de silencio de Martin Santos (1924-1964), ubicada en Madrid 1961, la novela más importante de los años sesenta, imprescindible leerla para cualquier español. Lástima que este escritor falleciera tan joven en un accidente de automóvil.
Otros escritores también experimentan: Delibes: La parábola del náufrago. Torrente Ballester: La saga y fuga de J.B.
A partir de los sesenta se comienza a hablar en España de literatura de mujeres. Escritoras que intentan novelar desde su condición de mujer y plantean rasgos comunes.
Una serie de características las define: búsqueda de su identidad a través de la literatura, ejercen actividades culturales más o menos de crítica literaria (Esther fue directora de la editorial Lumen). Son mujeres que no han vivido la guerra civil y con un nivel cultural alto, son universitarias. Destacan por su sensibilidad: no se trata de hablar contra la mujer sino desde la perspectiva de mujer. La sexualidad es tratada de forma compleja y sutil. La mujer narradora pasa a ser cronista de su propia vida y se esfuerza por encontrar su identidad.
Lo que aporta la mujer en la mitad del siglo XX, es una nueva temática, un lenguaje de monólogo interior (más contemplativo que activo) y el recurso a la memoria como una forma narrativa  para pasar del pasado al presente rápidamente. Requiere una atención al leerla extraordinaria.
El uso de la primera persona no debe confundirse con una autobiografía.
La capacidad de recoger por escrito el fluir de la conciencia es dificilísimo para un escritor.
Esther Tusquets publica su primera novela El mismo mar de todos los veranos en 1978, con 42 años, por lo tanto se trata de una novela de madurez. Seguirá El amor es un  juego solitario en el 79 y Varada tras el último naufragio en el 80, las tres constituyen una trilogía.
Tusquets presenta una mujer distinta a la mujer de Carmen Laforet, Ana Mª Matute o Merced Rodoreda, una mujer que lucha por llegar a conseguir una madurez que no signifique ni sumisión ni  renuncia. Ofrece una crítica social, con un lenguaje distinto mucho más agresivo: burguesía catalana que ella intenta suplantar.
Desafío a la iglesia y sus valores: judeo-cristianos.
Denuncia fuerte a la condición de mujer a través de varias generaciones. Utiliza comparaciones e imágenes revelando la relatividad de todo.
El mundo fantástico, el de los sueños, es para ella, el auténtico. Los ambientes reales son escasos, la mayoría son interiores.
El tema principal es el de la soledad, desde el cual la escritora reconoce como la raíz de todos sus problemas.
Este mundo que crea Esther Tusquets tiene una gran influencia de Marcel Proust (construir mundos desde el interior) y también de Virginia Woolf (pozos de sombra). Y, por supuesto, Tiempo de silencio de Martin Santos y Volverás a región de Juan Benet.
Dice Esther Tusquets: “Mi pasión es la escritura”.
Las dos características de  los relatos modernos: la reconstrucción subjetiva del tiempo histórico y la tendencia  a lo poemático, las encontramos en Tusquets. Si tuviéramos que clasificarlo sería  la novela de la condición humana, porque, lo que plantea de fondo, es la soledad del ser humano: nacemos y morimos solos. Este es el tema fundamental de sus novelas.

La mujer narradora de El mismo mar de todos los veranos, de la que no sabemos su nombre, de cincuenta años, rememora su vida afectiva, la de los últimos treinta años, al llegar a la vieja casa de sus padres, donde se encuentra  a sí misma. “¿He vivido?” Se pregunta Con este arranque espectacular de descripciones fascinantes, nos sumerge en un ambiente agobiante. Sus sueños de adolescente en la capilla de las monjas, las flores blancas y el significado que, muchos años después habrían de tener, tan diferente. El abandono de Jorge, su primer amor que la hizo sentirse como Ariadne en la isla de Nexos. El matrimonio con Julio, las infidelidades de éste, los perdones cargados de rosas rojas, aunque él no lo sabe que NO son sus favoritas, que son los nardos. Su alejamiento tanto de su madre, diosa Atenea, como de su hija, Guiomar, ambas se permiten darle consejos y tratarla como a una niña. Encontrará en Clara un consuelo…
En el trasfondo está la sociedad burguesa catalana con sus aciertos y sus errores. El Liceo, palacio emblemático de dicha sociedad. La playa, la casita de la abuela, los paseos en barca y el MAR como sinónimo de libertad.
La familia es opresión, fingimiento, protección incomprendida, cobardía del padre y la malicia resentida de la Generala, su madre. Sofía, su cuidadora, confidente, amiga, más maternal que su propia madre y víctima de ésta.
Todo esto en una prosa fluida, en ocasiones agotadora,  que sólo al final se comprenden algunos enigmas. Sin embargo esta prosa nos seduce y nos conmueve.

Las dos siguientes novelas de la trilogía son igual de fascinantes pero con importantes diferencias. Si en la primera, esta mujer, empatiza con nosotros, en la segunda parte, ya no tanto. Vemos sus debilidades y sus contradicciones, que apuntaban ya en la primera parte, se equivocaba y se volvía a equivocar. Pero así somos los humanos, seres que nos equivocamos constantemente, sabiendo que nos equivocamos y no sabemos salir de ese enredo.

La primera vez que leí a Tusquets fue en 1979. Después en el 2011 y recientemente para escribir esta reseña. Creo que sigue de plena actualidad. La protagonista es un personaje con identidad propia, no representa ningún prototipo de mujer ni de la mitad del siglo XX ni de la época actual.
Tusquets no escribe sólo para mujeres sino también para los hombres. Tampoco deben pensar éstos que leyéndola se van a acercar a la psicología femenina. No se trata de poner etiquetas.  Se trata de literatura en estado puro. Decía antes, la literatura no es sólo contar y añado: la literatura es también plantear problemas, enigmas, no resolverlos. Es poner el dedo en la llaga. Poner el punto de vista en aquello, en lo que algunos, no habíamos reparado.
Hoy en día creo que hay que alejarse de esa etiqueta de literatura de mujeres. Se trata de literatura para todos


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