viernes, 18 de mayo de 2012

The Way We Were

Todo sucede tan deprisa que nadie se está parando a pensar nada. Todo se escapa de las manos tan efímero, tan caduco, tan pasado de fecha que una no llega a hacer nada como debiera. Ese vértigo me tiene atrapada. Las exigencias de fechas que me comprometan me llegan de todas partes. Hasta cualquier carpintero es capaz de atarme un compromiso y ya sólo mi peluquero me atiende cuando acudo a él sin previo aviso. No sé lo que me va a durar ese imprevisto remanso de paz en una peluquería en donde, ya, ni leo las revistas manoseadas para atender mensajes al móvil y donde debo ser la única que no pide tintes, ni permanentes, ni nada que no sea un sanear rápido un pelo al aire, al viento, con mis trasquilones que me cobijan, que para eso son pelos.

No sé, todo sucede rápido, nadie se para a pensar, a reflexionar, a saborear el regusto, a reconocer un arrepentimiento, a dejar el tiempo pasar (like the corners on my mind). No sé, todo va demasiado rápido para mí. Yo voy demasiado rápido. No sé.

Que ahora hay cosas que no son como eran y que no sé cómo vivirlas ahora, que me atropellan las decisiones de otros y mis reacciones no me acompañan, que no sé dar la talla, que los frenazos son peores que los tirones y que las varadas no sé cómo me sientan una vez que he perdido las capas que me protegían, que ahora las cosas son distintas y yo no sé cómo son.

Si, al menos, supiera por qué han de ir tan deprisa las cosas, podría prepararme para vivirlas fugazmente. Lo cierto es que no. Una tiene sus tempos. La necesidad de asimilar lentamente no se ha esfumado con los tiempos rápidos, más al contrario, necesito bancos donde sentarme a descansar a ratitos o a valorar lo andado porque de lo contrario me veo abocada a sentarme en los arcenes.

Cuando he estado sentada en el arcén me he sentido tranquila. Es curioso. Los arcenes no son sitios apropiados para nadie, pero siempre me ofrecieron un refugio en el que descansar y retomar el camino aún sin saber en qué dirección.

Despacio, despacio, por favor, despacio. Que no sé correr, que sólo sé vivir tal como soy, tal y como puedo. Que la vida se escapa, que se esfuma todo. Que una no sabe si lo que vive es sueño, si el sueño es vida, que toda la vida termina en nada, que estamos ya al final de todo lo que podemos ser. ¡Dios!

Despacio, que el mundo se pare, que nos deje saborear el momento, que podamos interiorizar lo vivido de forma que nos quede en el recuerdo, ese recuerdo (memories light the corners of my mind) que quiero que me invada cuando la vida ya no me ayude a seguir. Por lo que más queráis, dejad de correr, que las cosas han de ir despacio, quiero darme tiempo para pensar en ti, para pensar en lo que soy, para pensar en lo que fuimos, en lo que pudimos ser, en lo que ya no seré nunca, en lo que quiero ser, en lo que quiero que me quieras, en lo que puedo quererte (smiles we gave to one another). Dejadme un tiempo para recapacitar, para saber hasta dónde son las cosas, para prepararme para lo que pueda ser. No sé. No sé. Necesito parar ahora. Pero tú no pares, sigue viniendo hacia mí (for de way we were).

Todo exige respuesta rápida, todo apremia, todo sucede sin dejar ni posos en los que reconocer ni los restos de un fracaso (scattered pictures). Cada pluma que pierdo se la lleva el viento tan rápidamente que no me deja ni saber que ya no la tengo. Could we? Sí, yo podría, y tú también. Podemos pensar aún qué éramos y si somos tal y cómo éramos o ya somos otra cosa. Yo era de una manera, he intentado seguir siendo así al pasar de los años y de las cosas que han sucedido. Creo que sigo siendo de la misma madera. Soy así, tal y como soy y cada vez que esté contigo tú y yo seremos lo que somos; a veces, uno. De mi memoria no se borrará nada porque todo soy yo. Todo permanecerá porque fui como era, tal y como era y cuando estuve contigo, a tu lado o dentro de ti o sintiéndote en mis adentros... seguí siendo como era, tal y como éramos. Como quiero que seamos. Como te quiero o como te voy a querer. Despacio.

Marga.

La vi de estreno en Cádiz, en el cine Municipal de la plaza de El Palillero. Debía ser el 74. Debía tener a la sazón 14 ó 15 años. Me vi en Katie. El mar no tendría muros. Qué frágil. Miro hacia atrás y veo a tantas Katie de pelo moreno, rizos indomables de veinticinco años, de treinta y cinco, de cuarenta, de cincuenta..., de ayer, en mí.

If we had the chance to do it all again, tell me, would we? Could we? Siempre que la vuelvo a ver me entrego a ella, atiendo a cada detalle, la sigo con interés, la entiendo y conservo la esperanza de que esa vez el final sea otro, hasta el último momento en que me giro y continuo repartiendo octavillas.

Al final, siempre es el mismo final.

1 comentario:

Lo que tengas que decirnos, nos interesa. Gracias.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.