viernes, 31 de mayo de 2024

"LOS PERROS DE RIGA" de Henning Mankell: Wallander en la Letonia de 1990, que ansiaba liberarse del férreo cepo de la URSS.

 Queridos Cinéfilos:

Especialmente me dirijo a los que sois amantes de la literatura meta policíaca, esto es, la que produce novelas que no se limitan a describir el proceso de investigación de asesinatos u otros crímenes, sino que también incluyen un análisis más o menos profundo del contexto social y/o político en que están inmersos los personajes de dichas novelas, siendo este objetivo tan relevante como la resolución de los crímenes e, incluso, a veces más, modalidad policíaca que supongo se inició con la la llamada "novela negra" norteamericana. 

Ya en diciembre de 2012 desvelé aquí que en mi adolescencia, muy especialmente durante las largas vacaciones veraniegas de entonces y posiblemente por ser hijo único, "devoraba" novelas de Agatha Christie protagonizadas por el famosísimo Hércules Poirot, cuyo núcleo esencial era el esclarecimiento de casos de asesinato, incluyendo en ello, en tanto fuera necesario para su resolución, un análisis de la personalidad de los implicados, casi siempre pertenecientes a la burguesía o a la alta sociedad, junto con sus sirvientes, prestando casi nula atención a la problemática de las clases menos favorecidas o a los cambios sociales que fueron muy importantes entre las dos guerras mundiales, justo las dos décadas en las que se desarrollan las más célebres novelas de esa autora. Pero como sus tramas eran muy originales, endiabladamente complejas y yo todavía muy poco consciente de la problemática social, pronto llegué a considerar a Agatha Christie mi escritora favorita y, aún ahora, le debo el enorme reconocimiento de haberme hecho amar la literatura descubriendo el placer de la lectura cuando, ya preadolescente, había abandonado al Capitán Trueno. Y todavía ahora, confieso, cada pocos años leo o releo alguna novela suya.

Según fui madurando aprecié cada vez más las novelas meta policíacas y por ello retomo hoy a Henning Mankell, excelente novelista y director teatral sueco (además de yerno de ¡Ingmar Bergman!, nada menos) del que ya os recomendé aquí en 2012  "Asesinos sin rostro" su primera novela policíaca (con un muy fino comentario adicional de Belén, que también  podéis leer en ese mismo enlace), obra iniciática de la serie en la que presenta al inspector Kurt Wallander, personaje que supongo es su trasunto ideológico, que vive y trabaja en Ystad, pequeña ciudad de 20.000 habitantes a unos 50 kms de Malmö, en la región de Escania, en el extremo sur de Suecia.

Basta ya de introducción sobre el autor y su personaje, porque cuando Mankell falleció en 2015, Ana D. publicó aquí sobre él un análisis muy acertado como obituario, que a su vez fue apoyado por un comentario de José Ramón (accesibles los dos en este enlace) que, junto con el anterior citado de Belén, son absolutamente definitorios de Wallander y su contexto, por lo que vamos al objeto específico de hoy. 

He leído este otoño la segunda novela de la serie escrita por Mankell y protagonizada por ese inspector,  "Los perros de Riga", sobre un crimen cuando dos cadáveres de hombres asesinados arriban a la costa sueca en 1990 en un bote salvavidas llevado por corrientes y mareas, que rápidamente se constata corresponden a personas letonas, presuntamente provenientes de la orilla opuesta del Báltico, por lo que la policía sueca debe contactar y coordinar su actuación para resolver el caso con la policía de la República de Letonia, en esa época aún soviética y federada en la URSS, aunque ya en proceso de intentar recobrar su perdida independencia aprovechando la apertura de la Perestroika del nuevo Presidente de la URSS, Mijail Gorbachov, existiendo en el país un movimiento pacífico de resistencia nacional letona contra la ocupación soviética que aumentaba día a día su activismo social para conseguirlo.

En las dictaduras, más aún cuando se da el caso de que el omnipotente Estado tiene la entidad de imperio multinacional, con una etnia o nacionalidad preponderante (como destacadísimamente lo fue Rusia en la URSS y, en menor grado, Serbia en Yugoeslavia), las estructuras administrativas de los poderes social, judicial y policial represor siempre están infiltradas/controladas por agentes al servicio del Imperio, "nomenklatura" que a lo largo de su existencia desdobla su actuación generando redes mafiosas de corrupción piramidal que incluso puedan supervivir en una hipotética futura desagregación del Imperio al independizarse de él  los países subordinados. Interesante entorno para la acción de esta novela, ¿no?  

Subrayo, por ser muy importante para entender el contexto en el que se desarrolla la trama, que los tres países bálticos menores, Estonia, Letonia y Lituania, fueron incorporados manu militari a la URSS, tras ser físicamente "intervenidos" en la primavera de 1940 por el Ejército Rojo para "asegurar su independencia" en la fase más expansiva de la Segunda Guerra Mundialacción  "casualmente" simultánea con la exitosa invasión alemana de Holanda, Bélgica e inmediatamente Francia, mientras el ejército aliado franco/británico estaba siendo derrotado y ésta ocupada y rendida por Alemaniarazón por la cual ninguna de las dos potencias occidentales tuvo la mínima oportunidad para auxiliar a los tres pequeños países bálticos "deglutidos" por la URSS, que no osaron defenderse, teniendo muy en cuenta la inmediatamente anterior experiencia de Finlandia, mayor que los tres juntos, que sí lo intentó heroicamente al ser invadida el 30 de noviembre de 1939, tras negarse a las exigencias de cederle territorio nacional y bases estratégicas, teniendo que rendirse tras tres meses de numantina resistencia ante un enemigo que disponía de una población y recursos 25 o 30 veces superior. Finlandia había tenido que aceptar, como mal menor, ceder el 10% de su territorio a la URSS, incluyendo la importante ciudad de Viipuri (que todo sigue formando parte de Rusia) y mantener una independencia tutelada por Putin. Perdón, por Stalin, quise escribir, que, recordemos, previamente había firmado con Hitler el ominoso acuerdo de amistad y cooperación de agosto de 1939 para repartirse Europa, empezando en septiembre por Polonia. Os refiero a mi comentario en este mismo Foro sobre la excelente y rigurosamente histórica "Katyn", del gran maestro polaco Andrzej Wajda, que en 2007 pudo exponer lo que nunca le fue permitido en la época dictatorial comunista en Polonia, a pesar de ser considerado ya entonces el director más internacionalmente reconocido de ese país.

Como soy muy aficionado a la Historia, quizás me he extralimitado en las referencias, pero, ¿de verdad todos conocíais estos antecedentes acerca del papel libertador del Ejército Rojo en los inicios de la Segunda Guerra Mundial cuando actuaba coordinado estratégicamente con la Wehrmacht nazi devorando la  Europa libre simultáneamente? 

Reitero que ese odio/temor anti ruso que impregnaba a la gran mayoría silenciada de la población letona en 1990 (temor que, aunque disminuido, siguen manteniendo ante las amenazas del actual Zar/Presidente ruso) es un elemento esencial en la trama de la novela, hasta el punto de que cuando se edita un año después de la fecha en que la escribió Mankell, él añadió una nota final muy reveladora del curso de la Historia que fue y la que pudo ser en ese plazo. Chapeau!  

Y no creo que sea necesario añadir nada más para respaldar mi consejo de que leáis a Mankell, ahora que empieza la Feria del Libro en Madrid, ya sea las novelas de Wallander, empezando por la primera, la ya aquí muy comentada "Asesinos sin rostro" y siguiendo con esta segunda, "Los perros de Riga", o con una totalmente desconectada de este personaje, que el "Cinéfilo" Antonio R. me aconsejó y me gustó mucho, aunque sea de tema triste, "Zapatos italianos", de la que tan sólo di aquí una mínima referencia.

Muy buena e interesante Literatura, Amigos.

Manrique