Estoy bien
jodido. Quedan tres personas delante de mí, y enseguida tendré que abrir la
bolsa delante del aduanero, sobre ese mostrador oscuro que seguro que ha visto
mil historias más tristes que la mía.
Sudo como un
pollo. Los ventiladores, que chirrían mientras giran cansinos, no logran
refrescarme. ¿Por qué habré aceptado el encargo de Maqroll? Hay que estar loco.
De esta me caen veinte años. Y ya no tengo edad para escapar.
Pero no
pierdo la esperanza, aún me queda una oportunidad, hay una persona que puede
librarme de mi destino. Si me atreviera a hablarle a la monjita, si no fuera
tan angelical…
Además de trajinar construyendo barcos; supervivir a la jungla de la codificación de materiales (¡¡que Dios confunda!!); recorrer, y descubrirnos, territorios comanches; tratar con Rekalde e, incluso, aventurarte en la política, ¿ahora resulta que también has subido a las vergas maniobrando mayores, gavias y hasta juanetes, y que, no saciado de aventuras, te estás metiendo en nuevos líos?.
ResponderEliminarMe asombras, preocupas ... y me das envidia, Arturo.
Envidia nunca, Manrique, que es muy mala. Cada cual se mete en los líos que quiere (o en los que le caen encima). Y de todas esas actividades que citas, la más peligrosa puede que haya sido cruzar la jungla de la Codificación a través de la Brecha del Ferrol, envuelto en constantes escaramuzas con los indios necoreros. Menos mal que mis compañeros de lucha estuvieron más que a la altura, llevando habitualmente la vanguardia de la expedición.
ResponderEliminarLo de Maqroll a saber cómo acaba, pero me temo que ni siquiera llegue a ser "el comienzo de una buena amistad".
Tengo la alegría de comunicaros que este relato acaba de ganar el primer premio del concurso literario "El Drag", en la modalidad de relatos por Whatsapp. No me lo acabo de creer, es la primera vez que me presento a un concurso. Agradezco vuestro apoyo, y no puedo olvidar que en este Foro publiqué mis primeros textos.
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