miércoles, 25 de abril de 2007

A propósito de... La Vida de los Otros

Como siempre, me encanta meterme en los charcos. Solo me falta un empujoncito (en este caso, las alusiones de Manrique a mi estancia en Camboya). Pues allá vamos.



Comenzando por Camboya, es verdad que estuve allí hace unos años (como miles más de turistas cada año, con destino como la inmensa mayoría a las alucinantes ruinas de Angkor, de las que me encantaría hablar en otra ocasión). Estuve poco tiempo en el país, y me negué a hacer “turismo de catástrofes”. Había hasta excursiones organizadas a un centro de torturas en las afueras de la capital, pero me parecía hasta de mala educación con los camboyanos ir a visitarlo. Especialmente, después de que, en el vuelo Pakse (Laos) – Pnhom Penh (Camboya), me pusiera a charlar con el camboyano que iba sentado a mi lado. Después de un rato de conversación, me entregó su tarjeta por si necesitaba algo en Camboya. Cuando leí en la tarjeta que era doctor en medicina y Director General de Salud Pública de Camboya, se me ocurrió preguntarle cómo había pasado los años de la dictadura de Pol Pot y sus khemeres rojos. Me contestó: “Sólo sobrevivimos 5 médicos en todo el país”. Se me quitaron las ganas de seguir preguntando. Por suerte, a los pocos minutos aterrizamos.



Siguiendo con Camboya, parece mentira que un país que ha sufrido tanto en los últimos años haya podido levantar cabeza y se esté reconstruyendo dentro de lo posible. Eso sí, con una economía casi absolutamente dolarizada, y con un generoso apoyo de la comunidad internacional. Por cierto, era motivo de vergüenza ajena ver el tren de vida de los numerosísimos enviados y observadores de distintas agencias internacionales, sobre todo al compararlo con el nivel medio del país. No voy a pedir que los cooperantes extranjeros vivan en chozas y se contagien el cólera bebiendo agua del grifo, pero entre eso y los hoteles, 4*4, prostitutas y restaurantes de lujo que usaban los “guiris”, hay mucho margen de maniobra.



Es curioso, comparando precisamente con el Irak que cita Manrique, las diferencias y analogías que podemos encontrar. Los inicios son parecidos: Un país sometido a una dictadura (mucho más sangrienta la de Camboya que la de Irak) es invadido por una gran potencia con ayuda de terceros países, con la intención declarada de destronar al dictador y liberar a su población. Pero los resultados han sido muy diferentes. Mientras que en Camboya el ejército vietnamita (con ayuda material de la URSS) pretendía instalar una “democracia popular” con economía centralizada, en Irak el ejército USA (con ayuda de otros países menores entre los que por vergüenza estaba España) lo que pretendía instalar era una democracia parlamentaria con economía de mercado. Los resultados no han podido ser más diferentes: En Camboya, a los pocos meses de la invasión se formalizó un gobierno relativamente estable (encabezado, eso sí, por el impresentable príncipe Norodom Sihanouk) y hoy en día tienen una economía de mercado en franco avance, un gobierno autónomo tras elecciones libres y tanta o más seguridad ciudadana como en cualquier ciudad europea. En Irak las cosas parece que no van por el mismo camino. La economía, en continua recesión, sigue siendo esquilamda por los contratistas del Pentágono amigos de Bush; el gobierno sigue sin ser en absoluto autónomo, con la casi totalidad del país bajo control de las fuerzas de ocupación; y la seguridad ciudadana va empeorando día a día.

¿Por qué estas diferencias? ¿Una invasión “buena” (los vietnamitas + los rusos) y otra “mala” (los yanquees + las petroleras)?

Arturo

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