“No digas no puedo, di que te está costando mucho.”
El árbol de la vida, no es una película como otra cualquiera, de hecho, no sé si se puede categorizar de película. No cuenta una historia, no hay introducción, no hay nudo, no hay desenlace. Hay una situación, unos sentimientos, un segundo en la vida de alguien. Entras en el cine esperando ver a dos maravillosos actores en una historia que te han dicho que trata sobre un padre al que se le muere un hijo y te encuentras con algo aburrido, imágenes sin sentido y un Sean Penn que no abre la boca. A esta película hay que entrar con la mente abierta, sin esperar nada y dejándote envolver por las imágenes, la banda sonora y las voces en off que acompañan la trama, porque si no, pasarás dos horas insoportables encerrado en la sala.

Para todo aquél al que no le haya gustado la película o no la haya visto, les recomiendo que vayan a verla con un cambio de mentalidad (y la vean en el cine o con una pantalla de buena calidad, no se puede ver descargada de internet en el portátil), que vacíen su mente de todos sus valores antes de entrar en la sala porque para mí es una película que cambia todos los esquemas existentes. Estamos malacostumbrados a un cine fácil y comercial en el que no hace falta pensar, a unos directores que nos cuentan una única historia con una única interpretación.
África Fdez. Forné
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