
El argumento es muy bueno y la acción junto con la fotografía contribuye extraordinariamente a exponerlo. Los actores, esos niños y jóvenes procedentes de ese mundo, al que por cierto ya han vuelto después del lujo de los Oscar, saben representar perfectamente la acción, viven en esa realidad.
No estoy de acuerdo con Salman Rushdie, cuando dice que la película es de una “vanidad claramente ridícula” o que es un ejercicio “visualmente brillante, pero carente de toda credibilidad”. Por supuesto él conoce India perfectamente y yo nunca he estado allí, pero las imágenes son reales y el cine cuenta una historia que nos hace ver toda esa realidad, independientemente de los detalles concretos de la historia; quizá alguno puede parecer raro, pero el cine tiene esa parte de fantasía que permite que ciertos detalles o acontecimientos parezca que no responden exactamente a la realidad. Sin embargo, cuántas veces no pensamos, ante hechos reales, que si los viéramos en una película diríamos ¡esto es imposible! Lo importante es que se expone una historia magistralmente contada que nos transmite la realidad de unas gentes que viven en un mundo realmente miserable y violento. Ya sabemos que hay otros así y quizá peores, incluso los tenemos entre nosotros, pero aquí nos lo ponen delante de nuestros ojos.
Pedro
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